Buenaventura ¿La paz del futuro?

Buenaventura ¿La paz del futuro?

Los recientes enfrentamientos en la comuna 12, sumados a los 1.100 homicidios reportados han vuelto a prender las alarmas

Por: Juan Camilo Medina Scarpetta
febrero 18, 2016
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Buenaventura ¿La paz del futuro?

Mientras el país camina hacia la dejación de armas de los grupos guerrilleros, hacia la reconciliación y una vida menos violenta, en la ciudad —con— puerto, se han desatado nuevas formas de violencia mucho más salvajes de lo que hasta ahora la guerra nos ha presentado, entre ellas lo que sucede en las 'casas de pique' ha sido una película de horror y barbarie. Nuevas formas de violencia advertidas por expertos del posconflicto, hacen parte de la reciente historia que han padecido los bonaverences. La ciudad debería ser hoy por hoy el laboratorio más grande de posconflicto.

Los múltiples y complejos conflictos sociales que se entrelazan para lograr esa extraña forma de vivir —para muchos sobrevivir— no tienen punto de comparación para un territorio de tal dimensión e importancia estratégica. Una mirada detenida sobre esta realidad configura una visión de un posible futuro que nos espera a los colombianos a la vuelta de la esquina posterior al desarme de las guerrillas y reintegración a la vida civil.  Pero la ausencia de las guerrillas en la persistencia de una catástrofe social no es el único elemento que nos aproxima a una prospectiva de la paz. El modelo económico y político son concordantes como afluentes del mismo cause.

La violencia no se detiene.  Los recientes enfrentamientos en la comuna 12, asesinatos por toda la ciudad, las extorsiones y cuerpos desmembrados que suman más víctimas a los más de 1100 homicidios reportados desde el 2008, han vuelto a prender las alarmas.  El paramilitarismo, que nunca se desmovilizó y mantiene las estructuras y prácticas más vigentes que nunca, continúan una cruenta disputa por el territorio, ya no con grupos guerrilleros como en otrora, sino entre ellos, dentro del territorio urbano, principal escenario de escarmiento en los últimos años a pesar de ser una de las ciudades más militarizadas del país, lo que marca un horizonte inverosímil en el cauce que transitamos. ¿No es esta una razón necesaria y suficiente para prestar toda la atención a este punto del mapa?

Por otro lado, desde hace mucho tiempo han venido desmantelando lo público.  El 21 de diciembre de 1993 se dio una estocada de muerte al cada vez más frágil ecosistema social de la época. A manos de Cesar Gaviria se privatizan los Puertos de Colombia (Colpuertos), aplicando la receta neoliberal encubierta bajo el eslogan de la «Apertura Económica».  Los dieron en concesión bajo la falacia de la democratización económica, modernización, reducción de costos, antiburocratización y anticorrupción. De estas razones, la modernización ha sido necesaria y en los últimos años se ha venido haciendo, por las demás esta receta dista de haber sido cura para tales enfermedades dictaminadas.  Es así, como recientemente se plantea una reconcentración de la actividad portuaria que estaba en más de un centenar de empresas prestadoras de los más variados servicios, de la cual vive más del 70% de la población, argumentando los mismos males por los cuales se privatizó. Pero eso no es todo, a aquella decisión se suma a la de privatizar el acueducto y alcantarillado de la ciudad so pretexto de deterioro y limitaciones en la red para garantizar de suministro continuo. El gobierno nacional ha entregado más de 60 mil millones de pesos para remediar tremendas fallas; dinero que se esfumo entre contratistas incumplidos y estudios de la empresa paisa Hidropacífico sin que hayan mayores consecuencias legales. Hoy, son frecuentes las protestas, actos simbólicos, bloqueos de vías y quemas de llantas. El agua nunca llegó las 24 horas y la contaminación es innegable. La 'cura' se convirtió en cáncer.

Recorriendo la misma senda, la corrupción campante es exorbitante (como si hubiese algún nivel de tolerancia). Por medio de la tercerización o colegios en concesión se robaron la educación de una generación completa, el Distrito llego a recibir para el 2011: $59.000 millones para educar a 37.000 estudiantes que nunca estuvieron en las aulas de clase, crearon ‘estudiantes fantasmas’.  Pero esto no fue óbice para que un alcalde condenado se hiciera elegir nuevamente, ni tampoco lección para el siguiente, capturado también por un delito semejante. Y es que en la ciudad —con— puerto la política está íntimamente ligada al delito, sea por corrupción, actores armados, narcotráfico, entre otros. Los proyectos son todo un 'botín de guerra' que jamás serán desarrollados como se espera. La ética es un bien exótico que parece escasear en estas tierras. El «usted me financia y yo lo contrato» opera en forma descarada en la elite política bonaverence que tiene capturado al Estado, así es como en cada periodo pueden estar los mismos funcionaros en distintas dependencias sin distinción ideológica alguna y en muchos casos sin preparación necesaria. "El clientelismo y la corrupción no son política, son conductas delictuales" decía alguna vez el maestro Carlos Gaviria Días.

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A pesar lo anterior y de unas elecciones donde fue mancillada la legalidad, inició un nuevo periodo sin que termine la catástrofe social que se vive en la ciudad con el puerto más importante de Colombia. Ante esta situación catástrofica, los bonaverences necesitan —tome nota alcalde Eliecer Arboleda— reparar su presente para que el país esperanzadores de una vida pacifica, una vida propia.  Para ello es apremiante sentir que no son ciudadanos de cuarta categoría, ni extranjeros en su propio territorio, que es mucho más que un puerto y desde tiempos ancestrales ha sido soporte y sustento para la vida. Se requiere poner a operar a toda su capacidad el Hospital Distrital con el más alto grado de compromiso para que la agonía cese ante la salud.  También, terminar con la tercerización de la educación pública e invertir decididamente en las instituciones públicas para garantizar la capacidad y condiciones necesarias para la formación, pero no basta con infraestructura para sacar a nuestra juventud del atraso educativo, es necesario hacer valer la profesión docente, que se termine el 'man'que profe' (expresión de súplica laborar) pues no todo mundo puede serlo como hoy sucede.  A su vez, es necesario buscar decididamente mejores condiciones laborales que termine de una vez por todas la neoesclavitud en la que están tantos obreros sumidos en la pobreza, que no saldrán de ella pero que además la alimentan entregándole sus hijos, pues hoy, no basta con el trabajo del padre como antes de la privatización de Colpuertos, y aun así es insuficiente. Se necesita transformar esas relaciones laborales, caminar a unas más justas y equitativas, que garanticen el gozo de la vida plena, que permitan la formación continua, ascender, dirigir, administrar y no como se ve hoy que son los bonaverences quienes capacitan a quienes serán sus superiores; ovejas enseñándole a ladrar a los perros que las van a pastorear.

Hay muchos más elementos que ayudan a construir este camino: la vivienda digna, la interconexión vial, diversificar y potenciar los sectores productivos como el pesquero, reconfigurar del espacio público, construcción de escenarios deportivos (como se iniciado), promocionar la cultura y el arte, dar control de los precios sobre los alimentos y servicios públicos domiciliarios, y tanto más, pero sin un vuelco definitivo este camino se deshace como espejismo de un futuro mejor. Es necesario un hito, una ruptura o un punto de quiebre en la reciente historia, alterar el contínuum y modificar las condiciones primarias para que la vida florezca. Es necesario iniciar por redistritalizar o desprivatizar o hacer nuevamente público el acueducto. Suspender definitivamente el contrato con Hidropacífico por incumplimiento (12 años) de los términos y crear una empresa pública que al fin garantice el agua potable las 24 horas a todos los bonaverences. Mantenerla es la mayor deshonra, pues muestra el desprecio soterrado de quienes lo administran hacia sus clientes, presos de tal transacción comercial. Iniciar por allí es el camino, devuelve el honor y amor propio a los bonaverences, además de generar condiciones para alcanzar la vida plena. Pero nada de esto es posible mientras la corrupción sigue rampante pues ya hizo carrera política y asumió la totalidad del cuerpo como un colosal esperpento, pero es posible dar la batalla, hacer resurgir Buenaventura, que su presente sea un ejemplo de paz, convivencia y buen vivir.  Esta no es una tarea no esta en las manos de todos. El señor alcalde Eliécer Torres Arboleda tendrá que decidir de qué forma pasa a la historia; si como el alcalde con el que la gente fue primero (como reza su eslogan) o como sus predecesores sin haber levantado una sola bandera de cambio y presos. Así pues, Buenaventura es un territorio de una profunda complejidad donde la población sobrevive a los vejámenes de la guerra, del modelo económico y su clase política. Las condiciones actuales son un posible futuro del país, por ello es necesario y oportuno un viraje categórico donde la redignificación de vida es el pilar esencial para la transformación de este dantesco conflicto social, económico, político y armado.

 

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