Código de Ética Policial, un papel sin aplicación

Código de Ética Policial, un papel sin aplicación

"Es problemático ver en lo que se ha convertido una institución que fue formada para garantizar la seguridad de los ciudadanos y para servirles a los mismos"

Por: Ahjinson Andrés Rincón Gómez
mayo 06, 2021
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Código de Ética Policial, un papel sin aplicación

“Como policía tengo la obligación fundamental de servir a la sociedad, proteger vidas y bienes; defender al inocente del engaño, a los débiles de la opresión y la intimidación; emplear la paz contra la violencia y el desorden y respetar los derechos constitucionales de libertad, igualdad y justicia de todos los hombres” (Código de Ética Policial).

El actuar policial en Colombia dista mucho de su código ético. El pueblo no se siente seguro con la presencia de la policía y esta institución es responsable de múltiples delitos. Lo que ha pasado en los últimos días solo ha sido la gota que ha derramado el vaso, donde la policía, siendo un organismo de dudosa moralidad, ha sobrepasado los límites. Lo anterior haciendo uso indiscriminado de las armas de fuego contra la población civil. Estas acciones y las que son cotidianas, como la concusión, son tan comunes que pareciera que ya se nos convirtió en paisaje, donde básicamente algunos sectores justifican a los policías actuar de forma vil y en contraposición a los códigos y derechos que alguna vez juraron respetar.

Es problemático ver en lo que se ha convertido una institución que fue formada para garantizar la seguridad de los ciudadanos y para servirles a los mismos, cuyos valores giran en torno a aspectos bastante alejados de la realidad actual. De verdad, no son extraños los casos de policías implicados en robos, extorsiones, tráfico de drogas y violaciones a los derechos humanos. La policía es una institución contradictoria en todo sentido. Lo que hay sobre el papel, normas, derechos y deberes, pareciera no influir sobre las acciones de los agentes. Esto refleja una problemática generalizada que incluso toca a los altos mandos y las cabezas representantes de la institución.

El Código Ético Policial también habla de la honestidad, pero la honestidad implica ser consecuente en palabras y acciones, y el cuerpo policial no lo es. Como ciudadano es difícil respetar a una institución que es arbitraria y que desconoce el uso de la paz en su accionar, además es notable la discriminación y el incumplimiento de las leyes que dicen proteger. Así como toda profesión implica seguir normas, la policial igual. El agente policial debe cumplir reglas y si no se guía por ellas debe enfrentar las consecuencias. Aunque es difícil que en un sistema judicial saturado las sanciones de tipo disciplinario avancen, es adecuado entonces usar otras estrategias como el señalamiento y el rechazo social. Y si bien puede usarse el argumento de que no todos son iguales, el hecho de no visibilizar y rechazar a los asesinos, maltratadores o violadores hace que cada uno de los miembros de la policía sea cómplices de las atrocidades tan latentes de hoy día.

Con lo anterior mencionado se pone de manifiesto la necesidad de una reforma a la policía, y tal vez a otros cuerpos militares, es necesario limpiar la corrupción abundante en los altos mandos, generar mejores estrategias para seleccionar el personal, además de acciones más rigurosas contra los policías que falten a las normas de la institución y vulneren los derechos civiles. Según el último informe de litigiosidad del 2020, la Policía Nacional es la entidad más demandada en cuanto a pretensiones; es decir, solicitudes de remuneración por la vulneración de derechos que los agentes hacen debido a malos procesos. Esto también desangra al país económicamente hablando. Si se tuviera una policía más eficaz y que no violara ni vulnerara derechos en su accionar, el Estado no tendría que gastar tanto dinero en remuneraciones. Así pues, la reforma es imprescindible, y más con una institución que es disonante en palabras y acciones. Ahora que se acercan elecciones y debido a la situación actual, creería que dicha reforma debe ser un punto central en las propuestas de los candidatos presidenciales.

Ante la situación actual solo queda decir que la policía esto no lo justificará con velatones o simplemente pidiendo perdón, como lo hicieron con el asesinato de Javier Ordóñez. Se necesita de algo más profundo y que no quede como algo que se olvidara en tres meses. Es necesaria la disposición de los policías a reestructurar la institución. No podemos creer utópicamente que la policía no es necesaria, pero tampoco ser radicales en creer que es necesaria para absolutamente todo. Para que una reforma funcione son necesarias estrategias que motiven a los agentes a comportarse dentro de lo establecido, según el código de policía, según su juramento y según su código ético. De lo contrario, eso de “Dios y Patria” solo quedará en palabras vacías. Y si lo anterior no es posible, es necesario cambiar todas las cosas sobre el papel como la ética y los valores de la institución, para que no mientan al decir que protegen a la población.

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