¡Alerta, Cali!

¡Alerta, Cali!

"Ante la existencia de una organización como el frente armado antiterrorista, el arte y la academia están en la mira"

Por: Ethan Frank Tejeda Quintero
junio 02, 2021
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¡Alerta, Cali!
Foto: Pixabay

La existencia en Cali de un frente anticomunista, partícipe de operaciones de carácter paramilitar, es una amenaza para toda la intelectualidad de esta ciudad. Es un riesgo latente para los investigadores en las distintas áreas del conocimiento, para los creadores, para los sujetos disciplinares, para los artistas, para los profesionales independientes, para los novelistas, para quienes viven de lo que a veces se llama artes liberales, para los cronistas, para los conocidos como creadores de contenido.

El que el pensamiento, la crítica, la inteligencia y el esfuerzo autorial sean allegados a los señalamientos de "adoctrinamiento", asociados a "una búsqueda del socialismo internacional por desestabilizar nuestra democracia" o a la labor de unos "rojos que no respetan ni a Dios ni a la patria", pone en franco peligro a todo aquel que aquí pinte, escriba, componga, haga audiovisuales, interprete, etc.

Ya vimos a un músico a punto de ser sometido a un linchamiento y a un intérprete de Pietro Beretta lanzar su "gira mundial" con una obra llamada "disculpas, pero al que no me guste lo prendo a tiros", composición para banda y tanqueta. Ante la existencia de una organización como el frente armado antiterrorista, el arte y la academia están en la mira. Ante la versión mediática de que se trata de un emprendimiento, se teme la amalgama entre lo ridículo y lo cruento.

En este contexto en el que la madriguera es una cloaca es posible que proliferen las imputaciones a los "ideólogos" del enemigo que quiera inventarse el brutismo en su intención de ganar las elecciones del 2022. A ellos nada les cuesta pasar de la burla, la ridiculización y la persecución moral a la eliminación física. Es posible que ahora sí para ellos empecemos a "valer la bala".

Algo que explico a través de un recuerdo: hace algunos años, en una publicación de Begner Hoyos, hice un comentario de carácter político, por eso recibí una respuesta chocante por parte de una excandidata al Concejo de Palmira adscrita a uno de los partidos de extrema derecha. Por lo que pregunté si el enunciado era una amenaza. La respuesta que recibí fue contundente: "usted no vale la bala, piojoso". Quizás ahora hemos pasado a ser, usando el lenguaje de los que la cabeza les funciona en tenor de operativo, "objetivos de alto valor". Lo que nos lleva a reconocer a uno de los rasgos característicos de las dictaduras.

En ese sentido, estamos ante la evidente amenaza de pasar de los márgenes a la fosa. Esta probabilidad se hace latente en la sintonía entre los discursos oficialistas y la enunciación de la extrema derecha, que pretenden asumir a caducidad las preocupaciones por la historia o quieren tocar lo esencial —entre lo que se cuenta la educación estética y la formación para la democracia— con el tono del rendimiento que favorece al todo vale. El brutismo y la oficialidad se encuentran en el culto exacerbado a la voluntad.

No es descabellado tener pesadillas con camuflados naranja. Los ánimos de los brutistas y las acciones de los que imponen los estándares a los funcionarios se hermanan en el entusiasmo. Por eso, hay que cuidarse de que no todos vibren en la estética de los troperos. Por eso, no nos podemos dejar imponer la alegría por la alegría por encima de la crítica o del deseo de hacer lecturas y obras que parten de hipótesis y/o de la comprensión poética.

La intelectualidad y el arte deben aprender a identificar al enemigo y comprender las trincheras que usan para guarecerse o el cubil que les calza a sus animosidades. Mitad disparando a matar, mitad entreteniendo. Hay que entender que el frente armado anticomunista es una amenaza directa a las personas, tanto como saber que los discursos de la "enjundia", la "berraquera" y la "pujanza" son riesgosos para las probabilidades de las obras, para la opción de ser y actuar desde el arte sin preocuparse por el afirmativismo o las competencias.

De la misma manera que operan las oposiciones y las proporcionalidades entre el "águila" y la "gallina". Entre la rapacidad y el alimento. Entre las libertades y la necesidad. Entre los largos vuelos y la domesticidad. Entre el buscar lo trascendente o hablar en términos de impacto. No se descuiden, que entre cheveridad y cheveridad les están intentando enseñar a nuestras generaciones a los fascistas como objetos del deseo.

¿Nos están convenciendo de que los pistoleros son empresarios? ¿Van a dejar que los que piensan que cazar comunistas es un "parche de héroes" les dicten cómo significar imagen y palabra? Hay un gran avance para eso en un contexto en el que se confunde militarizar con seguridad y farándula con cultura. Estamos a unos pasos del triunfo del fascismo en los contextos en los que hasta el mérito es objeto de decreto. Queda esperanza cuando el relato de una ciudad no es todo del tono promocional, cuando la historia no la relata el marketing y la memoria no se limita al código informativo.

No olviden que uno de esos cazadores de rojos se ufanaba de haber metido un revólver al recto del más grande de los poetas. Estamos en la inminencia de la celebración de los que retiran las placas que conmemoran los retornos de la democracia y el reproche a los que derriban los monumentos de genocidas confundidos con fundadores. De tal manera, hay que ser comprensivos, para poder esquivar a quienes nos quieren entre las lápidas a las que nadie visita y a los que quieren reproducir sobre nosotros su apetencia extractivista.

Debemos hacer uso de la imagen poética y de la crítica, porque los violentos solo pueden tiranizar la literalidad. Recurran a la belleza que los que necesitan de un frente armado —anticualquiercosa— solo son capaces de crear para la confusión y para lo horrendo. Usen las metáforas y vivan en el discurso, porque ellos no pueden ir más allá de las peores versiones del lugar común. Que la materialización de la gloria no se arrodille en y por las monerías que satisfacen al que se hace "respetar" a los tiros.

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