No sería extraño, que después de juntar estas letras se genere un alud de críticas por la esencia del mensaje que se quiere transmitir, o que sea señalado como una especie de hereje de la educación por los expertos e iluminados en el tema académico, o quizás notoriamente estigmatizado por algunos gobernantes y líderes políticos que les gusta enmudecer a quienes practican de forma diferente a ellos el hermoso ejercicio de pensar.
El caos y desestabilización de toda índole que ha generado la pandemia, hoy nos ha llevado a considerar seriamente en como sobrellevar por estos días la vida académica en las instituciones de educación preescolar, básica primaria, secundaria y media del país y al parecer no hay otra luz al final del túnel que regresar a la maravillosa modalidad a distancia que promovió la cadena radio Sutatenza y posteriormente Inravisión a inicios de los años 60, otros mucho más optimistas, entre los cuales se encuentran el presidente Duque, la Ministra Angulo y algunos secretarios(as) de educación del país, venden y fomentan en medio de crisis la educación virtual como la panacea y solución al problema. Y debemos reconocer que la modalidad virtual es un escenario con muchísimas ventajas… para quienes tienen fácil ingreso a ella y cuentan con la tecnología mínima para formar parte del grupo que está en dicha vanguardia.
Pero de aquí surge la pregunta ¿Qué y cómo enseñar a unos niños y jóvenes que han venido acostumbrados a ver, escuchar, compartir, abrazar y jugar con sus compañeros y profesores diariamente? Y qué tal si por estos días o meses que estamos en esta especie de prisión domiciliaria, seguimos los consejos de Estanislao Zuleta y dejamos de enseñar a los niños datos que otros pensaron y que son tan elementales pero complejos a la vez, eso que se les olvida con tanta facilidad y mejor arrojamos los contenidos habituales por el retrete y los ponemos a pensar e interpretar.
Hemos llegado al apartado de este escrito, donde resurgen quienes piensan que la idea es demente y afirmarán además, que se debe cumplir a raja tabla con los derechos básicos de aprendizaje y demás imposiciones del Ministerio de Educación Nacional para poder desempeñar un papel digno en las pruebas de estado y ser reconocidos por los medios. Pues lo uno está amarrado a lo otro, recordemos que el pensamiento crítico conduce al desarrollo de las comunidades y de la sociedad.
Podemos aprovechar la oportunidad que nos ofrece la pandemia mundial y por ende la forzada cuarentena, para abordar desde las diversas áreas temas que sean de interés y que les sirvan a los estudiantes para cosas prácticas en su vida, por ejemplo, si desde las ciencias sociales, se pone al servicio de los estudiantes y su familia, material que les permita analizar los efectos y consecuencias para nuestro país que le genera la situación que atravesamos actualmente, y a su vez que les permita realizar un análisis sobre las nuevas formas de desigualdad social y económica que muy seguramente se presentarán, puede ser más llamativo para el estudiante y los liberamos por un tiempo al menos, de aquellos temas como la revolución francesa, el imperio carolingio, las eras geológicas, entre otros.
Será muy chiflado desear, que en matemáticas dejemos archivado por unos días el álgebra de Baldor, olvidar las reglas de derivación, las propiedades de los cocientes, los tipos de factorización e intentar que los estudiantes comparen por ejemplo las cifras del costo de la alimentación en su casa en el mes de febrero antes de iniciar la cuarentena y compararlo con el mes de marzo en medio de la tragedia y analice como esas variaciones afecta la calidad de vida de su familia, mientras coteja dichos valores con todo lo que se pudo hacer en temas de inversión alimenticia con los 19.319 millones contratados para distribuir presuntamente mercados en el Atlantico. Se lograría que esos estudiantes interpreten por sí solos porqué se mencionó en el pasado mes de enero en algunos medios de comunicación que Colombia se mostraba como el país más corrupto del mundo entero.
Acaso no sería maravilloso que desde las ciencias naturales en estas semanas los jóvenes se olviden de la tabla periódica de los elementos, el sistema solar, la naturaleza eléctrica del átomo y se dediquen unas buenas horas a pensar y reflexionar acerca de la importancia que representa la agricultura y el campesino en nuestro país, demostrando con ello, que en una época de crisis como la actual, se debe valorar muchísimo más el hecho que el 80% de todos los alimentos que consumimos actualmente, es producido por los pequeños y olvidados agricultores.
En cuanto a la lectura crítica, también evaluada por el Icfes en sus tortuosas pruebas saber 11, que tal si atemperados a la competencia de reflexionar a partir de un texto y evaluar su contenido, se promueven libros y ensayos de valientes y reconocidos escritores que hacen verdadero trabajo investigativo y con ello desnudan la realidad nacional y mundial, aunque podría sonar intrépida la propuesta y hasta “peligrar la vida del artista”.
De manera semejante, desde la ética, artística, tecnología, educación física y todas las demás áreas, suspender la transferencia de apuntes, información y conocimientos extraídos de otras personalidades importantes en la historia de la humanidad y les permitimos a los niños, niñas y jóvenes, pensar por sí solos, y porque no, aportar a su formación para la vida real desde diversos contextos como el vivido en la actualidad.
Tenemos quizás, por estos días la gran oportunidad de aprovechar la flexibilidad académica y alejarnos temporalmente de los lineamientos educativos impuestos por la OCDE, el fondo monetario internacional, el banco mundial y el BID, porque si algo NO podemos olvidar, es que cuando estos “bondadosos” organismos prestan dinero a los países presuntamente necesitados como el nuestro, muchos de los requisitos y exigencias a cambio, van amarrados a la imposición de políticas públicas y entre ellas las educativas, con las cuales limitan y mutilan la gran oportunidad que la sociedad piense de manera autónoma, creativa y crítica.
