De Neoliberalismo y Educación

De Neoliberalismo y Educación

Por: Roberto Mangonez Serrano
julio 15, 2014
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De Neoliberalismo y Educación

Resulta extraño, que  dado el modelo político-económico que ha desarrollado en Colombia durante los últimos 20 años, aún haya gente a la que le cause sorpresa el hecho de que nuestro país se ubique en los últimos puestos en cuanto a medición de calidad educativa (no sólo en las pruebas PISA sino en otras muy poco publicitadas) y que además el gobierno remate la “faena” anunciando una reducción de los fondos que se invierten en los pocos programas de investigación y ciencia que desarrolla, encabezados en su mayoría por Colciencias entidad que hay que decirlo, porque lo he vivido desde adentro, ha trabajado los últimos años con las uñas.

Y veo mayor sorpresa en la comunidad científica cuando el príncipe del Neoliberalismo, Juan Manuel Santos, sale a la palestra pública a intentar explicar semejante esperpento: “Colombia no puede intentar compararse, en cuanto a educación, con los países más desarrollados del mundo, si queremos ver avances debemos seguir comparándonos con países que están en nuestro nivel”. La verdad no entiendo cómo un presidente puede lanzar semejante afrenta dos semanas después de ser reelegido y seguir como si nada, y peor aun en después de eso en Colombia a nadie se le mueve una ceja. Para él Colombia es un país atrasado y está destinado a la miseria educativa para siempre, estamos por debajo de la cadena alimenticia global, e intentar salir de allí es imposible y poco rentable.

El Neoliberalismo y sus partidarios en Colombia se han subido al barco del libre comercio como ideología político-económica y desde allí han dictado las directrices gubernamentales en cuanto a educación, salud, infraestructura y demás temas trascendentales. Entonces no entiendo porque nos sorprende que la relación entre la política económica y educación se haga tan evidente en Colombia, bien lo dice un refrán “Dime qué tipo economía quieres y te diré que calidad de educación necesitas”.

Ya en este momento se pueden evidenciar los impactos del libre comercio en diferentes sectores de la economía, en la actualidad Colombia importa la totalidad del trigo, cebada y cereales que se consumen, sorpréndase sabiendo que importamos la mitad del café que consumimos –si alguien hubiera premeditado esto hace 20 años hubiese sido tildado de loco-, además importamos grandes cantidades de productos como leche, carne de res, carne de pollo, arroz, granos, tomates, lechugas, pepino, hortalizas frescas y congeladas, avena, maíz, sorgo, entre muchos otros productos. Adicionalmente,  la industria nacional se está viendo en riesgo de desaparecer dados los acuerdos que están en proceso de suscribirse con Israel y Corea del sur.

Colombia ha pasado de ser un país autosuficiente en la producción de alimentos (Si, aunque usted  no lo crea, en algún momento lo fuimos) y con una industria en crecimiento, a ser un país importador, situación que entre otras cosas explica las diferentes manifestaciones agrarias. En Colombia las empresas han pasado de ser productoras a ser importadoras y comercializadoras de productos extranjeros, cambio que algunas han sobrellevado y que la mayoría simplemente no ha sido capaz de realizar.
Todo esto sucede en el mismo momento en el que el gobierno reduce la inversión en todo lo que tiene que ver con educación e investigación. Ya en Colombia no es extraño ver universidades y colegios públicos desmoronándose a pedazos, sin laboratorios, sin salas de computo, sin profesores y los que hay  son severamente explotados, con salones atiborrados de estudiantes, que ven cómo se reducen los semestres de los programas de pregrado y las horas dictadas por asignatura.

Durante una reunión de docentes, científicos y académicos de diversas universidades públicas y privadas surgió el tema y alguien declaró: “Si Colombia va a ser un país donde se importen todos los alimentos, tal vez debamos dejar de ofrecer ingeniería de alimentos como programa de estudio. Si este va a ser un país que importe toda su industria es posible que debamos dejar de eliminar varios programas de ingeniería. Si en Colombia ya no van a existir empresas productoras sino comercializadoras es posible que debamos reducir el número de asignaturas que se imparten en nuestros programas de administración”.

Ante mi asombro y después de analizarlo bien,  fui consciente de que en Colombia los que intentaron dar la lucha por el cambio ya están cansados y desmotivados, a partir de allí entendí que ante el neoliberalismo la batalla ya está perdida, la dura realidad es que aun cuando nuestra educación es la campeona mundial en mediocridad, sigue siendo demasiado para el tipo de país que queremos. La reunión en cuestión la cerro el ex rector de una reconocida universidad pública tomando la vocería: “Teniendo en cuenta lo que se proyecta como país y viendo la calidad educativa que ofrecemos, es posible que estemos enseñando demasiado”.

 

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