Colombia, el último bastión de una burocracia desgastada

Colombia, el último bastión de una burocracia desgastada

Como en la Francia medieval, Colombia atraviesa por un momento en que el poder está en manos de unas pocas familia. ¿Es momento de dejar atrás el viejo régimen?

Por: Álvaro Andrés Cotes Córdoba
octubre 05, 2021
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Colombia, el último bastión de una burocracia desgastada
Foto: Leonel Cordero

Como en la Francia medieval, Colombia atraviesa hoy en día una situación parecida, pero con distintos tópicos acordes a la época sociopolítica actual.

Para acceder al poder en la Francia medieval, gobernada por reyes, sobre todo por los Luis, se conformaban casas pertenecientes a dinastías tradicionales de abolengos y muy adineradas.

Una de esas casas que más impuso reyes fue la dinastía de los Capetos, que a la vez tuvo su origen de otra dinastía o casa: los Robertina.

La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó a Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Régimen.

De ahí que la Revolución francesa fue un proceso social y político que se desarrolló entre 1789 y 1799 y cuyas principales consecuencias fueron la abolición de la monarquía absoluta y la proclamación de la República, eliminando las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen.

La Francia de 1799 era totalmente distinta a la de 1789. En apenas una década, la Revolución había creado un estado completamente nuevo. De una monarquía absolutista se había pasado a una república. Ya no había súbditos, sino ciudadanos. La sociedad, antes capitaneada por aristocracia y clero, tenía ahora en la burguesía su motor principal. Tan irreconocible estaba la nación y tan ori­ginal era el modo en que se había organizado que hubo de remontarse a la Roma clásica para dar nombre a sus nuevas instituciones: Senado, Consulado, Tribunado, Prefectura,  entre otras más.

Aquí en Colombia no estamos gobernados por reyes, pero sí por las mismas familias, dinastías o casas en una burocracia absoluta. Sin embargo, estamos a punto de una revolución político social, no igual repito, a la que se experimentó en Francia, sino parecida. Se está ad portas de un cambio, por primera vez e histórico, de dejar atrás el ya viejo régimen desgastado de gobernanza de la burocracia por uno nuevo basado en el progresismo y con el cual muchos de la izquierda se han casado.

Como en Francia y otras naciones grandes de Europa y resto del mundo, los cambios de regímenes, la mayoría con acciones violentas, favorecieron a sus pueblos, sobre todo por un mejor trato de los gobernantes hacia sus gobernados, con derechos, deberes y opciones de también ser parte del poder, que en los antiguos regímenes era imposible, porque solo tenían acceso los miembros de las dinastías, casas o aristocracia.

Para nadie en Colombia es un secreto que las dinastías o casas políticas que hoy existen en el país son las que siempre han puesto presidentes, verdad que ya no es de conocimiento de un selecto grupo, sino de todo el mundo, gracias a los modernos y muy populares canales de comunicación que trajo el internet.

Esas dinastías o casas ya están desgastadas ante el pueblo. Todo el mundo sabe de sus trayectorias, declives o fracasos por sus ambiciones políticas sin límites y sus actuaciones nada convencionales o muchas veces criminales para sostenerse cerca del poder.

De modo que una nueva clase de dirigentes, sin pertenecer a ninguna de las dinastías tradicionales o casas que se han mantenido viviendo del poder, procedentes del pueblo o sectores no burocráticos como los de los trabajadores, profesores u organizaciones sociales, culturales y de izquierda, bajo el manto de una democracia pluralista con la que los políticos del viejo régimen dicen dizque ampararse, está a las puertas de sentar un precedente único e histórico para el país, aunque retrasado en el ámbito regional del continente Suramericano: pues Colombia es el único país en nuestro subcontinente que todavía no ha sido gobernado por nadie que no pertenezca a una dinastía o casa política.

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