Gianluca Vacchi no pasa desapercibido. Ni en redes, ni en la vida real. Pero esta vez, su visita a Bogotá no fue para hacer virales sus bailes, sino para presentar uno de los proyectos inmobiliarios más ambiciosos y simbólicos de los últimos años: 888 Brickell Dolce & Gabbana, una torre de lujo que redefine la inversión, la vivienda y el arte de habitar. Lo hizo rodeado de empresarios, diseñadores, arquitectos y familias colombianas interesadas en algo más que comprar un inmueble: apostar por una forma de vivir con propósito y sofisticación.
El proyecto, que será la torre más alta de Miami con 90 pisos y 1.049 pies de altura, contará con 259 residencias completamente amobladas por Dolce & Gabbana, todas disponibles para vivir, alquilar por días o ser parte del primer hotel de la firma italiana. Lo revolucionario está en el detalle: los apartamentos, desde 100 metros cuadrados, no solo prometen lujo sino flexibilidad, al poder monetizarse por días, semanas o meses. Un activo pensado para quienes entienden la inversión como un estilo de vida y no solo como un número.
Arte, moda y patrimonio: un poco de la torre de lujo de Dolce & Gabbana
Cada rincón de 888 Brickell está hecho bajo la filosofía del Fatto a Mano, el legado artesanal que ha definido a Dolce & Gabbana desde sus inicios. Desde los muebles seleccionados hasta los acabados en mármol travertino y los detalles negros brillantes que visten la fachada, el edificio busca encarnar la elegancia como lenguaje. No es solo arquitectura: es costura aplicada al concreto.
Vacchi —quien es codesarrollador a través de su firma GV Development junto a JDS Development Group— no solo mostró planos, sino una visión de ciudad, de identidad y de integración cultural. “El proyecto representa una nueva forma de invertir, de vivir y de pertenecer a una comunidad que quiere lo mejor del mundo sin renunciar a sus raíces”, dijo, mientras sostenía encuentros con inversionistas colombianos. La presencia de Colombia en el mercado inmobiliario de Miami es cada vez más fuerte: el país es el segundo mayor inversor extranjero, solo superado por Argentina, y el número uno en búsquedas globales de propiedades en el sur de la Florida.
Bogotá fue más que un escenario: fue símbolo
La presentación no se hizo en un salón cualquiera. La galería La Cometa —un espacio que respira arte, historia y sensibilidad— fue el lugar elegido para lanzar este edificio de otra galaxia. Como lo dijo Nicolás Jaramillo, subdirector del lugar: “Un proyecto inmobiliario que no contemple arte está destinado a fracasar”. El mensaje era claro: el lujo del futuro no solo se mide en metros cuadrados, sino en el diálogo que establece con la cultura.

A su vez, arquitectos como Juan Sebastián Mendoza, CEO de MyM Construcciones, valoraron que proyectos de esta envergadura abran la puerta a la participación colombiana no solo como compradores, sino como referentes en diseño, visión urbana y gestión creativa. En palabras de Kevin Schaller, CEO de Schaller Design Group: “Importar capital humano y económico a nuestras regiones es tan importante como que el mundo se enamore de Colombia a través de este tipo de proyectos”.
La torre incluirá además un exclusivo club en el piso 43, vistas privilegiadas al océano y a la bahía de Biscayne, tecnología inteligente para los hogares, y una app para conectar con la conserjería en segundos. Pero más allá del lujo tangible, lo que Vacchi presentó en Bogotá fue una invitación a hacer parte de una comunidad internacional que valora la elegancia, la versatilidad y el arte de vivir con sentido. Porque si invertir es construir futuro, este proyecto es, sin duda, una pieza clave en el nuevo mapa del lujo latinoamericano.
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