Alfonso Lizarazo, el alma de Sábados Felices, otro olvidado

Alfonso Lizarazo, el alma de Sábados Felices, otro olvidado

Sus problemas de corazón lo llevaron a vivir a Barranquilla en donde goza de su retiro aunque no deja de lamentar que Lleva una escuelita en tu corazón, haya terminado

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enero 31, 2020
Alfonso Lizarazo, el alma de Sábados Felices, otro olvidado

Una vez lo llamó Don Francisco, el legendario presentador chileno,  a felicitarlo : “Ese nombre de Sabados Felices es el mejor que se le habría podido ocurrir a alguien” le dijo alborozado. Cuando Alfonso Lizarazo se lo puso, en 1970, le parecía una obviedad. La idea era hacer un programa que potenciara el que ya había creado, Capitanes de la risa, y hacer un espacio en donde habitara el humor de cada parte del país: por eso Hugo Patiño, un vendedor ambulante, se convirtió en el paísa, Enrique Covalizza era el representante del humor caleño, Alvaro Lemmon, el hombre de Plato Magdalena, era el costeño. Y la cosa funcionó y funcionó muy bien, tan bien que casi cincuenta años después de su creación Sábados Felices sigue siendo uno de los programas más vistos por los colombianos. Sin embargo Alfonso Lizarazo ya no lo ve.

La decisión que tuvo Caracol de acabar con Lleva una escuelita en tu corazón, la sección en donde todo el elenco de Sábados Felices iba a un remoto rincón de Colombia a jugar un partido de fútbol y construir fondos para hacer escuelas, se acabó después de su partida del programa, en 1998, cuando se metió en el embeleco ese de ser congresista. Hace unos años, cuando se encontró con un directivo de Caracol Radio, se paralizó el corazón cuando escuchó las razones por las que habían acabado la sección: “Eso costaba mucho tiempo y trabajo y no daba nada de plata” Ahí se dio cuenta esta leyenda que la televisión que él había ayudado a ser grande ya nunca sería la misma

Tiene 79 años y dos cirugías del corazón. Ya no vive en Bogotá, la altura se lo impide. Barranquilla, la ciudad de su esposa. Nació en Bucaramanga, específicamente en el popular barrio Girardot donde aprendió todo de la vida jugando al béisbol y al fútbol en la calle con sus numerosos amigos. Tenía tremenda tubería vocal por eso sabía que su mundo debería ser la radio y la música. A los 13 años coqueteó por primera vez con la fama cuando se presentó, con éxito, con la fama al presentarse en Buscando estrellas, el programa que buscaba jóvenes talentos de Radio Santander.

Llegó a Bogotá sin nada, buscando un trabajo. Cayó en la radio y la fama no tardaría en llegar. Hola que tal, un concurso de baile de finales de la década del sesenta y Studio 15 fueron los primeros programas que presentó. Luego ayudó a convertir Caracol en un canal nacional y luego ayudó a consolidar Sabados Felices, durante 28 años, como el programa más popular de la televisión colombiana.

Eso sí, los 35 años que duró vinculado a Caracol le sirvió para vivir de una cómoda pensión. Sin embargo no sólo vive de eso. Sus creaciones siguen viviendo en el corazón de los costeños, y cada vez que su corazón se lo permite –tiene dos operaciones de corazón- crea espacios maravillosos como el Festival Internacional del Humor Caribe. Ya casi no ve Sábados Felices, no le gusta. Él sabe que podría hacerlo mejor.

 

 

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