Tinder nació como una solución pensada para la timidez de personas LGBTI cuyo contexto personal no les permitía salir del closet. Sean Rad y Justin Mateen, sus dos principales creadores, son hijos de inmigrantes iraníes judíos que llegaron a Los Ángeles en los años 70 a establecerse como una de las comunidades más ortodoxas y tradicionales que ha tenido lugar en la capital californiana.
Ni en su casa ni en su cuadra se podía hablar de sexo y mucho menos de homosexualidad. Y aunque ninguno de ellos es gay, los dos sabían lo que era vivir en un hogar donde las creencias religiosas podían pesar más que el amor. En sus familias había integrantes que vivían escondidos en el silencio de sus emociones por miedo al prejuicio. Tenían 20 años cuando se enteraron de esto y decidieron hacer algo al respecto.
Ambos fueron a estudiar tecnología en UCLA y con su trabajo de grado le dieron vida a Tinder en el año 2012. La idea fue crear un producto que definiera la existencia o no de atracción entre personas desconocidas que se encontraban y conocían incógnitamente desde la comodidad de sus celulares. Una vez creado el perfil de Tinder, el cual no se tiene necesariamente que enlazar a las cuentas de Instagram y Facebook, los usuarios pueden ver el perfil de las personas igualmente interesadas en conocer a alguien y que estén en la misma ciudad. Con 7 fotos y una descripción de menos de 500 caracteres, los usuarios definen si hay o no atracción. Si ambos deciden que, si se hace “Match”, lo cual desprende un chat interno donde las personas pueden hablar y acordar una cita. Si alguno de los dos decide que no hay atracción no pasa nada y la aplicación seguirá rotando más perfiles. Y en la configuración interna de cada usuario se hace específico el sexo de la persona que uno está buscando.
La prueba de fuego para Tinder fue tres meses después de sustentada como tesis de grado. Se probó en el campus universitario del UCLA y debía conseguir al menos 50 usuarios la primera semana. Se presentó como un producto para todo el mundo sin hacer énfasis en ninguna orientación sexual y se volvió tan popular en la comunidad estudiantil que dejó al menos 2000 perfiles y más de 800 mil “Matches” en los primeros 3 días. Los inversores no se hicieron esperar y al cabo del primer año, la aplicación ya costaba más de USD 2 millones.
La capacidad de discreción para entablar conversaciones y relaciones que ofrece Tinder, llevó a popularizar rápidamente la plataforma en países donde persisten normas políticas y culturales en las relaciones sexuales y afectivas. Tanto así que, en el 2014, Tinder ya contaba con 60 millones de usuarios y un registro diario de 1 billón de “Matches” alrededor del mundo. Hoy tiene un acumulado de 200 millones de usuarios y 3 billones de “Matches” al días y es la sexta app más descargada.
