Esta es una respuesta que le escribí al concejal de Bogotá, Jorge Durán Silva, luego de que utilizara la palabra mujerzuelas para denominar a las lesbianas.
Estimado concejal:
No tengo ni la menor idea de quién es usted. Es más, lo vine a ver por primera vez ayer luego de que saliera con tan desatinado comentario acerca de las mujeres que gozan, léalo bien, GOZAN de ser lesbianas.
¿Mujerzuelas nos ha llamado? Sí, es que yo también entro en esa colada, entérese usted, y no sabe en el lío que se ha metido al venir a caer en mi blog.
Así que mujerzuelas. Está bien. Pero permítame le pregunto, ¿usted sí sabe lo que se siente abrazar por la espalda a una mujer? Bueno, disculpe la impertinencia, aunque yo creo que sí lo recuerda, pues en sus fotos logro notar que no está tan decrépito como Gerlein, para nada, ni más faltaba. Y no se me ofenda, que si usted llega a caer en una columna de Daniel Samper Ospina, ahí si que lo vuelven (...). Agradezca, papito, agradezca mi humildad.
Sigamos con las preguntas, honorable político, o HP pa' que no se demore tanto en leerlo. ¿Usted alguna vez se ha detenido a acariciar con la yema de los dedos a una mujer, acariciarla tanto hasta llegar al punto de tener miedo a desgastarla? ¿Usted ha posado su nariz en el cabello de una dama? Déjeme ir más allá. ¿Usted se ha detenido a explorar con su nariz el monte que esconden las mujeres en su parte más íntima? ¿Lo ha hecho? ¿Ha gozado de eso?
Dígame, concejal Durán, ¿una noche cualquiera se detuvo a contar, siendo cómplice de alguna tenue luz, los lunares de una piel morena? ¿Los contó y besó a cada uno y cuando perdió la cuenta volvió a empezar? Para no ir tan lejos, ¿puede recordar qué se siente acariciar y morder un pezón, sobre todo el izquierdo, y sentirse casi adentro del corazón de una mujer?
(...)
Jorgito, eso de abrazar a una mujer y detenerse a olerle hasta las uñas, de jugar al soldado perdido en el monte de venus, al coleccionista de lunares, al astronauta queriendo llegar a la luna de los senos, (...) y aún así lo único que proporciona es amor, placer y del más grande, del inagotable; eso de hacerle el amor a una mujer, eso no tiene nombre. Eso no logra describirse ni con poemas, ni con las frases más hermosas jamás inventadas.
Jorgito, es que como te lo explico. Ser mujerzuela, mujerzuelo en tu caso, ese es el pecado por el que iré mil veces al infierno, según el procurador Ordóñez, y eso me tiene sin cuidado, ¿si me entiendes? Hombre, cómo me voy a preocupar por eso si estoy muy ocupada deseando a una mujer (solo a una Jorgito, no hay que ser garosos en esta vida). Volvamos a las preguntas. ¿Algunas vez te pasaste la noche en vela pensando en una chica que no te da ni la hora? o ¿mientras tu jefe o profesor hablaban, fingías tomar apuntes cuando en realidad le escribías una carta? ¿Alguna vez dijiste: no veré porno porque mi amada merece que le sea fiel en todos los sentidos? ¿Alguna vez te sentiste más baboso de lo que evidentemente ya eres por una mujer?
No, yo creo que a todas mis preguntas la respuesta es no. Pobre de tus mujeres, si es que las has tenido. Seguro eres de esos salvajes que toma viagra, se desnuda y agarra a una mujer sin permiso ni romanticismo y (...). Es más, si ellas supieran lo que es ser una mujerzuela, como has señalado a la fémina que gusta de otra, sin duda alguna le darían vuelta al sartén, es que del otro lado la arepa se disfruta más.
Que tenga buena semana, estimado concejal.
Con el mayor de los respetos,
Lola.
*Nota ciudadana