A estas alturas, solo un necio puede seguir creyendo que el cambio climático es un engaño. La frecuencia de condiciones meteorológicas extremas ha aumentado mientras devastadores incendios forestales causan estragos en vastas zonas de Australia, la costa oeste de Estados Unidos, Canadá y el Mediterráneo. Cada año que pasa se baten nuevos récords de temperatura.
Desde la década de 1970, los científicos predijeron que seguir quemando combustibles fósiles provocaría un aumento de la temperatura mundial. Las compañías petroleras ocultaron activamente esta información y, cuando se filtró, iniciaron una campaña de propaganda y desinformación para contrarrestarla. Esta es quizás la consecuencia más fatal de las noticias falsas en la historia de la humanidad.
A pesar de que las grandes petroleras son las principales responsables de esta crisis, no son las únicas culpables. Los ecologistas también deben compartir parte de la culpa por su oposición al desarrollo de la energía nuclear; uno de los errores más graves de la humanidad en los últimos 50 años.
Las emisiones de CO2 de la energía nuclear son sólo una fracción de las de otras fuentes de energía.
Aquí va la gráfica de la huella carbono de los distintos tipos de energía:
Tomado de https://www.polytechnique-insights.com/
Francia presume de tener la huella de carbono per cápita más baja de los países del G7 gracias a que el 70% de su electricidad se genera mediante energía nuclear. En comparación, es casi un tercio de la de Estados Unidos y casi la mitad de la de Alemania o Japón.
Contrariamente a lo que podría pensarse, la energía nuclear destaca por su tasa de mortalidad notablemente baja por unidad de electricidad producida.
A diferencia de las grandes petroleras, el pecado de los ecologistas no fue la codicia, sino el dogma.
La energía nuclear podría habernos ayudado en la transición a las renovables y habría seguido siendo importante para ciertos usos específicos o como reserva. Pero el momento de que la energía nuclear se convirtiera en una parte importante de nuestra combinación energética ha quedado atrás. Hoy en día, la energía solar y la eólica han superado a la nuclear en rapidez y rentabilidad a la hora de aumentar la producción eléctrica.
En la actualidad, podríamos estar a punto de cometer otro error importante. Tanto Europa como Estados Unidos están invirtiendo cantidades sustanciales en subvenciones para la producción de baterías y vehículos eléctricos.
En efecto, la electrificación del transporte es vital para alcanzar los objetivos de emisiones netas cero. Sin embargo, para la transición, los híbridos enchufables, del tipo que tiene una batería que necesita recargarse pero también un motor de combustión interna (MCI), podrían ser una mejor solución que los vehículos totalmente eléctricos (VE).
Mientras que los híbridos enchufables emiten más CO2 durante su funcionamiento que los VE, la producción de VEs genera un 40% más de emisiones de CO2 debido a la extracción de minerales como el litio, el cobalto y el níquel necesarios para la producción de baterías. Un VE puede tardar entre 45.000 y 109.000 km en generar menos emisiones que un vehículo no eléctrico de tamaño similar.
Debido a la “ansiedad de autonomía” de los consumidores, las empresas automovilísticas están construyendo baterías más grandes que pueden funcionar durante distancias más largas sin necesidad de recarga. Pero cada una de estas baterías de larga autonomía utiliza metales suficientes para producir seis híbridos enchufables.
Dado que la mayoría de los viajes en coche cubren distancias cortas, los híbridos enchufables pueden funcionar predominantemente en modo eléctrico, generando casi las mismas emisiones que los VEs. Del mismo modo, debido al coste significativamente menor de hacer funcionar un coche con electricidad en comparación con el combustible, los conductores preferirán utilizar sus híbridos en modo eléctrico tanto como sea posible.
Además, los híbridos enchufables son más asequibles, lo que permite una tasa de adopción más rápida entre el público en general. Por último, existen obstáculos considerables a la capacidad de Europa y Estados Unidos para extraer los minerales necesarios para sustituir el parque automotor actual por VEs sin depender excesivamente de China.
Al igual que la energía nuclear fue una alternativa adecuada en su momento, hoy en día los vehículos híbridos enchufables parecen más convenientes para una transición más rápida hacia cero emisiones. El reto del cambio climático es tan grande y estamos actuando con tanta lentitud que no podemos permitirnos cometer más errores.
