Colombia necesita la visita del papa Francisco

Colombia necesita la visita del papa Francisco

"Venga papa Francisco, no porque usted tal vez pueda solucionar todo, sino porque con su presencia nos recuerda que en medio de tanta maldad Dios aún confía en nosotros"

Por: Alejandro Pulgarin Alvarez
agosto 09, 2017
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Colombia necesita la visita del papa Francisco

Quiero comenzar esta carta dirigida al papa Francisco, como respuesta a la carta escrita por Sergio Ocampo Madrid, titulada “Francisco quédate en casa”, publicada el 6 de agosto de 2017 por el periódico El Espectador en su versión digital. Aclarando, que me parece válida y coherente su postura, y que este texto no pretende devaluarla ni criticarla, es solo la visión de otro colombiano que como él siente este país como propio y se le hincha el corazón al ver y conocer la realidad de éste.

Querido papa Francisco, nací en este territorio llamado Colombia, en estas tierras fértiles para el café, el azúcar, el mango, las flores y un millar de frutos, vegetales, y cosas increíbles de miles de sabores, colores y texturas que nacen en estas. No sé si nací aquí por predilección divina o por simple casualidad, pero, aquí me parieron en estas tierras descubiertas por españoles y europeos que por tradición y un poco a la fuerza nos heredaron la religión católica, esa de la cual usted es sucesor y administrador; pero, esa historia usted ya la conoce de memoria porque por fortuna cargamos usted y yo la misma sangre mestizada o mezclada con gente que no era de aquí, pero que vinieron a trabajar y vieron crecer sus familias.

Tal vez, la historia que usted desconoce un poco es la de este territorio delineado a la fuerza con guerras infinitas de mil días y de cincuenta y dos años, todas con la ilusión de hacer de este territorio un mejor lugar para vivir, hoy contrarios a la realidad vivida; porque esta bandera, esta constitución que consagro el territorio al sagrado corazón de Jesús hoy por hoy arrancado a la fuerza obligado a marcharse de nuestra historia manchada de sangre, de niños desplazados por la violencia, por la negligencia política, por el olvido y por muchos que se han tomado como suyo lo que es de todos, políticos corruptos y muchos que han tomado el nombre de católicos para hacer de este territorio que usted ya recorrerá y conocerá.

Santo Padre, le cuento que aquí la mayoría somos bautizados por su religión, y, no sé si por fortuna o por desgracia porque muchos de los que nos hacemos llamar católicos, que cargamos la camándula pa' todos lados, tenemos la religión que usted profesa por tradición y muy pocos por convicción, y eso ha llevado que muchos hasta pierdan la fe en Dios.

Por eso Santo Padre, aunque su venida a estas tierras llamadas Colombia es casi una realidad, le pido de corazón que no desista en su decisión, no porque en estas tierras la mayoría sean católicos como se cree, ni porque aquí todo sea a las mil maravillas, ni porque muchos creen que aquí ya reina la paz por un tratado con algunos cinco que dieron la voz por muchos miles que cargan las armas.

Visítenos Santo Padre, por las personas que aún creen en un mundo mejor, por las personas que aún guardan la esperanza de que sus hijos crezcan en un país con menos injusticias, por todos aquellos que se despiertan todos los días para hacer de estas tierras un territorio tranquilo y transcurrido, por aquellos que con su sudor hacen que millones y millones de personas tengan un plato de comida que llevar a la boca. Por favor, venga, papa Francisco, usted que vivió en carne propia el sufrimiento de la dictadura argentina, venga a mostrarnos que, en medio de las guerras, llantos y tristezas, existe esperanza; que, en medio de enterrar amigos y familiares, de gritar por las injusticias, de llorar por los titulares, siempre se puede construir un país mejor para todos, no para algunos, ni para aquellos que cargan el poder.

Venga, papa Francisco, a abrazar a los pobres, a regocijar a los ancianos y abatidos, a recuperar la fe de este pueblo que le ha tocado ver como aquellos que mandan por todos sacan a su crucificado o a nuestro crucificado de nuestros colegios, de nuestra ética, sembrándonos mentiras e ideologías de igualdad de género, de marxismo, y anti-valores escondidos en derechos femeninos y humanos que nos han llevado a matar a nuestros niños y niñas que crecen en el vientre materno. Venga, papa Francisco, no porque usted tal vez pueda solucionar todo, sino porque con su presencia nos recuerda que en medio de tanta maldad Dios aún confía en nosotros.

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