Cuando Brigitte Baptiste era Luis Guillermo

Cuando Brigitte Baptiste era Luis Guillermo

Se casó ya en camino de transformación y con Adriana Vásquez tiene dos hijas Juana Pasión y Candelaria quien terminó atrapan en España en plena pandemia

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junio 01, 2020
Cuando Brigitte Baptiste era Luis Guillermo

La angustia del coronavirus también tocó a Brigitte Baptiste, y de manera directa. Y no lo disimuló cuando en un trino dio parte de tranquilidad por el regreso de su Candelaria en un vuelo humanitario desde Madrid, donde estudiaba

Ella fue la primera hija que tuvo con Adriana Vásquez, la joven bióloga que conoció en 1998 cuando era su jefe directo en el Instituto Humbolt. Entonces se llamaba Luis Guillermo Baptiste. Usaba pantalones apretados, pelo largo y candongas. Llevaba tres años ya en el Instituto Von Humbolt, estaba a cargo del Programa de Uso y Valoración de Biodiversidad.

Eran simples colegas cuando Luis Guillermo invitó a Adriana a comer. Era la propia para hacerle una confesión. Después de la tercera cerveza él le soltó de golpe, con su voz gruesa, de cantante de tangos: “estoy en proceso de transformación, me estoy volviendo mujer”. Ella se agachó de hombros, dejando ver que la tenía sin cuidado la noticia. Le gustaba por otras razones.  Era inteligente y seductor. Él estaba recién separado de su primer esposa, sus profesiones iban en sentido contrario y el camino los alejó.

Desde entonces Baptiste es el mismo: honesto, hoy honesta, por encima de todo. Reconocía su fracaso masculino y estaba cansado. Quería romper con todo y no lo dudó.  Entonces, sorprendiendo hasta a Ricardo, su chofer de toda la vida, el que todavía le dice doctor, fue al Centro Comercial Cosmos y se compró un vestido de licra rojo, con un bordado en el busto que le gustó mucho. Y salió así vestido, y llegó así al trabajo y, en medio del murmullo de desaprobación, Adriana Vásquez se enamoró al instante de ese tipo tan valiente que lo iba a dar todo por ser lo que quería: una mujer.

Así se veía así mismo desde los 6 años. A finales de los años 60, mientras el mundo explotaba en manifestaciones en la calle, minifaldas, rock duro y un baño de LSD, Bogotá era una ciudad donde siempre llovía y la gente vestía de negro. Sus papás nunca se extrañaron ni se les ocurrió reprimir, con la ventaja de Luis Guillermo era estudiante del Refous, un colegio de orientación suiza-francesa fundado en 1957, progresista, con un rector europeo capaz de dar espacio para transgreder convencionalismos sociales.

Luis Guillermo se vestía de niña y se maquillaba en el cuarto. Logró ingresar a la universidad Javeriana y se aceptado con sus excentricidades pero sin caer en la tentación de la provocación. Sabia que sus pintas en una universidad de jesuitas y en la Colombia de los años 80 eran vistas como de enfermos que daban hasta para  portada del Espacio. Con el grado en la mano tomó el avión que sería también su liberación personal. Viajó a estudiar una maestría en conservación y desarrollo tropical en la Universidad de Florida, en en Gainesville. De regreso, se enroló en el Humboldt, prestigiosos instituto en el que terminó dirigiéndolo hasta el año pasado

El encuentro con  Adriana Vásquez terminó siendo liberador para sacudirse cualquier rescoldo de apariencia o de mentira. Recién había muertos Carolina, su querida hermana. Ya nada importaba

Pronto terminaron viviendo juntos y se  casaron el 31 de diciembre de 1999. Luis Guillermo entonces se convirtió en Briggitte. Poco a poco, gradualmente y todos se acostumbraron de verlo así. Adriana nunca tuvo problema, ni siquiera cuando decidió implantarse un par de senos descomunales, talla 35C y aretes XL. Nunca intentó siquiera ponerse ropa suya, porque su gusto es exagerado y kisch, contrario a la discreción de Adriana.

Ya tenía pinta nueva y se llamaba Brigitte, cuando llegaron los niñas:  Candelaria y Juana Pasión. Ya son adolescentes. Son una familia más que bien constituida. Viven en una amplia casa en Teusaquillo, acompañados por sus gatos Orion y Venus. Briggitte siempre creyó que tener hijos, siendo quien era, sería muy loco pero se atrevió. Y se la goza. Se divierten,  y las niñas, lejos de avergonzarse, viven orgullosos de sus dos mamás.

Sin proponérselo, siguiendo instintos y convicciones, Adriana y Brigitte ha roto con todo y se han ganado el respeto. No son hombres o mujeres, son sólo personas que viven en comunidad e intentan hacerlo en armonía, cada quien asumiendo el rol que les resulta cómodo. En una entrevista que le hicieron hace unos años Baptiste contestó a la pregunta de qué le ha sorprendido más de ser padre: “Saber que los hijos funcionan solos”. Y las hijas  han sabido defenderse de cualquier intento de bullying como como cuenta Juana Pasion que le contestó una niña que le dijo: “Si yo tuviera un papá como el tuyo no lo querría” ; se encogió de hombros y respondió con propiedad: mi papá es mi papá y punto, no importa cómo se vista.

Brigitte Baptiste no para de aprender y de ser autocrítica. No es solo una gran científica sino una voz más que respetable en temas ambientales. Su condición sexual particular no le ha cerrado puertas profesionales y  hace poco fue elegida rectora de la universidad EAN,. Sus opiniones pesan y sus argumentos están siempre por encima de su pinta, la que ella cuida con esmero. Prefiero siempre los vestidos y el maquillaje marcado. A veces cree que su voz se escucha demasiado masculina y también se ríe de eso.

*Información tomada de revista Soho, artículo Hombres con tetas.

 

 

 

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