Anorí, el pueblo antioqueño que resurge en medio de su abundante biodiversidad

Anorí, el pueblo antioqueño que resurge en medio de su abundante biodiversidad

Un ingeniero forestal de profesión relata una expedición por esta importante zona que merece ser objeto de cuidado y conservación

Por: FRANCISCO JAVIER FLÓREZ OLIVEROS
julio 05, 2019
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Anorí, el pueblo antioqueño que resurge en medio de su abundante biodiversidad

Sin hacer alarde de la fracasomanía pero tampoco siendo demasiado exitomaníaco comienzo a escribir esta columna con la firme intención de dar a conocer la mágica, exuberante y hasta ahora desconocida biodiversidad que existe en Anorí, un municipio del nordeste de Antioquia.

Esta historia comienza una noche muy negra de octubre del 2018 al norte del Valle de Aburrá, donde confluyeron los integrantes de un grupo de trabajo que provenía en su totalidad de la ciudad de Medellín. Viajamos hasta el municipio de Caucasia por cerca de siete horas, por la comúnmente conocida vía a la costa. Luego por cerca de hora y media viajamos hasta el municipio de Zaragoza por una vía semipavimentada (o en proceso de pavimentación). De ahí cambiamos la carretera para tomar una lancha sentido contracorriente por el río Nechí. Luego en el sitio conocido como Dos Bocas, tomamos el río Porce. Estos dos recorridos en lancha sumaron cerca de 2 horas. Por último, llegamos hasta el puerto a orillas del río Porce, comúnmente llamado Los Trozos, en jurisdicción del municipio de Anorí. De ahí fueron tres horas en mula (no es mi caso yo no monto en ningún tipo de animal) hasta llegar al predio objeto de estudio técnico en el municipio de Anorí, vereda Tenche San Lino.

El municipio de Anorí, perteneciente a la subregión del nordeste de Antioquia, tiene 1416 km² (ahora bien, esto no significa nada para un lector, en cifras se diría que es un poco más pequeño que el departamento del Quindío)y  es vecino de la subregión del bajo cauca. Además, tiene cincuenta y dos veredas, y un corregimiento llamado Liberia, conocido como Charcón. Cabe decir que este lugar cuenta con una gran disponibilidad de agua gracias a los ríos principales que pasan por ahí: Anorí, Tenche, Porce y Nechí.

Podría decirse que el lugar donde estuvimos (pese a que solo fueron unos pocos días) es el paraíso de las aves. Las coberturas vegetales existentes, el estado de los bosques, la situación de no caza, la poca existencia de comunidades, la gran disponibilidad del recurso agua, de refugio, percha, hábitat y alimento para las aves hacen que este lugar presente una gran abundancia y diversidad de este grupo. Es impactante ver, por ejemplo, a las 12:00 m, un rey de los gallinazos en pleno vuelo (cabe agregar que en pleno vuelo logramos regístralo con nuestros lentes), tucanes en las horas de la mañana y tarde asociados a especies de árboles como el pategallina y yarumo, tangaras asociadas a los pastos y rastrojos, y en general muchas especies de aves que hacen de la biodiversidad de Anorí única en el contexto nacional.

Anorí podría considerarse un hot spot de la biodiversidad, lo que significa que es una zona caliente de la biodiversidad. Hay 22 zonas de estas en el mundo y Colombia cuenta con dos de ellas: el Chocó Biogeográfico y los Andes. Estas zonas son básicamente zonas muy pequeñas en área, sin embargo,con una alta biodiversidad. Por ejemplo, encontramos el arrierito antioqueño, una especie endémica (que solo se encuentra en este lugar), y el camaleón sudamericano norantioqueño, una especie también endémica reportada para este municipio.

Uno de nuestros compañeros permanentes fue don Miguel Yepes, un curtido arriero oriundo de Anorí, de tez morena y 1.65 cm de altura, quien nos habló de manera pormenorizada y detallada de la fauna y flora presente en la vereda, de las principales actividades económicas de la región (como son la ganadería, la minería) y de cada uno de los pobladores de la vereda (que son en términos generales más bien pocos). El otro fue William Flórez, un aguerrido muchacho, quien ávido de saber un poco más de la zona donde vive (en términos de biodiversidad) fue nuestro fiel acompañante durante nuestra estadía.

Hay dos caseríos ubicados a 30 minutos del predio donde estuvimos, uno se llama Tenche San Lino y el otro no presenta nombre alguno, donde viven aproximadamente 24 personas, todas dedicadas al trabajo de la minería artesanal. En ninguno de ellos se observó la tenencia de fauna silvestre, solo los animales domésticos del común: gallina, perros y gatos. Horas antes de llegar al predio (en sentido puerto Los Trozos – predio del proyecto) encontramos a un señor al que llamaban “El mudo”, del cual no pudimos saber su nombre, quien trataba de comunicarse con nosotros por medio de señas. Nos dijo que en ese lugar ha visto tigres y que alguna vez un perrito suyo murió a causa del felino. Pese a nuestros esfuerzos por tratar de comunicarnos con él, no pudimos obtener más información.

Nuestra travesía por el municipio se debió abordar básicamente por dos sitios: el recorrido anteriormente citado y por el cual accedimos a esta zona, el cual fue el bajo cauca antioqueño, navegando aguas del río Nechí y del río Porce; el otro es el que se realiza vía nordeste antioqueño, atravesando el complejo de embalses y centrales eléctricas de EPM. En detalle, llegamos vía Puente Acacias, El Limón, Anorí, donde actualmente se construye la vía de acceso al municipio y donde atravesamos (literal) el Distrito de Manejo Integrado Cacica Noria, recientemente declarado por la autoridad ambiental que tiene jurisdicción en la zona (este Distrito de Manejo Integrado cuenta con una extensión de más de 5000 hectáreas).

Ahora bien, en esta zona, un complejo entramado de coberturas vegetales (bosques) pendientes, quebradas y fauna silvestre en general, es común ver en las horas de la tarde y noche, paralelo a la vía, el tití gris (especie de primate endémica para Colombia), guacharacas (también endémica para Colombia), tangaras, pollas de agua y la incomprendida serpiente mapaná, la cual es dada de baja sin mediar palabra por parte de los pobladores de la región. Es ahí donde la literatura sobre el rango de distribución de algunas especies no aplica. Por ejemplo, especies de ecosistemas tropicales suben hasta una altura de 1500 metros sobre el nivel del mar y la víbora de tierra fría, cabece candado o guacamaya, es común verla en bosques que llegan casi hasta los 1000 metros sobre el nivel del mar.

Estas son quizás las razones por las cuales Anorí es un lugar con unas condiciones especiales y excepcionales para iniciar proyectos de investigación y conservación de estos importantes recursos naturales, no sin descuidar o hacer de lado el componente social que ha estado fuertemente ligado al aprovechamiento de estos recursos. Nuestros anfitriones, los cuales nos acompañaron en la travesía por el municipio, nos cuentan desde su óptica cómo ha sido el cambio y modificación de los paisajes a lo largo de los años. Básicamente, las actividades antrópicas han ejercido una dura presión sobre estos recursos, sin embargo y pese a todo lo que ha ocurrido estos recursos naturales se sostienen (exitosos procesos de resiliencia) y han permitido albergar durante muchos años comunidades de fauna silvestre con una connotación muy importante dentro de la ciencia global.

Respecto a lo cultural y no menos importante fue la cuna del Maestro Pedro Nel Gómez y de León Zafir (tengo que confesar que no tenía la más mínima idea de ello), al igual también es importante referenciar que también se realizaron expediciones en búsqueda de oro a principios y mediados del siglo pasado.

Más sobre Anorí…

Las primeras exploraciones las hizo Juan De La Rosa Leonín De Estrada, que exploró las tierras de Anorí en busca de oro. La Cámara Provincial de Antioquia creó el distrito de Zea (Anorí), compuesto por las fracciones de Tocomocho y Cruces. Este caserío fue fundado por buscadores de oro que se establecieron allí.

¿Por qué recibió este nombre? Por la cacica Nori. Era la esposa del cacique Yagur, jefe de un grupo indígena perteneciente a los nutabes.

Anorí cuenta con las seis especies de carnívoros presentes en Colombia van desde el enigmático jaguar Panthera onca, pasando por individuos de una menor talla y más esbeltos como el puma, Puma concolor, Jaguarundi Puma yagouaroundi, e individuos de tallas menores como Ocelote Leopardus pardalis, Margay Leopardus wiedii, y por último Oncilla Leopardus tigrinus, algunos de estos con categorías de relativa preocupación VU (vulnerables) y fuertemente amenazados por actividades antrópicas.

Es hábitat de por lo menos doce especies de chuchas o zarigüeyas: chucha común, chucha de agua, chucha cuatro ojos grises, chucha cuatro ojos cafés, chucha lanuda, chucha mantequera, marmosas, colicortos y ratones marsupiales.

Es común ver en la mayoría de cocinas, incluso del casco urbano del municipio, madera para leña, con el cual se cocinan lo verdaderos frisoles. Cocinas curtidas por el paso de los años y por el hollín de los fogones.

La forma del casco urbano visto con una imagen hecha por un drone tiene forma de araña y semeja un valle en medio de depresiones propias de los drenajes donde discurren pequeñas quebradas que alimenta el gran recurso hídrico presente en el municipio.

Quiero agradecer profundamente a mis compañeros de viaje: don Miguel Yepes (don guelo); William Flórez (quien estuvo pendiente de nosotros en todo momento, pertenece y es líder al igual que su madre en el resguardo indígena Dios Drua, pueblo Emberá) y por último a los funcionarios de la administración municipal, Felipe Molina Metaute (Pipe), Elver Zapata Cano y Jorge Luis Mejía.

 

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