"Escucharnos a nosotros y a nuestro entorno más directo implica coraje": Ryan Holiday
El universo se encuentra rodando a toda velocidad entre el pasado, el presente y lo futuro, igualmente con la esperanza de volver a épocas en donde no hay incredulidad, incertidumbres, daños colaterales en la naturaleza, y mucho menos actos que atenten contra el ser y la seguridad del hombre que generen coraje en la psique del individuo.
“La palabra coraje deriva del francés antiguo corage, compuesto por la raíz cor o cour, que significa corazón. En este sentido, coraje es aquel que tiene fuerza o se esfuerza de corazón”, pero para otros lleva inmersa indecisión hasta “ira e irritación”.
Ahora bien, en qué momento ese coraje se hace presente, bien en la actitud del hombre o en sus sentimientos, dentro de sus miedos o alegrías, pues esta palabra puede ser partícipe de dos momentos bien opuestos, coraje cuando iniciamos algo o coraje cuando no se nos dan los resultados.
Esa capacidad de enfrentarse a una situación que representa peligro inminente es considerado coraje; está identificado dentro de esa capacidad de actitud positiva, es decir, asumiendo riesgos, temores y lo más importante creer en sí mismo; o “el coraje es también hacer lo correcto y defender aquello en lo que crees” (Holiday).
Igualmente, coraje es esa “irritación, ira” que nos produce aquellos actos que comenzamos con posibilidad de éxito, fiel a la intuición o del “no rendirse jamás”, pero que los resultados conforme a los principios de la buena fe no se producen, es ese momento dentro de la vivencia del ser humano que acongojados por la tristeza terminamos odiando la vida, a quienes nos rodean, al sistema mismo etc.
El término arriba descrito está enfrentado a la valentía y a la cobardía, pero lo que sí queda claro es que el coraje nada tiene que ver con la agresividad, ni la ira ni la confrontación, antes, por el contrario, esta palabra debe ser tomada para construir, edificar o algo más significativo, que le permita al hombre hacer cosas que otros no han hecho, claro que debemos arriesgarnos pero no hasta que «de valientes está el cementerio lleno», entender la inteligencia del ser humano como capacidad para producir bienes y servicios, o cultivar su intelecto y recalificar sus valores, ahí entonces llega el momento de tener la sabiduría de encontrar ese momento exacto entre ser valientes y cuando prudentes.
Interpretar si esa conducta es producto de valentía o locura es otro elemento importante en el comportamiento del hombre, igualmente de cómo lo ven los demás, pues mientras para unos es un acto de locura para otros es de responsabilidad.
Lleva inserto este comportamiento en esa libertad que tiene el individuo, o, como decía Seneca, “feliz es el hombre que puede hacer mejores a los demás no solo cuando los acompaña, sino también cuando está en sus pensamientos», valga complementar que no es con agresividad como se consiguen las cosas, metas u objetivos, sino con paciencia, con trabajo arduo, reflexionado frente al devenir de la sociedad, hacerse preguntas de forma regular pero a la vez cuestionarse a diario por esas cosas que pasan y se dejan pasar; escuchar a los demás y al entorno pues de ellos también se aprende.
Descubriendo la comprensión de la palabra coraje, bien como impulsor de la interioridad del ser humano o también como lastimando a este, debilitando su autoestima, es por lo que entendemos la utilidad o mejor la claridad de esta, de aquellos momentos que afectan ese nivel de perfección, o el encontrar la felicidad “la bondad y la calidez de corazón hacia los demás. (Dalai Lama), o mejor “no temas parecer estúpido. Siéntete cómodo de expresar que no lo sabes todo. Saber escuchar y siempre estar dispuesto a aprender son también actos de coraje, de humildad y de inteligencia” (Holiday)
