Cepeda: Watson tiene sus peligros
Opinión

Cepeda: Watson tiene sus peligros

Si colocamos un Watson (el programa de IBM) más rápido y lanzado que el cerebro del médico o el compositor pueden ocurrir cosas inesperadas y no siempre buenas

Por:
mayo 21, 2017
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Leo en El País de Cali que Andrés Cepeda va a utilizar un sistema de inteligencia artificial de la IBM, nombre comercial Watson, para componer canciones. Quisiera advertirle como médico, profesor de historia de la medicina y amateur de la obra del Dr. Arthur Conan Doyle, algunos peligros de mi colega Watson.

Conan Doyle fue un médico que intentó ejercer como oftalmólogo (tras un dudoso entrenamiento en Viena) pero al no tener muchos pacientes empezó a escribir en 1886 relatos sobre un detective llamado Sherlock Holmes.  Este detective tiene en sus historias un acompañante, médico y no muy astuto, llamado Watson. Y hagamos una corrección necesaria: nunca en la obra de Conan Doyle Holmes dice “Elemental mi querido Watson”.  Eso es un invento de Hollywood.

La historia real es que el personaje Sherlock Holmes está basado en un profesor de Conan Doyle llamado Joseph Bell. Pertenecía a una familia de médicos ilustres de Edimburgo, entre ellos Charles Bell quien describió e investigó la parálisis facial de Bell.  Esta condición está tras los relatos de personas quienes cuentan que la cara se les torció al meter la cabeza en una refrigeradora.  Tetanus a frigori la llamaban los médicos del siglo diecinueve.

 

 

Joseph Bell era miembro de esta célebre familia y fue conocido como un legendario diagnosticador.  Su manera de pensar se traspone en la obra literaria al razonamiento detectivesco del ficticio Holmes.  Por esa razón los escritos de Conan Doyle se citan frecuentemente en discusiones actuales de lógica clínica e informática médica.  La frase holmesiana más importante es extraída de su segunda novela, El signo de los cuatro: “Watson, cuando hayas eliminado lo imposible, lo que quede, por improbable que sea, debe ser la verdad”. No sabemos si esto lo dijo en verdad el Dr. Bell o si Conan Doyle lo puso en labios de su popular detective pero es un principio fundamental del proceso diagnóstico. Quien quiera construir un programa computacional para médicos no puede olvidarlo.

Tampoco puede olvidar al otro participante en la conversación, el médico ficticio Watson.  Cuando hace unos meses leí un artículo periodístico sobre Watson, el programa de IBM diseñado para ayudar a decidir en profesiones de la salud y otros oficios, supuse que el nombre se refería al compañero de Holmes.  Para mi desilusión se decía en la nota que era el nombre del programador o inventor del software.  No sé cual es la verdad.  Pero quisiera aprovechar la ocasión para prevenir de algunos peligros posibles a quienes usan computadoras para hacer diagnósticos o escribir canciones.

Si leemos con atención los cuentos y novelas de Conan Doyle veremos que Watson es siempre un poco lerdo y lento para comprender el rápido y certero razonamiento de Holmes.  ¡El médico es el brutico en la pareja de personajes! Holmes (el doctor Bell en la realidad) explica siempre a Watson (Conan Doyle discípulo de Bell) como encontró la solución del crimen desenmascarando al culpable (diagnosticando la enfermedad). Nunca Watson le señaló a Sherlock Holmes el asesino. Si colocamos un Watson (el programa de IBM) más rápido y lanzado que el cerebro del médico para hacer diagnósticos (o componer canciones en el caso de Cepeda) pueden ocurrir cosas inesperadas y no siempre buenas.

No es ni mucho menos miedo a la tecnología.  Pero debemos reconocer su potencia y sus peligros.  Un diagnóstico clínico tiene mucho de intuición, de sopesar y calibrar características individuales del paciente.  No es simplemente la suma y ordenación binaria de información.  Podemos y debemos ayudarnos de un ordenador pero debemos evitar ser esclavos de él.  Además hay que tener en cuenta la posibilidad de terrorismo informático.  Miren lo que pasó la semana pasada en el sistema de salud británico cuando las ambulancias no sabían a quién recoger y dónde al ser “hackeadas”.

Por otro lado la medicina actual se va moviendo hacia el reconocimiento y valoración clínica apropiada de las características individuales en el estilo de vida y genética de los pacientes.  Es lo que se llama en inglés tailored medicine o medicina a la medida del paciente.  Se le llama también medicina personalizada o de precisión.  Las reglas generales siempre tienen excepciones en la práctica clínica, por eso las verdades descubiertas en grandes poblaciones ya no son tan-tan determinantes como hace unos años.  ¿Existirá un computador capaz de guardar, ordenar y sopesar todas las características personales presentes y ausentes en nuestros pacientes?

Ojalá Watson pudiera hacerlo para ayudarnos en nuestras decisiones.  Pero dudo que pueda llevar a Cepeda a escribir versos tan buenos como “tus besos eternamente/ ya serán besos usados”.  ¡Qué hallazgo poético, Andrés!  Casi a la altura del “Escrito está en mi alma vuestro gesto! de Garcilaso, no exagero. Me desilusionaría un poco que esas palabras te hubieran sido inspiradas por un computador.

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