Atacar la corrupción o implementar los acuerdos: el dilema del nuevo presidente de Colombia

Atacar la corrupción o implementar los acuerdos: el dilema del nuevo presidente de Colombia

En el 2018 el sucesor de Santos deberá elegir o una cosa o la otra

Por: Yacila Bondo
enero 29, 2017
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Atacar la corrupción o implementar los acuerdos: el dilema del nuevo presidente de Colombia

El impacto mediático que genera Claudia López en las redes sociales habla por sí solo, ella es una mujer fuerte, inteligente y nada convencional, es una mujer a la que admiro, y de la que creo que aporta cosas positivas a la política colombiana. Haber anunciado su intención de aspirar a la presidencia de la república, en las próximas elecciones presidenciales para 2018, de una forma anticipada, incluso antes que cualquier otro aspirante, le ha dado una ventaja mediática que nadie puede negar, y el tema que ha puesto como punto principal en su agenda política -la corrupción- llama por sí solo, ya que este, junto con el del conflicto armado, han sido los principales temas de debate en la opinión pública y en los distintos sectores políticos, dado que para muchos, son también los principales problemas que han aquejado a nuestro país, frenando su desarrollo.

Entonces, habiéndose firmado un acuerdo de paz con el grupo guerrillero más importante del país, estando en curso el proceso de paz con las guerrillas del ELN, habiendo dado ese primer paso hacia la terminación de un histórico conflicto armado y la materialización de la tan anhelada paz, ¿qué otro tema queda en la agenda nacional para atacar de frente, y solucionar los males que nos han arrastrado siempre? ¿la corrupción? No, señores y señoras, la IMPLEMENTACIÓN, es un tema que no estaba antes; pero que está ahora, y debe ser el principal tema de la agenda nacional, al que todas las fuerzas políticas se deben unir. La implementación de los acuerdos de paz alcanzados con las FARC, debe estar en el centro de la agenda política, para garantizar la materialización de lo acordado.

En su momento, fui una de las primeras que dije que, dado que el conflicto ya no es el centro del debate público, la ciudadanía debería asumir una postura más vigilante con los representantes que elegimos y con los funcionarios y empleados públicos. Pues bien, ahora pienso que caí en el error de la ligereza mediática, al igual que las figuras políticas que se están perfilando ahora como posibles candidatos presidenciales. Después de analizar todo el boom mediático que está generando la propuesta de Consulta popular anticorrupción de Claudia López, que ciertamente es una propuesta muy buena para frenar este flagelo en el país, después de observar como algunos de las figuras públicas de un carácter más progresista, que se perfilan como posibles candidatos a las próximas elecciones presidenciales, también han puesto el tema de la corrupción como su bandera política, Gustavo Petro, Jorge Robledo, y Sergio Fajardo, (que más que progresista es un inmediatista político)  he empezado a preocuparme un poco, porque estas personas, que representan una gran fuerza política que podría ser favorable para la implementación de los Acuerdos de Paz de la Habana, parece ser que han olvidado ese importantísimo tema, este no aparece en su agenda, ni en sus declaraciones, parece ser que saltamos de la firma a la paz, olvidando todo lo que se encuentra en medio, como si haber firmado un acuerdo sea garantía de paz, como si haber firmado el acuerdo con las Farc, diera por terminado el conflicto social y armado en Colombia.

Empieza a dar la impresión de que más que olvidarlo, lo están obviando, y también empieza a dar la impresión de que lo obvian más por una cuestión de estrategia política y mediática, que de importancia en la agenda nacional. Con respecto a Sergio Fajardo esto no me sorprende, ya que nunca ha definido abiertamente su postura con relación a la paz, pero de los otros tres sí, porque pareciese que estuvieran jugando el juego de la política tradicional, apartarse de aquellos debates que son sensibles a la opinión pública, y que no hacen parte de la agenda política de su partido, reforzar la figura de amigo - enemigo, negándose a ver a los ex combatientes de las Farc, como futuros actores políticos, pareciera que estuvieran jugando el juego de cada cual en su propio rancho, o sálvese quien pueda, o los buenos contra los malos.

Yo hago un llamado a la cordura, e invito a Claudia López, a Gustavo Petro y a Jorge Robledo, -y hasta a Sergio Fajardo-, que actúen conforme a los principios que siempre he creído que tienen, que en vez de hacerse los de la vista gorda con el tema de la implementación de los acuerdos, se apropien de él, lo incorporen a sus agendas, que se unan al Gran Pacto Nacional Por La Paz, y que de manera conjunta, todos, tanto los futuros candidatos presidenciales, los distintos sectores políticos y sociales, que a pesar de sus criticas apoyaron el proceso de paz, así como una ciudadanía consiente y activa,  prioricemos la importancia de llevar a feliz término dicha implementación, tenemos que ser conscientes de que si la implementación falla, lo acordado fracasará, y habremos perdido la mejor oportunidad que hemos tenido en décadas para conseguir la tan anhelada paz. La implementación no es un problema solo del actual gobierno y de las Farc, la implementación es un asunto que nos toca a todos, por eso todos debemos asegurarnos de que se hagan efectivos de la mejor manera, para garantizar la finalización del conflicto.

El sentimiento del triunfo de la razón nos enaltece a todos, pero no podemos perder la objetividad, hay muchos problemas ahora que aquejan la implementación, más allá del absurdo escándalo generado por el baile entre observadores de la ONU y guerrilleros de las Farc. La paz que sentimos vivir ahora es relativa, es superficial, es débil, dejemos el triunfalismo a un lado, volvamos a poner los pies sobre la tierra, y llamemos las cosas como son, COLOMBIA ES TODAVÍA UN PAÍS EN CONFLICTO, el acallamiento de los fusiles de las Farc y del ejército no es la garantía de la paz, sí, pensemos en una Colombia sin corrupción, pero no invisibilicemos un problema sin resolver, más bien, pongámoslo en medio del debate público.

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