El caso Interbolsa y el periodismo económico

El caso Interbolsa y el periodismo económico

"Luego de la publicación del libro de Glora Valencia, podemos afirmar que algunos periodistas económicos pecaron por omisión"

Por: Jose Luis Martínez
febrero 18, 2016
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El caso Interbolsa y el periodismo económico
Foto: Revista Semana

En el marco de la celebración del Día del Periodista, la editora económica de la Revista Semana, Gloria Valencia, autora del libro Interbolsa: La historia de una élite que se creía demasiado grande para caer, dio a conocer su experiencia en una amena conferencia dirigida a los estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Sabana. En esta actividad, relató el proceso por el cual escribió este libro y explicó su punto de vista sobre las implicaciones del caso Interbolsa.

Una de las temáticas tratadas fue la posible responsabilidad de los periodistas económicos colombianos frente a este descalabro y su manejo del tema a lo largo de los años previos, y en los momentos más álgidos del escándalo financiero. Esto teniendo en cuenta los antecedentes de la firma comisionista y la poco común progresión de los resultados económicos de esta empresa.

Entre los muchos implicados en el caso, resaltan por su importancia tres grandes grupos. En primer lugar, desde luego, los directivos de la comisionista y sus fondos y empresas derivadas. De ellos, los más relevantes son Rodrigo Jaramillo y Víctor Maldonado. En un segundo grupo podemos ubicar a los clientes que se vieron afectados por la caída de Interbolsa, personas de un origen variopinto, desde grandes empresarios y personas de la alta sociedad colombiana y especialmente antioqueña, hasta pequeños ahorradores que creyeron ver en este intermediario un buen aliado para invertir su dinero.

En tercer lugar, las entidades y funcionarios gubernamentales que debieron haber vigilado a la comisionista y evitar la debacle antes de que fuera demasiado tarde. Aquí tiene especial relevancia la Superintendencia Financiera, que es la encargada de velar por el correcto funcionamiento del sistema financiero en el país.

Si distribuimos culpas, no cabe la menor duda de que la mayoría pertenecen directamente al primer grupo, los protagonistas de la historia. Cuando un ladrón atraca la culpa no es de la Policía ni de el que se deja robar, recae sólo en él y en el mal uso que le dio a su libertad. Es igual en este caso de estafa a gran escala, los culpables son los directivos de Interbolsa que con su mala fe causaron el descalabro y afectaron la vida de centenas de personas, además de poner en jaque todo el mercado accionario colombiano.

Sin embargo, sí podemos hablar de responsabilidades compartidas, pues, así como en el caso del atraco la Policía es responsable de cuidar al ciudadano y el ciudadano es responsable de evitar en la medida de lo posible situaciones peligrosas, en el caso que nos concierne tanto entidades de vigilancia y control como usuarios tienen su cuota de responsabilidad.

No obstante, hay un cuarto actor, menos directo, pero no necesariamente menos importante. Es el periodismo económico, o más bien, los periodistas económicos del país, que también se llevan su dosis de responsabilidad por lo sucedido.

Partiendo de la base de que el periodismo, en todas sus modalidades y campos de acción, tiene una responsabilidad social, podemos afirmar que en este caso los profesionales dedicados al periodismo económico pecaron por omisión. La razón de esto es que resulta al menos llamativo que entre todos los periodistas económicos de todo el país, que suponemos son personas altamente capacitadas y conocedoras del tema, ninguno dio una campanada de alerta sobre la situación de Interbolsa hasta que se vino abajo.

Valencia relata que, en su labor periodística para escribir el libro, posterior a la debacle, descubrió que muchas de sus fuentes sabían que algo raro pasaba con Interbolsa y que la desconfianza en el mercado accionario era generalizada. Salta entonces a la vista que había indicios de lo que estaba ocurriendo y resulta poco honroso para los periodistas el hecho de que ninguno se haya percatado.

Por supuesto, hay que tener en cuenta que apostar por el resultado de un partido una vez terminado es sumamente fácil y no tiene ningún mérito. De igual forma, viendo lo sucedido en retrospectiva es fácil juzgar y preguntarse cómo nadie se dio cuenta. No obstante, era el trabajo de los periodistas hacerlo, para cumplir con su rol social como vigías y encargados de hacer sonar las campanas ante las irregularidades. Si Interbolsa era un partido, era de aquellos en los que se sabe desde el inicio que va para goleada.

Entonces, ¿por qué el periodismo económico del país falló al vaticinar el desenlace de la historia? Las razones pueden ser varias, pero, presumiendo la buena fe de los profesionales de la comunicación, se puede achacar a la falta de atención y ‘olfato’ periodístico. Sin embargo, y a riesgo de caer en el cinismo, tampoco podemos descartar otras motivaciones. Los directivos de Interbolsa eran personas que ocupaban distinguidas posiciones en la vida nacional, tanto en el ámbito económico como en el social y el político. No sería descabellado que algunos periodistas hayan pasado por alto las señales de alerta motivados por la influencia de sus directivos, bien fuera por miedo o ambición.

Corresponderá al tiempo y a la Justicia dar mayor claridad sobre lo ocurrido. Desde luego, los periodistas no fueron quienes se robaron la plata ni quienes hicieron los malos manejos, por lo cual no tienen culpa en lo sucedido. Pero deberán, como ‘gremio’, hacer una profunda reflexión y autocrítica sobre su papel en estos sucesos y pensar en cómo pueden corregir sus posibles errores, con el objetivo de cumplir a cabalidad con lo que la sociedad espera de ellos.

 

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