La justicia chilena decretó éste miércoles la pena de Edwin Mauricio Valdés Ortiz por el delito de feminicidio contra Yuliana Andrea Acevedo. Los hechos ocurrieron en marzo de 2016.
Los macabros hechos
El humilde empleado nunca pensó que su rutina de trabajo del domingo 6 de marzo de 2016 se vería marcada por el macabro encuentro de unas extremidades femeninas en dos bolsas plásticas, atoradas en una compuerta del río Mapocho, a la altura del puente Manuel Rodríguez, en Santiago de Chile, Chile.
Las huellas dactilares que los peritos de la Brigada de Homicidios tomaron de los restos humanos no coincidieron con ninguna de las registradas en la base de datos de la central.
Al examinar el cadáver, notaron un tatuaje en una de las muñecas, decía “Juan David” y otro en la “ingle” con forma de corona. Una tobillera de mostacilla con una figura de delfín y las uñas de las manos y pies decoradas, fueron los rasgos distintivos para tratar de dar plena identificación a las extremidades humanas descubiertas.
La mañana del lunes 27 de marzo y a aproximadamente cien metros del primer hallazgo del anónimo trabajador, un peatón reportó a la policía lo que le pareció una cabeza humana flotando en el río.
Los efectivos rescataron de las aguas el torso y la cabeza de una joven mujer. En la parte lumbar descubrieron otro tatuaje, decía “Andrea”, adornado con una pluma de colores.
Como aún no lograban establecer la identidad de la víctima, las autoridades decidieron hacer públicas unas fotografías de los rasgos distintivos del cadáver por si alguien los reconocía.
Una esteticista colombiana suministró las primeras pistas. Días antes, ella le había realizado a Andrea Acevedo el mismo diseño de pedicure que lucía el cadáver.
Los investigadores supieron que la joven residía en un departamento de la calle Huérfanos con su novio, también colombiano. Buscaron al joven pero no lo hallaron en casa. Estaba laborando.
Luego de interrogar a Edwin Mauricio Valdés Ortiz, novio de la occisa, el jefe metropolitano de homicidios, José Ortiz, indicó que el sábado 5 de marzo de 2016, en medio de una acalorada discusión con Yuliana, Edwin procedió a estrangularla con un cordón.
Yuliana Andrea Acevedo, de 21 años, murió por asfixia. Para tratar de encubrir su crimen, Valdés Ortiz empuñó un cuchillo de 14 centímetros y luego de aplicarle algunos torniquetes al cuerpo de su novia, para que no se desangrara, procedió a desmembrarla.
A la madrugada del domingo, Valdés Ortiz arrojó las primeras bolsas al río, cerca de la Estación de Mapocho. Horas más tarde terminaría su atroz tarea.
El agridulce sabor de la justicia
Tras poco más de un año de permanecer recluido en un centro carcelario y luego de más de ocho días de juicio, el 19 de julio de 2017, el Cuarto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago de Chile declaró culpable a Edwin Mauricio Valdés Ortiz, de 26 años de edad, por el femenicidio de Yuliana.
La Fiscalía chilena solicitó para Valdés Ortiz una pena de 40 años, por lo que, mínimo, solo podría pedir algún tipo de beneficio luego de permanecer 20 años tras las rejas; no obstante, el abogado defensor solicitó 8 años de prisión, pues considera que su cliente colaboró con la justicia durante el proceso penal.
El miércoles 26 de julio de 2017 la Fiscalía Centro Norte decretó 14 años de prisión contra Edwin Mauricio y expuso lo motivos de la rebaja de pena: colaborar con la justicia y no poseer antecedentes penales.
Aunque no comparten del todo la decisión de la justicia chilena, familiares de Yuliana Acevedo, residentes en Andalucía, a 103 kilómetros de Cali, la capital del Valle del Cauca, aceptan la condena contra quien les arrebató a un ser amado.
“Desde un principio se lo dejamos a Dios y a la justicia de Chile”, dijo Martha Aguirre, hermana de Yuliana, sentada en la sala de su casa, mientras esperaba la notificación del abogado de oficio.
Con la voz calmada y sin rencor, Martha, enfermera de profesión, manifestó que desde un principio no creyó que el amoroso novio de su hermana cometiera tan atroz crimen, “no creía hasta que vi a Mauricio esposado”, dijo.
Y agregó: “ojalá se arrepienta de lo que hizo, porque quizá él ya no pueda disfrutar de sus hijos (por los años que deberá pasar en prisión), pero sí de sus nietos; en cambio Yuliana ya no puede, porque está muerta” sentenció.
En busca de los sueños
El 26 de noviembre de 2015, Yuliana Andrea, la menor entre las cinco mujeres y los cuatro hombres la familia Aguirre Acevedo, decidió buscar un mejor futuro económico en Chile, país al que viajó con Edwin Mauricio, con quien había formalizado un noviazgo tan solo tres meses atrás.
Yuliana Andrea laboraba como anfitriona en un restaurante y Edwin Mauricio como mesero en un centro comercial. Y aunque desde los inicios el noviazgo se mostró conflictivo, los Acevedo nunca pensaron que el tan añorado viaje de la niña de la casa fuera a terminar en tragedia.
“Aunque supimos que hubo antecedentes de agresión entre ellos y ya en Chile habían intentado separarse, nunca pensamos que él decidiera solucionar los problemas así”, remató Martha Aguirre.
La prensa chilena calificó el feminicidio de la joven colombiana, el décimo hasta la ocurrencia del crimen, como “uno de los casos más macabros de los últimos años en el país”.
