De Kokonucos para Colombia: Congreso del CRIC

De Kokonucos para Colombia: Congreso del CRIC

Crónica de Margarita Londoño Vélez.

Por:
junio 24, 2013
De Kokonucos para Colombia: Congreso del CRIC

Kokonucos es una pequeña población rodeada por las montañas majestuosas del Macizo Colombiano que la abrigan como si quisieran protegerla de la civilización occidental. A media hora de Popayán, por una vía razonablemente cuidada, recibe de las entrañas del Volcán Puracé el agua hirviendo de sus baños termales y la fertilidad de su suelo.

Cerros verdes, cielo limpio y azul, una explanada enorme con una carpa blanca, un potente equipo de sonido y miles de asientos, constituyen la única escenografía para recibir siete mil indígenas de los nueve pueblos Nasas que se reunieron por cinco días en el XIV Congreso del CRIC, El Consejo Regional Indígena del Cauca, una organización con cuarenta y dos años de existencia que se ha convertido en el eje de la resistencia, la reconstrucción de la cultura y la recuperación de territorios ancestrales.

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En los alrededores, pancartas, banderas, una carpa azul de la Cruz Roja, un espacio circular para las ofrendas y ceremonias espirituales. Más lejos, alojamientos improvisados de carpas y plásticos negros. Las turbas o fogones para las cocinas comunitarias no descansan, hay que  alimentar a gentes de todas las edades, venidas de todos los rincones del Cauca,  identificadas en un único compromiso, la unidad, y el orgullo de pertenecer al CRIC.

En las entradas al poblado y al sitio del evento la presencia vigilante y amable de la guarda indígena con sus chalecos verdes y rojos, organiza, orienta y atiende cualquier eventualidad bajo la mirada vigilante de las autoridades y los mayores. Nada se le escapa a la guardia y nadie se atreve a desconocer su autoridad, construida no por la fuerza o las armas, sino por la disciplina y la formación que reciben sus integrantes.

Durante los días del Congreso las autoridades indígenas han decretado ley seca y es la guardia la encargada de hacerla respetar. Los pocos que infringen la norma son conducidos a la casa del Cabildo donde permanecerán 72 horas. “Dicen que es un encuentro zanahorio”, aseguró uno de los gobernadores, pero aquí “se vino a trabajar, deliberar y legislar para los próximos dos años”.

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La Agenda del Congreso

La ceremonia protocolaria empezó como en cualquier congreso que se respete con los himnos. Primero el nacional entonado por la banda del colegio municipal, luego el himno del Departamento y el del Municipio que describe a Kokonucos como “cuna indígena e intercultural”. A continuación danzas y chirimías precedieron las intervenciones de instalación del Consejero Mayor del CRIC, conocido como el padre Chucho, el gobernador indígena del resguardo y el Alcalde del Municipio.

Al día siguiente se presentaron los informes preparatorios para el trabajo en comisiones. Se escuchó primero, por parte de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, a su Presidente Luis Fernando Arias un indígena cocuamo venido de Santa Marta y al secretario General, Juvenal
Arrieta un Embera de Antioquia. Siguieron los informes por temáticas, sobre territorio, derechos humanos, educación, salud, organización y participación política.

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La memoria de líderes fallecidos, el recuerdo de las épocas de dominación de las castas payanesas y los llamados a la unidad marcaron las intervenciones que terminaron con un sonoro aplauso por las personas caídas en esta larga lucha de resistencia.

Participar es cuestión de compromiso

Nada impresiona más que una audiencia masiva, silenciosa, ordenada y atenta. Así fue la participación en el Congreso; mujeres mayores que tomaban apuntes con una caligrafía simple y confusa, hombres jóvenes que tejían mientras escuchan las intervenciones, niños y niñas que permanecían en torno a sus familias sin molestar, sin hacer pataletas, madres que amamantaban imperturbables mientras seguían con interés las intervenciones.

Nadie interrumpía, nadie agitaba consignas, nada alteraba el orden del día. Tal vez uno de los pocos momentos en que la asamblea se estremeció fue cuando Pablo Tatay, reconocido dirigente, se cayó de la tribuna, afortunadamente, sin consecuencias graves.

Pablo Tabay

Pablo Tabay

Lizandro Dicué y Rosalía Tumbichucué llegaron de Inzá, Tierradentro; cultivan trigo, papa y fríjol y producen pastas y quesos que trajeron para vender en el Congreso. Omar Coqué, Darío Rojas y Cristián Muñoz, vienen de más cerca, del Resguardo Paletará, a punto de terminar la secundaria, van a estudiar derecho en la Universidad Autónoma Indígena e Intecultural, a la vez que se preparan como miembros de la guardia indígena. Sammy Tombé, al lado de su compañera Florinda Osnás y sus dos hijas Dayana y Yenny, elaboran fibra para sombreros mientras escuchan las intervenciones. Viven de Caldono, Pueblo Nuevo, donde hay palmas de cera y ovejas que les proporcionan el material para sus tejidos. También teje Narciso Pechené, un hombre bastante mayor; del resguardo de Calderas, que vino sólo porque su familia tenía cuidar los animales.

Todos están en lo que están, no han venido a jugar, esto no es un paseo, es un encuentro fundamental para la organización, esa estructura que le ha dado vida a los pueblos nasa, que les ha devuelto la dignidad y la esperanza. Esa forma de participar es la demostración del compromiso que los indígenas tienen con el CRIC, pero también la expresión de la fuerza interior de estos pueblos que han tenido que aprender a ser disciplinados y unidos para sobrevivir.

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Las amenazas para el territorio y la autonomía.

Las exposiciones a cargo de las autoridades y los invitados especiales fueron claras, muchas cosas amenazan la unidad y la autonomía de los indígenas. Así lo señaló Jesús Chávez, consejero Mayor, que saludó uno por uno a los pueblos que integran el CRIC y advirtió que a mayor número de autoridades, mayor gobernabilidad se debe tener.

“Algunos, dijo, han ido perdiendo credibilidad en las prácticas ancestrales”, pero advirtió que “el dinero no es garantía para la existencia  de los pueblos indígenas. Hay que tener cuidado porque hay muchos queriendo dividirnos”  y señaló entre otros a las iglesias.

Los grupos armados y la presencia militar también representan amenazas, según el Consejero Mayor, han sido un factor de enfrentamiento y división, como también lo han sido los cultivos ilícitos y la minería, que está poniendo en riesgo a la madre tierra.

“Si es posible exigir derechos, sin las armas, desde la resistencia pacífica” señaló el dirigente, para dejar clara la diferencia que los separa de la insurgencia. Además advirtió que “no hay que dejarse ilusionar por la coyuntura de paz”. Los acuerdos de la Habana, en el tema de tierras, pueden generar conflictos y confusiones, especialmente por las polémicas zonas de reservas campesinas porque puede que se traslapen con los resguardos. Y de manera tajante declaró “no queremos ni milicias, ni red de informantes, queremos más guardia indígena” y terminó recordando al auditorio que “el camino es el mismo de hace cuarenta años”.

Otra presencia importante fue la de Ayda Kilcué, ex consejera mayor, una mujer vigorosa que ha sufrido amenazas y atentados. Tuvo a cargo el informe sobre derechos humanos, en el que incluyó la dolorosa cifra de 23 asesinatos y 654 desplazamientos forzados de indígenas en lo que va corrido del año.

Para Ayda los grupos armados y el ejército amenazan permanentemente los derechos humanos por los reclutamientos forzados, el minado de los campos y las estrategias de penetración. Explicó que el gobierno nacional está violando en forma permanente el derecho a la consulta previa y aclaró que el movimiento indígena no se opone a los diálogos de paz pero la discusión de los temas que les atañen debe realizarse en el marco de la sociedad civil.

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Elección del Consejo y del Consejero Mayor

El XIV Congreso concluyó el jueves 20 con la elección de nuevos consejeros. De allí saldrá el reemplazo del padre Chucho, actual Consejero Mayor. Pocas mujeres hay en estos momentos entre las autoridades del CRIC, sin embargo una, Ana Deyda, del resguardo Huellas de Caloto, podría quedar entre estas directivas. Ella no acepta hablar de “candidaturas” porque en esta elección las postulaciones no son propias, provienen de los gobernadores y del consenso entre los consejeros.

Ana, sonríe cuando explica que así no haya mujeres en el grupo de consejeros que termina su período, sí hay una gran participación femenina en las comunidades. Ella asistió sola a Kokonucos, al igual que otras dos amigas del resguardo. Todas están separadas de sus compañeros, se cansaron de los maltratos y ahora son la cabeza de sus familias,  cultivan la tierra y levantan a sus hijos e hijas.

A la salida del pueblo una hacienda colonial lucha por no derrumbarse. Es la casa  del general Mosquera, allá atrás en el Congreso está el futuro, como les gusta decir a los indígenas. ¿Cómo así? le pregunté a Ana: Pues claro, el futuro son nuestros hijos e hijas y ellos vienen atrás de nosotros.

La hacienda de Mosquera está delante del pueblo, es pues ¡el pasado!.

Entrada a la Hacienda.

Entrada a la Hacienda.

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