Anguilas eléctricas del Caguán, ¿cazan en manada?

Anguilas eléctricas del Caguán, ¿cazan en manada?

La que pudo ser una fatídica experiencia en el río inquietó a Carlos sobre este peculiar animal. No en vano hoy escribe sobre él

Por: Carlos Tamara
enero 18, 2021
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Anguilas eléctricas del Caguán, ¿cazan en manada?
Foto: Opencage - CC BY-SA 3.0

A las anguilas eléctricas en el Caquetá se les llama también puño. Y el nombre está plenamente justificado: un puño es una forma de trompada, expresado en algo así como: te doy en la cara, marica.

Puño significa mano cerrada o golpe que se da así, según el DRAE. En cambio, el golpe dado de la anguila es eléctrico, aunque parece que la anguila se contrae, cierra su cuerpo y luego se estira violentamente en una contorsión que manda su corrientazo, tal como si diera un puño.

Cuando estuve en el río Caguán, haciendo de funcionario, sucedieron dos cosas que me dejaron estupefacto. La primera cuando revisaba la bocatoma lateral de fondo que el acueducto de San Vicente del Caguán tiene sobre ese río: una especie de man hole profundo para cuyo acceso se provee de una peligrosísima escalera de gato, simples varillas de hierro de 5/8 de pulgada enterradas en el concreto.

Bueno, se supone que ese hueco estaba bastante oscuro. Yo avanzaba pues quería saber tanto la calidad del agua en la misma bocatoma como el nivel que estaba alcanzando con relación al río. El nivel debía ser el mismo del río por simple aplicación del principio de vasos comunicantes, pero con el bombeo ese nivel se abate si el caudal que sale es mayor que el que ingresa. Ese movimiento también puede mostrarse si el agua que sale es turbia, lo cual podía implicar problemas con la filtración y también con el tamaño del embalse. Estaba concentradísimo y afortunadamente detrás de mí alguien hacía luz con una lámpara de baterías. Ya casi el recatón de hierro con que pensaba apoyarme entrara en contacto con el agua cuando el hijo del fontanero advirtió que algo se movía allí abajo. Enseguida su padre fontanero me advirtió del peligro. Al mover el cono de luz parece que ambos lo vieron moverse.

Si yo hubiera puesto el recatón de hierro sobre el agua, el puño lo habría atacado con su corrientazo. Lo más seguro es que hoy no estaría echando el cuento.

Y la segunda me puso en conocimiento del peligro real y efectivo en que yo había estado. Al día siguiente estalló la noticia de un soldado encontrado muerto a orillas del Caguán y, lo más espeluznante, todavía a su lado estaba el puño que lo había matado. El soldado ya tenía días de desaparecido. Supe entonces que el puño es lo más parecido a una serpiente mapaná blanca rabo seco: se queda en el lugar y te ataca cada vez que te mueves hasta que no das más señales de vida. El puño ataca en aguas someras, el sitio donde se bañaba el soldado, orillando el río. El Cagúan a la altura de San Vicente es un señor río, de seguro tiene mucho más de 50 metros de ancho.

Lo más seguro es que de haber entrado en contacto con el agua de la bocatoma el furioso puño me habría atacado y propinado más de un terrible corrientazo antes de que pudiera reaccionar o siquiera darme cuenta de qué estaba pasando. Y si el fontanero se lanza a ayudarme también hubiera sufrido del ataque. No pudimos capturarlo. Escapó por la misma bocatoma hacia el río. Afortunadamente el niño nos salvó.

Pues bien, ahora se sabe que algunas especies de anguilla atacan en manada. Para mí, que pude palpar la enormidad de ese peligro, no deja de ser una noticia supremamente interesante.

“Por lo general, las anguilas eléctricas cazan solas, acechando a los peces dormidos y sometiéndolos a golpes. Pero la caza en grupos puede permitir a los depredadores cazar presas que de otro modo serían demasiado rápidas, como los diminutos tetras. Aunque se sabe que muchos mamíferos, incluidos los lobos y las orcas, cazan en grupos, los peces rara vez emplean esta estrategia. Se sabe que solo nueve especies de peces, incluido el pez dorado, cazan de esta manera”.

“Cuando vi a los tetras saltar después de los ataques, me quedé en shock”, dijo Bastos. “La caza en grupo es un evento raro en los peces de agua dulce. Mi primera reacción fue correr hacia el barco y conseguir una cámara".

“Bastos y de Santana analizaron más de 70 horas de imágenes de las anguilas eléctricas de Volta realizando cacerías grupales altamente coordinadas. Al amanecer y al anochecer, las criaturas viscosas y con forma de serpiente se congregaban en aguas poco profundas y comenzaban a nadar juntas en grandes círculos. Después de acorralar a miles de peces diminutos en densas bolas, las anguilas se dividieron en grupos de caza cooperativos con dos a diez miembros".

“Luego, estos grupos rodearían las escuelas de tetras aterrorizados y lanzarían ataques eléctricos conjuntos, haciendo que los tetras saltaran fuera del agua. Cuando el pescado electrocutado cae, las anguilas se los devoran rápidamente”.

Pero este no sería el comportamiento de las anguillas del Caguán. Desde mi punto de vista estas anguillas son una especie que quizás no caza en manada por una razón muy simple: serían más que todo carroñeras. Se quedan golpeando y golpeando, no solo para matar, también para merodear y acelerar el proceso de descomposición y comerse su víctima desde abajo del cuerpo podrido o en descomposición. Claro, ignoro qué hacen cuando cazan peces. Igual es posible que ante la caza de un gran cuerpo se reúnan después de algún tiempo para disputarse la presa, aunque no los hayan matado actuando en conjunto.

Hay algo mucho más interesante: “Aunque los investigadores no pudieron medir el voltaje de los ataques eléctricos coordinados, estiman que las anguilas eléctricas de 10 Volta trabajando juntas podrían crear una corriente eléctrica lo suficientemente fuerte como para alimentar 100 bombillas”.

¿Cómo diseñar un principio biológico que permita acumular esa o mayor potencia?

Nota. He obtenido las citas de Yahoo News, aunque el artículo salió en New York Times.

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