Coalición de la Esperanza: ¿Cómo aspiran a gobernar Colombia si se detestan?
Opinión

Coalición de la Esperanza: ¿Cómo aspiran a gobernar Colombia si se detestan?

Puñaladas traperas, sacadas de trapos, agresiones, en un grupo de líderes buenísimos, cuya idea era convocar, unir, respetar, y echar el país para delante

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febrero 28, 2022
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La verdad, el mejor portado de los líderes de la Coalición de la Esperanza en estos meses de decepción, ha sido Juan Fernando Cristo. Justo el que proviene de las toldas de la política tradicional y que ha puesto todo su empeño para que los demás, los de la política pulcra, se unan y respeten entre sí. Lástima que sus esfuerzos no cuajaran, porque en la mesa de candidatos de la coalición parecen detestarse unos a otros.

Tuve la esperanza de que alguien de la CE pasara a segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Cualquiera de los candidatos a la consulta parecía lo suficientemente idóneo para gobernar este país anclado en tantas violencias, en la incapacidad de perdonar, reparar, de, simplemente, convivir en la diversidad y mirar hacia adelante. Con recorridos diferentes, cada uno contaba con la experiencia y las calidades personales para atraer esa franja de votantes que, por distintas razones, no quieren la repetición del escenario blanco o negro del 2018, que apoyan el proceso de paz y que, según firmas encuestadoras como Cifras y Conceptos, es mayoría relativa.

Más atractivo aún resultaba el hecho de que el Centro de la Esperanza no fuera una estructura monolítica sino la culminación de un complejo proceso de reunir líderes de distintas procedencias para que acordaran reglas de juego y, por supuesto, la de acatar los inciertos resultados de la consulta de marzo para llegar unidos a segunda vuelta. Todos clasificables como respetuosos, honestos, partidarios del proceso de paz, demócratas.

Si pudiera escribirse en pocas palabras a cada uno se podría decir que Sergio Fajardo fue excelente gobernador y alcalde, que tiene claro el papel de la educación. De Alejandro Gaviria, que es un académico y humanista, que fue buen ministro de salud; de Jorge Robledo, excelente senador y conocedor del tema agrario como ninguno. Juan Fernando Cristo, proveniente del  Partido Liberal, un hombre conciliador que dio gran impulso al proceso de paz. De Amaya, a quien menos conozco, sé que fue un capaz gobernador de Boyacá. Y de Juan Manuel Galán, que ha sido un senador idóneo con capacidad de recuperar las banderas de su padre en estos tiempos que reclaman opciones distintas. No menciono a Íngrid, aunque lamento su paso fugaz por la coalición.

Sí, todos buenísimos. Pero incapaces de apreciarse entre sí, de valorar las inmensas capacidades de sus interlocutores. La ratificación del cuento flojo aquel: un colombiano le gana a un japonés, pero cinco japoneses derrotan a cinco colombianos por su incapacidad de trabajar en equipo.

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La declaración de Robledo de no apoyar a Gaviria si saliera ganador en la consulta, fue el puntillazo que mató las reglas de juego

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Las puñaladas traperas entre casi todos ya las conocemos. La de Robledo, en estos días, fue la equivalencia a lo que en las corridas de toros se denomina el puntillazo: cuando el toro ya está en las últimas, alguien le clava un puñal corto en la nuca para que la agonía del animal no se prolongue. La declaración suya, de no apoyar a Gaviria si saliera ganador en la consulta, el puntillazo que mató las reglas de juego, tuvo que haber sido escrita en un contexto de ira profunda. Solo así se entendería que Alejandro Gaviría quedara rotulado como un enemigo más.

La embarrada de A. Gaviria de agredir a Fajardo por las investigaciones pendientes en contra suya fue, realmente un exabrupto de un hombre que ha solido ser respetuoso.

Las sacadas de trapos entre Amaya y Galán, sin perdón. Tiros en el propio pie al querer agredir al colega.

Las reservas de Fajardo para aceptar a Gaviria meses atrás, un candidato, por lo demás, con grades parecidos en la formación y en la experiencia.

Increíble, nadie puede achacarle a Cristo algún desmán agresivo hacia sus compañeros. Qué ironía, Juan Fernando, el hombre lidiado en la política tradicional del partido liberal, tan vituperada y que por ello no es ningún delincuente.

El asunto es grave por su significado la idea del centro era la de convocar, unir, respetar, darle un respiro a Colombia y echar para delante.

Pese a todo, haré caso omiso de la señal que Robledo ha enviado. Votaré en la consulta de marzo por uno de los candidatos de la coalición y si se produjera en mayo el milagrito de que alguien de la CE pasara a segunda vuelta, lo haría, con disciplina, por él en junio. No deseo el escenario del 2018.

 

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