Chivos expiatorios en medicina
Opinión

Chivos expiatorios en medicina

¿A quién o quiénes les echamos la culpa ante la amenaza de sufrir enfermedades y quizás morir?

Por:
junio 04, 2017
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En nuestra sociedad es muy frecuente que tras el diagnóstico de una enfermedad grave o no la primera pregunta que nos hacemos es ¿por qué ocurrió eso? Y luego surgen las respuestas más diversas, a veces encadenadas una tras otra: la lluvia, el cambio climático, el sereno, el insuficiente sistema de transporte masivo, etc. Aunque tengamos una idea confusa de la causalidad de los procesos patológicos nos tranquiliza un poco adjudicar la culpa a algo o alguien. Eso es buscar un chivo expiatorio para nuestros sufrimientos físicos.  Lo cual puede ser solamente un inocente mecanismo de defensa sicológico pero puede tener resultados adversos como cualquier remedio casero.

La utilidad y el peligro de escoger chivos expiatorios han sido explorados en la obra de un pensador francés recientemente fallecido, René Girard (1923-2015) cuyas ideas surgen del análisis literario, la religión comparada, la filosofía y la antropología. Girard subrayó la importancia, casi necesidad, de escoger chivos expiatorios en el desarrollo de ese complejo producto del Homo sapiens que llamamos cultura.  La escogencia de víctimas propiciatorias sería fundamental en la formación de sociedades pacíficas o con violencia disminuida. Me parece importante explorar estas ideas ahora que en Colombia estamos buscando la formación de una cultura posconflicto. Un detalle secundario es que no debemos temer investigar la irracionalidad del escoger chivos expiatorios. Los escogemos todos los días, consciente o inconscientemente como nos lo enseñó Freud. Si algo entiendo del pensamiento posmoderno es que nos ha mostrado como la razón humana no ilumina todas las ideas y acciones del hombre.

Ya que la medicina no es sino el sector de la cultura humana que trata de la salud y las enfermedades debemos entender la génesis de la cultura para comprender las ideas médicas. La ciencia y los oficios científicos no están fuera de la cultura humana. Más aun las diferentes variedades de culturas del hombre, algunas históricas y menos efectivas en nuestra mirada para el control de nuestras enfermedades, tenían sus medicinas.  Si escoger un chivo expiatorio es un rasgo fundamental de la organización social del hombre podemos preguntarnos ¿quiénes son chivo expiatorio en nuestra medicina?

Girard explica que aprendemos a desear objetos de deseo (cosas, otras personas, estados sociales privilegiados, etc.) a través de la imitación de otros.  Deseos miméticos es la denominación técnica que usa él.  Si nacemos como tabula rasa todo lo aprendemos de los demás, como había ya propuesto el médico y filósofo John Locke en el siglo XVII. Hasta aprendemos a desear lo que todos deseamos, la salud por ejemplo. Esto lleva a violentos conflictos cuando no lo alcanzamos y escogemos un chivo expiatorio que nos explica y justifica nuestra frustración. En lo social, literario, mítico y religioso expulsamos o sacrificamos la víctima propiciatoria. En medicina ¿qué hacemos? ¿quién es el chivo expiatorio ante la amenaza de sufrir enfermedades y quizás morir?  La pregunta es importante en Colombia pues somos el país que sigue al Oriente Medio y África en número de casos de ataque al personal de salud según la OMS.

 

A mí personalmente fue a buscarme un señor con un rifle,
“arma privativa de los cuerpos de seguridad”,
tras el diagnóstico de una parálisis conversiva de su esposa

 

Este dato estadístico nos da la primera respuesta a nuestra pregunta: un chivo expiatorio frecuente en medicina es el personal de salud. Quienes trabajamos alguna vez en cuartos de urgencias o zona rural siempre tenemos alguna anécdota de cuando nos amenazaron o atacaron físicamente, en los casos más serios, por un mal resultado terapéutico.  A mí personalmente fue a buscarme un señor con un rifle, “arma privativa de los cuerpos de seguridad”, tras el diagnóstico de una parálisis conversiva de su esposa. La señora se paralizaba cada vez que entraba en la casa. Imagino que existía maltrato por el cónyuge. Pero yo, joven médico rural cobarde, no investigué más el asunto.  Hoy le digo a mis estudiantes que esas situaciones deben denunciarse siempre. Imagino que seré culpable del martirio de algunos médicos rurales en el futuro.  Ojalá no.

 

La otra cara de la moneda es que los profesionales de la salud
a veces culpamos a los pacientes de su enfermedad

 

La otra cara de la moneda es que los profesionales de la salud a veces culpamos a los pacientes de su enfermedad. El obeso es culpable de su sobrepeso mórbido, el alcohólico es culpable de su cirrosis, el hipertenso de comer con sal, el paciente con cáncer de pulmón es culpable por haber fumado y así muchos casos. Nos olvidamos que la vida personal del paciente y la causa de sus enfermedades son siempre un proceso complejo y no debemos equiparar causa a culpa. En realidad nadie, ni Dios, es culpable de las enfermedades.  Esto preocupó al médico medieval persa Avicena por muchos años y el problema fue llamado teodicea por Leibniz en el siglo XVIII.

Nosotros, médicos o no, aceptemos por amor al humano que sufre que todos somos responsables del cuidado de nuestro cuerpo pero nadie es culpable de sus enfermedades. Moderemos hasta donde sea posible escoger chivos expiatorios.

 

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