Caroline Kennedy le sirve el almuerzo a los refugiados venezolanos en Cúcuta

Caroline Kennedy le sirve el almuerzo a los refugiados venezolanos en Cúcuta

La única hija de John Kennedy hizo una visita sorpresa a la frontera y compartió con los desesperados venezolanos expulsados por el régimen de Maduro

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enero 23, 2019
Caroline Kennedy le sirve el almuerzo a los refugiados venezolanos en Cúcuta

Caroline Kennedy, la única heredera del emblemático presidente de Estados Unidos John Kennedy, aterrizó en el aeropuerto Camilo Daza, vestida cómodamente de pantalón caqui y camisa blanca. No venía de observadora, estaba dispuesta a remangarse y vivir de primera mano las dificultades cotidianas de los 1000 venezolanos que cruzan diariamente la frontera, hambreados, destechados, desesperanzados. Llegan sedientos después de atravesar trochas entre las piedras del cada vez más seco río San Antonio o por el vigilado puente Simón Bolívar. De cualquier manera, por más dura que sea el horizonte, cualquier oportunidad  es preferible frente a la desesperada situación que los expulsa de su país.

Caroline Kennedy llegó, casi de sorpresa  a la casa de la Divina Providencia donde la recibió el padre José David Caña a las once de la mañana. No permitió cámaras de video. Venía a conocer de primera mano el trabajo del Comité Internacional de Rescate (IRC), con el que trabaja como embajadora de buena voluntad. Una fundación dedicada a la atención de crisis humanitarias, como la de Yemen, el Salvador y la de Venezuela. Esta última, una situación tan extrema que llevó a Caroline Kennedy quien estuvo cuatro años como embajadora del gobierno del demócrata Barack Obama en el Japón. El año pasado regresó a su país a comprometerse con causas humanitarias en los que poblaciones desprotegidas viven en el límite por cuenta de conflictos internos.

Allí estuvo junto al padre Caña repartiendo almuerzos y acompañando a los refugiados venezolanos. Llegan con lo poco que lograron rescatar del naufragio que casi siempre cabe en una maleta. La gran mayoría de los 442.462 venezolanos que han cruzado la frontera en los últimos cuatro meses se asientan en la localidad de La Parada. Allí, a diez minutos de Cúcuta, permanecen  durante semanas en dolorosas condiciones. Pueden haber cincuenta venezolanos compartiendo una sala que les alquilan a $ 3 mil pesos por cabeza. Para poder orinar en esos lugares los dueños les cobran $ 500 pesos. Si necesita defecar el cobro es de $ 2 mil. Incluso si se quiere dormir en la banca del parque del corregimiento se cobra $ 1 mil pesos.

Por eso, a sólo un kilómetro del puente Simón Bolívar, está desde principios del 2017 la Casa de Divina Providencia, fundada por el sacerdote José David Caña Pérez. Nacido en Gamarra Cesar hace 42 años, vivió buena parte de su vida en Venezuela cuando sus papás, en la década del noventa y como tantos otros colombianos, se fueron a vivir a Caracas buscando un mejor distinto. De esa época recuerda cuando los venezolanos arrojaban las vísceras del pollo a la basura y sólo se comían la pechuga. Una situación que contrasta con la crisis humanitaria que hoy tiene encendida a Venezuela.

Ordenado el 11 de diciembre del 2004, este joven sacerdote tiene un poder de convocatoria legendario. A llegado a reunir a más de 2.500 feligreses en canchas de fútbol de la frontera en mega eventos en donde ha podido recolectar los fondos para entregar, sólo en el 2018, 500 mil almuerzos. Cada día atiende a 1.500 venezolanos que, llevados por el voz a voz, ha convertido a la Divina Providencia en un hogar de paso obligatorio. El padre, en su pequeña cocina ubicada en un patio, cuenta con 50 personas, casi todas voluntarias, que preparan el almuerzo a los venezolanos.  El almuerzo muchas veces es mute santandereano y todos coinciden en que la casa huele a leña quemada, un olor a hogar que endulza un poco las penurias que arrastran los venezolanos en medio de su tragedia.

Su labor le dio el Premio Portafolio en diciembre del 2018 y llamó la atención de Caroline Kennedy, política dirigente del Partido Demócrata y única hija viva de John Fitzgerald Kennedy, presidente norteamericano asesinado en noviembre de 1963.

Caroline Kennedy visita el hogar de paso creado por el padre Caña.

La hija de JFK en La Parada, frontera con Venezuela.

Caroline Kennedy sirviendo un almuerzo. Kennedy, dedicada a la filantropía, llegó a la ciudad a entregar una considerable donación a una ONG cuyo nombre no se reveló.

Caroline Kennedy llegó en visita sorpresa a Cúcuta. No pasó la noche en la ciudad y no dio declaraciones a la prensa. Acá coordinando la entrega de 2.000 almuerzos

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