Sitio turístico de Cartagena que las empresas de turismo ofrecen conocer.
Llegas a eso de las nueve de la mañana y desde unos parqueaderos rústicos, sin ningún tipo de señalización, caminas unos pocos metros por unas escalas improvisadas y pasas por detrás de las cocinas que preparan los pescados para los visitantes. Una oleada de moscas y un aviso de "no sea puerco" son la entrada a la playa.
Basuras y desperdicios por doquier. Te alquilan un pequeño sitio para estar resguardándose del sol, primera línea a 80.000 pesos, segunda línea a 70.000 y tercera línea a 60.000, y solo a dos metros caminas por la playa Blanca que recibe un mar azul turquesa.
La magia del sitio se pierde por la cantidad de lanchas y embarcaciones que constantemente llegan y salen, el grito de "cuidado" para que no sea golpeado por la estructura. Un total desorden donde se mezclan dichas embarcaciones con las cabezas de los turistas y el humo de los motores de las las lanchas. Playa Blanca o más bien playa Olvidada, sin orden, explotada al máximo por unos cuantos y al parecer sin presencia del Estado.
¿Quién pone orden allí? ¿A quién le interesa realmente el sitio? Que con un poco de cultura sería digno de mostrar a colombianos y extranjeros. A las tres de la tarde ya hay que estar en el bus para regresar a Cartagena y ¿saben cuántas horas tardó el bus en poder salir de uno de los dos parqueaderos que hay?... Cinco horas, sí, cinco horas para poder salir, increíble pero pasa en Colombia.
Y los lugareños cobrando nuevamente para dar vía de salida. Playa Blanca de Barú nos recuerda la ignorancia, la pobreza, la desidia, la viveza de algunos, ese lado que no es digno de mostrar de los colombianos.
