Alcaldesa López, ¿qué sigue después del día sin carne?, ¿el día sin libertad?

Alcaldesa López, ¿qué sigue después del día sin carne?, ¿el día sin libertad?

"Es tan absurda la propuesta que me gustaría saber si ese día que no se consume carne las vacas y los toros van a dejar de comer pasto y emitir gases"

Por: Juan Carlos Camacho Castellanos
noviembre 11, 2020
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Alcaldesa López, ¿qué sigue después del día sin carne?, ¿el día sin libertad?

“Cuando perdemos el derecho a ser diferentes, perdemos el privilegio de ser libres” (Charles Evans Hughes).

La nueva ocurrencia de nuestra pintoresca alcaldesa es el declarar el “día sin carne”, según la ingeniosa burgomaestre (o burgomaestra, cosas de lo políticamente correcto), porque el ganado genera “gases” que inciden en el “efecto invernadero”.

Mientras el crimen se apodera de Bogotá (en manos de propios y extraños), la ciudad colapsa en medio de una crisis económica derivada de las medidas incoherentes de la señora Claudia, además de enfrentar un futuro incierto por la poca capacidad administrativa de nuestra simpática regidora. Y, para colmo de males, ahora se presenta en el Concejo de Bogotá esta “ingeniosa” propuesta que, para completar, es defendida a punta de “hijoep#@%&” por la señora Andrea Padilla, que no cuenta con argumentos más razonables que ese para defender una iniciativa que, como todas las de izquierda, está plagada de buenas intenciones como así está pavimentado el camino al infierno.

En este mundo de republiquetas bananeras, que está lleno de realismo mágico, la idea de crear conciencia y generar soluciones está llena de propuestas para seguir llenando las ya muy nutridas estanterías de leyes y normas que restringen el derecho a vivir en libertad y que desean imponer sus ideologías y posturas personales (de minorías cada vez más diversas) sobre el libre albedrio, naturaleza humana y derecho a decidir de los ciudadanos.

No es raro ver a los “tiranitos” de todas las cataduras, izquierdistas o derechistas, tratando de imponer lo que a ellos les parece “correcto”; Hitler exterminando judíos y Fidel Castro fusilando seminaristas; Pol Pot destruyendo ciudades y Hugo Chávez expropiando a diestra y siniestra; y, por supuesto, Doña Claudia y su combo proponiendo que “un día en Bogotá” no se consuma carne. Todo con la excusa de que es una “norma pedagógica”, que a la larga termina con gente en un campo de concentración o con el habitual y “educativo” tiro de gracia en la nuca para “limpiar” las mentes de ideas antiprogresismo.

Es tan absurda la propuesta que me gustaría saber si ese día que no se consume carne las vacas y los toros van a dejar de comer pasto y emitir gases. Además, si se llega a esa utópica sociedad vegana, ¿van a eliminar de la faz de la tierra a todo el ganado vacuno o le van a dar sal de frutas o bicarbonato para evitar las molestas flatulencias contaminantes? Y, si vamos al extremo, ¿cómo vamos a controlar la emisión de gases de todo tipo en cualquier organismo vivo de la tierra? Señores y señoras, a aguantar porque, según nuestra extraordinaria y sabia intendente, el efecto invernadero y la calidad del aire en Bogotá se soluciona solo con “prohibir” el consumo de su delicioso churrasco o del proletario guiso de pata.

No sé si nuestra alcaldesa y su amada esposa son veganas, vegetarianas o carnívoras; no conozco, ni me interesa, saber cuál es su dieta; pero el proponer “pendejadas” como esta no es una de las atribuciones constitucionales de la señora burgomaestre de Bogotá. Por eso le sugiero, con mucho respeto y sin “hijoep#@%&” de por medio, que se ocupe de la seguridad, del ornato, de administrar de manera adecuada la ciudad. Y a los queridos concejales les recomiendo que comiencen a usar un lenguaje menos estridente y que no traten de imponer sus ideas por “ley”, pues lo más importante es salvaguardar las pocas libertades que aún quedan en pie en medio de esta locura de lo políticamente correcto, ya que nueva propuesta de la izquierda militante es que de la dictadura del proletariado pasemos a la “dictadura de las minorías”.

Y de seguir así llegará el día sin género (por la comunidad LGTBI), el día sin sexo (por la comunidad de frígidas e impotentes), el día sin policía (por los entes representativos de rateros, violadores y asesinos), el día sin ropa (asociaciones de nudistas) y, ojalá, y ese sí lo apoyo, el día sin políticos (todos en general), que, de ser posible, implique su encierro preventivo sin derecho a hablar, recibir salario o robar por 24 horas.

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