El asilo y el refugio: una condición negada de nuestro tiempo líquido

El asilo y el refugio: una condición negada de nuestro tiempo líquido

"Mientras las potencias mundiales cierran el paso a quienes huyen de la guerra, al mismo tiempo se quejan de las mafias que alimentan la movilización ilegal"

Por: Hugo Paternina Espinosa
junio 29, 2017
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El asilo y el refugio: una condición negada de nuestro tiempo líquido
Foto: National Geographic

En el año 2000, la Asamblea General de Naciones Unidas tomó la decisión de conmemorar el 20 de junio como Día Internacional de los Refugiados, esto con el objeto de rendir tributo a las cinco décadas de existencia de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. De este modo nació la visibilización institucional de este drama que viven millones de personas en el mundo, las cuales han tenido que abandonar sus hogares por razones de persecución racial, religiosa, pertenencia a un grupo social determinado o convicciones políticas.

A estos factores de persecución históricamente concebidos, hay que agregar que desde hace poco tiempo Naciones Unidas viene insistiendo para que se brinde protección internacional a quienes huyen de otras formas de persecución, entre las cuales se incluyen: orientación sexual, violencia machista, mutilación genital y albinismo. Y ello para no hablar que desde hace un tiempo relativamente importante ha cobrado fuerza el refugio y el desplazamiento por razones ambientales.

Estas persecuciones han dado como resultado que al menos 65.6 millones de personas hayan tenido que abandonar su residencia habitual (ACNUR, 2016). En efecto, unas lo han hecho en calidad de refugiados/as, es decir, que se han visto obligadas a cruzar una frontera internacional, y otras en condiciones de desplazadas internas, lo que equivale a cambiar de lugar de residencia pero no de país.  Dicho esto, la población refugiada suma algo más de 22.5 millones y la desplazada interna más de 43 millones. Si sumamos toda esta población o —tragedia colectiva para ser más exactos—, una y otra constituirían un país del tamaño demográfico de Francia o seis veces Portugal, lo que nos da idea de la extensión y profundidad del drama y el dolor. Si el número de personas desplazadas internas ha aumentado de modo considerable, sin duda, es porque no es fácil para muchas de ellas cruzar una frontera internacional. A esto hay que sumar que el “cierre de fronteras” está operando en los países del norte y en no pocos del sur, y también que se están imponiendo soluciones locales al tema del desplazamiento forzado. Que no huyan parece ser la consigna.

Se busca a toda costa que no salgan de sus países o a lo sumo que se queden atrapados/as en sus áreas más cercanas. Se trata que la hospitalidad no la encuentren en Europa ni en EE.UU.-Canadá. La idea suprema que anida esto es que los/as candidatos/as a ser refugiados/as se lo piensen dos veces antes de salir a la experiencia exílica. De hecho, a las voces xenófobas y racistas en EE.UU. y Europa se les escucha decir sin ningún rubor que: “tienen que saber que si vienen como refugiados/as les irá peor que en sus países en guerra. Aquí les haremos la vida imposible”. La profecía se está cumpliendo. Así, no es raro ver un centro de acogida ardiendo en cualquier ciudad de Alemania o a refugiados/as agredidos/as en otros lugares de Europa tratando de cruzar una frontera. La firma del acuerdo suscrito entre la UE y Turquía para convertir a este último país en el mayor centro de internamiento de migrantes y refugiados/as en la época contemporánea, que duda cabe,  es un claro ejemplo de esto. Y ello para no hablar del estigma que pesa sobre  asilados/as y migrantes desde las altas esferas del poder y también desde la base de distintas sociedades. Para Viktor Orbán, Primer Ministro de Hungría, por ejemplo,  todos los terroristas son migrantes [y refugiados]. Y para Jonathan Rutherford, igualmente, migrantes y  [refugiados/as] “Transportan las malas nuevas desde un rincón lejano del mundo hasta nuestras puertas” (Rutherford, 2007:60 citado en Bauman, 2016:21)

De la invectiva supurante de prejuicios y estigmas contra migrantes y refugiados/as como las expuestas por Orbán y Rutherford se alimenta el odio y el miedo que se vive en amplios segmentos de la sociedad. Este miedo y odio forman un compuesto alquímico que se expande como una mancha de aceite por el cuerpo societal de muchos países, situación que se traduce de modo acelerado y complejo en el avance de partidos xenófobos, racistas, islamófobos y anti-migracionista desde Noruega a Londres.

El discurso esgrimido por estos partidos es infundir miedo y odio entre la población connacional contra migrantes y refugiados/as, sectores a los que acusan de traer enfermedades, robos, atentados y todo tipo de males. Una vez definido un régimen de subjetividad y representación que les define en su absoluta peligrosidad, estos partidos xenófobos y racistas llaman a construir muros,  imponer regímenes securitarios y de control, y levantar la moral de la nación presuntamente amenazada por esos migrantes y refugiados. Producto de este miedo tenemos hoy al Brexit, hijo en parte de la mixofobia y el odio al migrante y refugiado. En fin, se trata de tender sobre los refugiados y migrantes un cordón sanitario y evitar todo tipo de empatía y economía política de la solidaridad o la compasión para con ellos. Así con Bauman decimos:

Desde el momento en que, en la opinión pública, se los relega a la categoría de potenciales terroristas, los migrantes [y refugiados] pasan a estar fuera del alcance (y fuera de los confines) de la responsabilidad moral y, sobre todo, del espacio de la compasión y de aquello que nos impulsa a preocuparnos por las otras personas. (Bauman, 2016:36)

La situación de asilados y desplazados hoy es dolorosa. El drama es de tal magnitud que el ACNUR en su informe sobre la situación de los Refugiados en el Mundo señala que: 20 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares cada minuto en 2016. De los 22.5 millones de refugiados con que se cierra el 2016, 17.2 millones de ellos se encuentran bajo mandato del ACNUR, lo que equivale a que un país del tamaño y población de Guatemala está bajo protección de este organismo.

Toda esta tragedia por desgracia parece no tener fin, sobre todo porque Afganistán, Irak, Siria, Libia, Nigeria, República Democrática del Congo, Eritrea, Somalia, Colombia, Yemen y Sudán del Sur siguen desangrándose desde adentro y desde afuera. Desde adentro porque facciones enfrentadas siguen en su vorágine de infringir dolor, destrucción y muerte, y desde afuera porque intereses geoestratégicos, políticos y económicos de las grandes potencias mundiales alientan y apoyan a uno/os u otro/os bando/os enfrentando/os con el fin de garantizarse el acceso a recursos energéticos de carácter estratégicos, y también para hacer posible la conquista o consolidación de poder político con el que manejar el destino de un país o una región determinada. Este hecho suma dolor al dolor y se sabe perfectamente de las consecuencias de este comportamiento.

Crece el número de desplazados internos y refugiados a partir del 11S

Después de los trágicos sucesos del 11S, propio es recordar, los EE.UU. con la complicidad de la UE han puesto en marcha un dispositivos global de guerra contra todo aquel que amenace sus intocables privilegios. En su día los EE.UU. impuso la guerra global contra el terrorismo con su correspondiente lógica de guerras preventivas allá donde fuese necesario. Primero fue la invasión de Afganistán y después el derrocamiento de Sadam Hussein. La caída del otrora hombre fuerte de los EE.UU. en oriente medio estuvo motivada por el supuesto de acabar con las armas de destrucción masiva que se encontraban en su poder. Recordemos que a este vulgar bulo se sumó Tony Blair y el zafio José María Aznar. Pese a que las famosas armas nunca han aparecido, Aznar todavía certifica con gran dosis de cinismo que dichas armas existen. En realidad la invasión a Irak estuvo motivada por el interés de los EE.UU. y la UE de apoderarse de las reservas de petróleo de Irak, imponer a gobernantes obedientes sus dictados y ejercer desde aquí un dominio geopolítico y estratégico de la zona.

Las consecuencias de estas aventuras bélicas están a la vista, el desastre es inocultable. En Afganistán, por ejemplo, EE.UU. y la OTAN no han podido acabar con Al Qaeda, pero si han hecho posible que de modo considerable la población desplazada interna y refugiada de este país cotice al alza en el gran teatro especulativo del horror a nivel mundial. Producto de esto, hoy Afganistán exporta tanto opio como población refugiada y desplazada. La población desplazada interna en Afganistán  asciende a 4.7 millones de personas, es decir, que la misma equivale a casi dos veces la población de Lituania. El desastre no para aquí, pues en Afganistán la  “democracia”  y los derechos de las mujeres que prometieron los EE.UU. antes y poco después de la invasión siguen y seguirán siendo una quimera. Las mujeres viven igual o peor hoy que bajo el régimen Talibán. Esto es explicable: Karzai en su momento y hoy algunos de sus “amigos” gobernantes fueron y son señores de la guerra, solo que ahora protegidos como altos dignatarios por el binomio EE.UU.-OTAN.

Y si Afganistán es un campo seco en llamas, las facciones enfrentadas en Irak han convertido al país en un incendio que todo lo devora. El desmantelamiento del ejército iraquí y el desplome del Estado se han convertido en caldo de cultivo para el surgimiento de todo tipo de movimientos islamistas. En ese vacío el ISI y otras facciones han surgido con una probada criminalidad. Estas se enfrentan entre sí y también a las tropas norteamericanas y al “nuevo ejército iraquí”. La fractura chiíes-sunníes es animada y avivada por los EE.UU. y la UE, situación que se complejiza aún más como quiera que los kurdos buscan en este contexto de guerra afianzar sus posiciones afín de que sus reivindicaciones territoriales y demás sean tenidas en cuenta en un nuevo reparto global de recursos y político-territorial. El Irak que conocimos muy seguramente dará paso más tarde o más temprano a un país fragmentado y delimitados por raras fronteras étnicas, raciales y religiosas

Irak es un polo de atracción bélico y laboratorio para todo tipo de actor militar: interno y externo. Todas estas fuerzas han convertido al otrora Irak en un auténtico “agujero negro”. Ante el desastre, la población huye hacia adentro y hacia afuera. Irak ya no solo es rico por tener petróleo y albergar una vasta historia, cuna de la humanidad, por cierto, sino que también lo es por ser uno de los países del mundo que más  horror y dolor produce por metro cuadrado, hecho que se evidencia en los millones de desplazados internos y refugiados que crea de modo incesante.

EE.UU. y la UE organizan guerras y no asumen las consecuencias 

EE.UU. y la UE han contribuido a crear guerras y tragedias en distintos puntos del sur global, y nada parece que cambie en el corto plazo. Irak como Afganistán son espacios de inhumanidad, desesperanza y nihilismo colectivo. Lo más trágico de toda esta tragedia es que, EE.UU. y la OTAN contribuyen a agenciar la guerra y la barbarie civilizada en estos países y sin embargo no se hacen corresponsables de las consecuencias que estas guerras provocan. Un ejemplo de ello es que muchos de los afganos e iraquíes que buscan asilo y refugio en Europa ven como les cierran las fronteras. La Europa Fortaleza se impone y una suerte de neo-feudalización se abre camino. Y esto en el mejor de los casos, pues preciso resulta decir que el Mediterráneo se ha convertido en una gran fosa común para miles de ellos.

Y si Afganistán e Irak es una pradera ardiendo, Siria es el llano en llamas. EE.UU. y la UE interesados en acabar con Bashar al-Asad en beneficio propio y de Israel aprovecharon la primavera árabe para promover a grupos desestabilizadores de todo tipo. No cuidaron ni la forma. Se creyeron que la operación era fácil, de ahí que habían creado en silencio el gobierno que le daría el réquiem en paz al de Bashar al-Asad.  Muy pronto la conflagración se extendió por toda la geografía del país y con ella una gran dosis de violencia y contra-violencia.  Ante la arremetida de las fuerzas pro-norteamericanas, el gobierno de Bashar al Asad terminó por pedir ayuda a la Rusia de Putin, sustituto funcional de la vieja URSS en esta parte de oriente medio. El conflicto se ha agudizado y hoy en este país tienen presencia Rusia, Irán y la milicia de Hezbolá del Líbano. Todas estas tropas combaten junto a las fuerzas gubernamentales de al-Asad y se han convertido en el mayor de sus escudos. Si el régimen sirio no ha caído es por esta importante coraza.

Por otro lado, la coalición internacional encabezada por varias potencias europeas, los EE.UU. y las fuerzas rebeldes agrupadas mayoritariamente en el Ejército de Conquista, buscan sacar a al-Asad del poder. En este clima de violencia generalizada ISI ha logrado implantarse en importantes ciudades del país, especialmente en Alepo, Palmira y Raqa, esta última capital del califato.

A estos actores hay que sumar a los combatiente kurdos que luchan contra el régimen de al-Asad y también contra el ISI. A esta confrontación en territorio sirio ha pasado a sumarse Turquía, quien con el pretexto de luchar contra el ISI, aprovecha para atacar a las tropas kurdas agrupadas en el Peshmerga (Aquellos que enfrentan a la muerte). De sobra es conocido que Turquía no es nada amistosa con el régimen de al-Asad.

En esa guerra entrecruzada que se vive en Siria, la victima mayor es la población civil. Desde que inició la guerra en 2011 hasta hoy, el reporte de víctimas mortales supera las 300.000 personas.  A estas hay que sumarle más de 6,6 millones de desplazados internos y cerca de 5.4 millones de refugiados. Entre refugiados y desplazados Siria ha desplazado forzosamente a 12 millones de personas. La gran mayoría de estos refugiados sirios están en países como Turquía (2.7 millones), Líbano (más de 1 millón), Jordania (más de 600.000 mil), Egipto (119.000) e Irak (240 mil). (ACNUR:2016)

Siria en materia de desplazados internos, solo es superado por Colombia, quien ostenta el despreciable record de tener 7,4 millones de desplazados internos. ¡Que horror¡. Y pese a esto el hoy senador Álvaro  Uribe Vélez se opone al proceso de paz entre el Estado y las FARC. ¡Que despropósito¡. En la guerra colombiana, los EEUU han invertido más de 10.000 millones de dólares en los tres últimos lustros, esto nos dice la magnitud del desastre humanitario colombiano. Y a propósito de Colombia, Naciones Unidas cifra en más de 400.000 personas la población refugiada colombiana. Hoy no hay país de América Latina en que no haya refugiado o migrante colombiano. Solo Ecuador alberga a 600.000 colombianos, la gran mayoría de ellos huyen de la violencia pero no se reconocen como refugiados, sobre todo para evitar el estigma. Aun así, las autoridades de Ecuador han concedido protección internacional a más de 57 mil colombianos. En Europa no hay un país que pueda demostrar una cifra parecida en relación con el caso del conflicto colombiano.

Frente al caso sirio, causa perplejidad que pese a que Irak es zona de expulsión, también se comporta como zona de acogida de población refugiada. Los datos fríos antes expuestos sirven para mostrarnos al menos tres grandes hechos: 1) la magnitud y el drama que sufre la población civil tanto en Siria como en el resto de los conflictos; 2) el grado de responsabilidad que tienen los EEUU y la OTAN-UE en el desplazamiento masivo de personas refugiadas y desplazadas, y 3) que son los países empobrecidos del sur los que más acogen a la población refugiada.

En relación con esta última parte hay que decir que, no todos los caminos conducen a Europa cuando de asilo y refugio se trata como pretende argüir la UE. Es claro que Europa y EEUU/Canadá solo acogen a una parte mínima de esos 22.5 millones de personas que solicitan protección internacional. La alarma de la UE viene motivada por el hecho de que a las costas de Grecia en el año 2015 llegó más de 1 millón de personas, siendo el 56.1% de ellas de origen sirio, el 24.4% afgano, el 10.3% de Irak, el 2.7% de Pakistán y el 0.5% de Somalia (CEAR:2017). Pese a lo alarmante que esto es, ello no iguala a las cifras de acogida que experimentan los países del sur. En términos globales, los países del sur acogen al 80% de los seres humanos en fuga, mientras que el “rico norte” solo acoge a un 20%. Así, el pequeño Líbano acoge a más refugiados que todos los países de la UE, salvo Alemania. Jordania mucho más que Francia y Ecuador inmensamente más que España, Bélgica, Dinamarca y Holanda juntos.

Desde luego que Hungría y Polonia no hacen parte del comparativo, pues de los 160.000 refugiados que dijo  hace dos años la EU que acogería, estos países no han asumido a un solo refugiado/a. En el reparto por países a Hungría le correspondía acoger a 1294 y a Polonia 6182. El incumplimiento es de tal calibre que el Parlamento Europeo ha pedido que a Hungría y Polonia se le retire el derecho de voto, mientras que otros piden que no tengan acceso a los fondos de cofinanciación y cohesión de la UE. Pero en el reparto general la UE tampoco ha cumplido, pues de los 160.000 a acoger solo se ha distribuido y acogido a 20.869, es decir, una cifra irrisoria. En síntesis, la zona más rica del mundo muestra poca voluntad política para cumplir sus propios pactos y también la legalidad internacional en materia de protección internacional a demandantes de asilo. Este hecho constituye una burla dado que en el mes de septiembre se cumple el plazo para dar cumplimiento a este acuerdo. Todo indica que llegará septiembre y la UE no habrá cumplido.  

El comportamiento insolidario de España también se ha dejado sentir. Del reparto del que habló la Comisión Europea para acoger a refugiados, al Gobierno de Rajoy le correspondían 17680, lo que incluye a 1449 personas para reasentar. De este número, España solo ha acogido a un 7%, agravado el hecho como quiera que el país solo ha recibido el 1% del total de solicitudes de asilo y refugio de todo el espacio de la UE. Igualmente propio es decir que, de 22000 casos examinados como solicitudes de asilo en el 2016, España  ha concedido algún tipo de protección solo al 3.4% de los casos. Por este comportamiento insolidario e incumplir las normas de la UE, este organismo a través de la Comisión ha decidido abrir expediente a países como Hungría, Polonia y la República Checa. Esto nos dice que las riquezas como las tragedias están mal distribuidas.

Así, acogen menos los países ricos y más los países del sur. Por fortuna, ante la insolidaridad muchas veces manifiesta de los Estados y gobiernos, importantes iniciativas desplegadas por alcaldes de varias ciudades de Europa ponen de presente la solidaridad ante el drama que viven los solicitantes de asilo. Y ya no hablemos de la solidaridad expresada por individuos y organizaciones de la sociedad civil glocal, quienes ante la ausencia de la solidaridad de los Estados y gobiernos, vienen propiciando la solidaridad de y por los pueblos para los pueblos.

Si no paran, las guerras vendrán

Mientras la UE y EE.UU. sigan promoviendo guerras neocoloniales e imperiales en pos de salvaguardar sus intereses geopolíticos, económicos y  financieros, difícilmente se podrá mantener a las poblaciones encapsuladas en sus territorios. Es difícil orquestarle una guerra al vecino y pretender cerrarle las puertas de nuestra casa cuando él quiera ponerse a salvo. Es difícil también saquear los recursos naturales de un país y pretender que sus poblaciones no sigan la ruta que siguen esas riquezas. Si los EE.UU. y la UE saquean y promueven guerras en los países del sur, bueno sería que asumieran de modo consciente las consecuencias que esos hechos implican. Así, es imposible incendiar a Afganistán Irak, Libia y Siria... y pretender que sus habitantes no se sientan tentados a tocar las puertas de quienes les imponen la guerra y la muerte como norma.

Es claro que EE.UU. y no pocos países de UE imponen guerras a muchos pueblos y después cierran sus fronteras para evitar que los que huyen puedan entrar en sus áreas de confort y humanidad. Para evitarlo se emplean a fondo creando agencias especiales para el control de fronteras y costas, levantan muros, vallas, restablecen los controles fronterizos y ponen en marcha centros de internamientos para refugiados e inmigrantes. Asimismo, crean dispositivos de devolución rápida, firman acuerdos de repatriación con los países de procedencia de quienes huyen de la guerra o la pobreza, o con países convertidos en terceros seguro para la ocasión, como, por ejemplo, Turquía, Argelia y muchos otros. Así, es manifiesto que EE.UU. y la UE prefieren invertir en dispositivos de control de flujos  migratorios y de solicitantes de asilo, que invertir en cooperación al desarrollo.

Y mientras las potencias mundiales cierran el paso a quienes huyen de la guerra, al mismo tiempo se quejan de las mafias que alimentan la movilización ilegal de personas. Al juzgar por los hechos, son las criminales políticas de migración y asilo y refugio que promueven las potencias del norte las que terminan alimentando la prosperidad de dichas mafias. Ya es hora que la UE y los EE.UU. cumplan las normas internacionales que ellos en un ejercicio de autosuficiencia moral imponen a muchos países del mundo como test para medir la densidad de sus democracias y el respeto a los Derechos humanos. Ya es hora de que la UE, en particular, garantice el viaje seguro a quien huye de la violencia y del horror, tragedias que ella le impone.

Ha llegado la hora de que el Mediterráneo y el Sahara dejen de ser la gran fosa común en la que se han convertido para quienes huyen de la barbarie y la pobreza planificada que la UE y los EE.UU. contribuyen a generar con la complicidad de muchas élites locales. Parar las guerras allá donde existan es un imperativo urgente si Europa y los EE.UU. no quieren ver los rostros de los “indeseados” refugiados en sus países. Y, por otro lado, promover políticas de solidaridad y cooperación otra con los países del sur es clave para darle cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El “Primer mundo” reclama seguridad en sus calles, teatros y avenidas, mientras el sur, en cambio, reivindica el derecho a una vida digna y, por tanto, al ser y estar en el mundo. Los condenados de la tierra reclaman espacios de esperanza, dignidad y justicia global, no muros ni centro de internamiento. Así, el 20 de junio pasado se conmemoró el día internacional del asilo y el refugio, fecha clave y oportuna para repetir en voz alta: viaje seguro ya y protección internacional para quienes huyen de la guerra y la persecución.

A modo de Adenda: Mientras doy cierre a esta nota, me acuerdo de aquella imagen conmovedora del policía que tiene entre sus manos el cadáver del  pequeño y frágil  Aylan Kurdi, quien fuese rescatado en la playa turca de Bodrum. Él y su familia kurda huían de la barbarie y se encontraron con la barbarie de las políticas de asilo y refugio de la UE. En el día del refugiado/a he dedicado esta nota a quienes lo han dejado todo para salvar la vida y hoy tienen la condición de refugiado/a de iure o de facto en cualquier parte del mundo.

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