El 28 de marzo Mario Vargas Llosa celebró en su casa de Lima su cumpleaños 89, estaba alegre y se veía bien. De regreso al Peru, su país y su cultura siempre presentes en su obra por más lejos que estuviera a la hora de concebir y escribir sus 25 novela, la mayoría trabajadas y publicadas fuera de su país. El ultimo tiempo de su vida vivió en un cómodo apartamento en Madrid donde se reunió su familia antes de ser aclamado en la Academia Francesa.
No se trató de una muerte repentina, justo después de su cumpleaños 89 el 28 de marzo que celebró íntimamente en su casa con su familia y unos pocos amigos entre quienes estaba su amigo Enrique Ghersi, quien le quitó el velo de misterio a la causa de su muerte: “Es muy triste. Fue una neumonía la que finalmente lo venció. A esa edad, estos cuadros pueden ser muy agresivos”. Y en efecto, en una semana se complicó y falleció en su casa de Lima el 13 de abril.
Había regresado desde el año pasado a Lima, como solía hacer para escampar del invierno europeo y acompañado de su hijo el también escritor Alvaro, había empezado a recorrer lugares que aparecen en sus novelas. Su hijo compartió esos momentos en redes sociales, como cuando en noviembre del 2024 quiso ir a la Escuela de cadetes Leoncio Prado clave en su novela La Ciudad y los Perros.

A comienzos de este año, en Enero 4, el turno fue para el Jirón de Huitaca, el olvidado barrio rojo de Lima ubicado en el distrito de La Victoria donde quedaba antiguo prostíbulo de Lima a donde se escapaban los cadetes del Leoncio Prado mencionado en la misma inolvidable novela. Su hijo compartió en redes el emocionante regreso a este significativo lugar y se le veía bien.
A inicios de febrero de 2025, visitó el penal de Lurigancho, escenario de la aclamada novela Historia de Mayta.

Esta reconstruye la vida de Alejandro Mayta, un trotskista peruano que intentó iniciar una fallida revolución en los años 50. Narrada por un periodista que investiga su historia, la obra mezcla realidad y ficción, una constante en la obra del escritor. A través del retrato de Mayta, Vargas Llosa reflexiona sobre el fracaso de las utopías revolucionarias en América Latina y la complejidad de la memoria.

Casi un mes después, el 26 de marzo, quince días antes de morir recorrió junto a su nieto Leandro estuvo en Barrios Altos (Cinco Esquinas, 2016), donde visitó la Quinta Heeren, una joya arquitectónica construida en 1880 que habitó Felipe Pinglo, uno de sus personajes de su ultima novela Le dedico mi silencio, publicada solo el año pasado. Fue después de su lanzamiento en septiembre cuando regreso al Peru, donde premonitoriamente realizó el recorrido final de su vida.
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