Debo admitir que la determinación de monseñor procurador Alejandro Ordóñez me molestó demasiado. No soy ‘petrista’ pero tampoco estoy en la oposición, y considero que, si bien se cometió en la implementación de un modelo de recolección, el caos que suscitó no fue suficiente para acabar Bogotá o la muerte de varias personas, sin negar que la situación fue grave y compleja. La destitución y la inhabilidad por 15 años me parecen decisiones desmedidas para el caso, más aun cuando la ciudad ha tenido alcaldes que han cometido peores actos administrativos o han robado dinero en complicidad con funcionarios. Siento realmente que el fallo del procurador contra el alcalde Gustavo Petro no viene solo por su función sino que tiene un tono político claro, o de lo contrario ¿Por qué una inhabilidad tan larga para el ex guerrillero?
Ex guerrillero, esa es tal vez alguna de las cosas que más molesta a muchos, y eso me lleva a preguntarme ¿Qué tan preparado está un país para la paz cuando parte de este no admite que un ex guerrillero ocupe un cargo público? Mas aun cuando este hace años ha dejado la luchar armada y se dedicó a la política. Es casi como si esa parte del país creyera que lo que queda es la sustracción total de la materia, algo que a mi me parece escalofriante.
Pero volviendo al servidor público que se cree cura, me sorprende que teniendo tal nivel de severidad con un caso como el de Petro, haya sido tan clemente con otros casos como los nexos como paramilitares, a los cuales exoneró, aun cuando fueron casos graves también ¿Apoyar y promover grupos armados que se dedicaron a asesinar campesinos y despojarlos de sus tierras? Eso es muy serio, más aun cuando se es condenado judicialmente por ello, como el caso de Ciro Ramírez. El rasero de Ordóñez es curioso, es posible que Ramírez haya rezado y pedido la absolución ¿Será eso lo que hace falta? Y de ser así, le diría a Petro que lo hiciera, aun cuando creía que vivíamos en un estado laico, que bastaba ser correcto y respetuoso para convivir, y no declararse parte de una iglesia.
Para algunos la destitución fue una orquestación, como lo dijo las 2 Orillas gracias al testimonio de Otty Patiño, director del observatorio de la Secretaría de Cultura de Bogotá. Un plan dirigido a asegurar una presidencia para el 2018, cuando el uribismo cuente con un candidato que pueda ganar las elecciones. Se supo de esto porque Francisco Santos quería el aval de un partido para lanzarse a la alcaldía, puesto que ya sabía de antemano de la destitución, y acudió a Rodrigo Rojas, director de la ASI (Alianza Social Independiente) para tal fin. El primo del presidente no quería tener el aval del Centro Democrático porque había salido en muy malos términos luego de la elección del candidato a la presidencia.
Las revelaciones sobre las maquinaciones no se quedan ahí, porque Emilio Tapia, testigo de la fiscalía en el caso del Carrusel de la contratación de Bogotá, narró en una entrevista el Espectador que el caos fue premeditado también por los operarios privados porque se les sacaría de un negocio donde se les entregan $2,4 billones de pesos. Tapia conoce de primera mano todo lo que tiene que ver con la recolección de las basuras en Bogotá porque tuvo a su cargo la licitación de esta función en la alcaldía de Samuel Moreno.
Dios nos proteja de otros funcionarios, que se juran la ley y la voz de la verdad, pero que se parecen más a la inquisición, una de las mas oscuras caras de su iglesia.
