Las conversaciones de paz con las Farc estuvieron rodeadas de dudas y desconfianza, motivadas por las experiencias vividas en procesos de diálogo anteriores, sobre la real voluntad de esta organización insurgente de alcanzar un acuerdo con el gobierno de Santos para poner fin a más de 50 años de conflicto armado, haciendo dejación de las armas y ejercer la actividad política desde la legalidad.
Mientras, en cumplimiento de los acuerdos y de la palabra empeñada, las Farc hicieron dejación de las armas, entregaron información de las caletas existentes para su desarticulación, la relación de los bienes pertenecientes a esa organización guerrillera y se concentraron en las Zonas Veredales, hoy convertidas en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación; el gobierno nacional ha mostrado debilidad y poco compromiso con la implementación de los acuerdos al no lograr los consensos necesarios en el Congreso para meter el acelerador y garantizar la aprobación de los proyectos claves para la implementación de los acuerdos de paz, como son la Reforma Política, las Circunscripciones Especiales, la Jurisdicción Especial de Paz entre otros.
La ausencia de los legisladores, que no ha permitido contar con el quórum requerido para aprobar esos proyectos, incluyendo a las bancadas de la extinta unidad nacional, otrora comprometida con la implementación de los acuerdos, es el reflejo del nuevo escenario político, en el que se evidencia más el interés por su reelección en gran parte de los actuales congresistas, primando el cálculo político electoral, que hacer honor a la palabra empeñada de acompañar al Gobierno Nacional en esta fase del postconflicto, como es la implementación de los acuerdos de la Habana.
Los escándalos por corrupción en los que se ven envueltos gran parte de los actuales senadores y representantes, así como por vínculos con el paramilitarismo y organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico, hoy investigados por la Corte Suprema de Justicia, les genera temor ante la posibilidad de perder espacios político de poder, abriendo paso para la incursión en esos escenarios de la democracia colombiana de nuevas generación de dirigentes políticos y sociales, con hojas de vidas transparentes, alejados de investigaciones y escándalos por corrupción.
La responsabilidad de que los acuerdos se hagan trizas y no se cumpla con lo prometido a la guerrilla de las Farc a cambio de dejar las armas, a tan solo escasos 27 días, sumado a la ola de inseguridad, amenazas y asesinatos de exguerilleros desmovilizados y líderes sociales, que ha motivado el abandono de las zonas territoriales de capacitación de un importante número de excombatientes, recae en el Gobierno Nacional y la indolencia del Congreso de la República, que ha mostrado desidia para con los acuerdos, haciéndole conejo no solo a las Farc, sino a las comunidad internacional, garante de estos diálogos, a las organizaciones de la sociedad civil, defensores de la paz y los derechos humanos y ciudadanos que le apostamos al éxito de este proceso de paz y reconciliación.
PD: En medio de la incertidumbre por el incumplimiento en la implementación de los acuerdos de paz es lamentable que en los sectores políticos que aun manifiestan su compromiso en la defensa de esos acuerdos y con la consolidación de los diálogos con el ELN primen los egos y los intereses individualistas para llegar a un acuerdo de unidad que les permita presentarse con candidatos únicos a la presidencia y vicepresidencia y con listas al Congreso que permitan consolidar unas mayorías para avanzar en la implementación de los acuerdos ante la amenaza de quienes insisten en hacer trizas este proceso y conducirnos por el camino de intensificar los odios y la confrontación armada entre los colombianos.
