Alarma por chicha adulterada, inseguridad y microtráfico en el Chorro de Quevedo

Alarma por chicha adulterada, inseguridad y microtráfico en el Chorro de Quevedo

Doña Ángela Alarcón Toscano es Reina Nacional de la Chicha y ha sido amenazada de muerte. Las autoridades han permanecido desatentas ante la grave situación

Por: Ricardo Rondón Chamorro
junio 17, 2022
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Alarma por chicha adulterada, inseguridad y microtráfico en el Chorro de Quevedo
Foto: Ricardo Rondón/Doña Ángela Alarcón Toscano, Reina de la Chicha, valiente y decidida en su batalla contra la adversidad.
A la chicha, bebida ancestral de la cultura chibcha, de tiempos de la Conquista, le han achacado todos los males de esta vida y la otra.
La han vilipendiado, la han vetado por ley, le han achacado cualquier cantidad de mitos y leyendas: que embrutece a la gente, que la vuelve fea y hedionda, que le hace cometer bestialidades, entre otros disparates, como cuando Mariano Ospina Pérez, en su gobierno, se aprovechó de esas herejías para su prohibición, con el argumento de que el pueblo había saqueado y destruido Bogotá por la ingesta de la fermentada bebida, aquel tenebroso 9 de abril de 1948, tras el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán.
Las crónicas de esa época coinciden en que la estampida criminal no fue por la toma de chicha, sino por el saqueo a estancos y licoreras, de donde la chusma enardecida se proveía de whisky, ron y aguardiente que tomaban a borbotones y a pico de botella, consecuencia etílica que derivó en el asalto a ferreterías, de donde extraían combustible, palas, barretones y machetes para incendiar y violentar todo lo que se les atravesara en el camino.

Chicha y pola, la combinación ideal para la mayoría de jóvenes, en las vespertinas soleadas del Chorro de Quevedo. (Foto: Ricardo Rondón).

Cultura chichera 
"La chicha, la legítima chicha no emborracha. Sirve como acompañamiento gastronómico de un buen plato, empanadas, envueltos o mazorcas, y la dicha que produce saborearla y compartirla, porque es esencia y espíritu de la cultura del maíz, de un legado de siglos, y de muchos esfuerzos y sacrificios para mantener viva está tradición, como nos enseñaron nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Por eso el Concejo de Bogotá declaró por acuerdo 121 del año 2004 el Festival de la Chicha y la Dicha como patrimonio ancestral y evento de interés cultural", dice doña Ángela Alarcón Toscano, maestra de la emblemática bebida y Reina Nacional de la Chicha en tres oportunidades, con otra corona internacional.
Muchas guerras intestinas las que ha librado la chicha, que ha inspirado a historiadores, cronistas y escritores de la enjundia de Fray Pedro Simón, José María Cordovez Moure, José Antonio Lizarazo, Felipe González Toledo, José Joaquín Jiménez (conocido con el seudónimo de 'Ximenez', cronista de los suicidas del Salto del Tequendama), el exconcejal Juan Carlos Flórez, Rafael Quintero Cerón, y el hidalgo de espárragos y de fina pluma, don Alfredo Iriarte. Sendas páginas alrededor de la totuma rebosante del zumo sagrado del maíz, como la enaltecían a sus dioses caciques y sacerdotes muiscas del altiplano cundiboyacense, en ofrenda y agradecimiento a sus parabienes y cosechas.

El maíz porba y las hojas de chisgua para envolver los tamalitos en el proceso de maduración de la chicha. (Foto: Ricardo Rondón).

Pero de todos esos relatos, jamás se registró una amenaza a una soberana chichera, como le ha ocurrido a doña Ángela Alarcón Toscano, líder comunal del barrio La Concordia, de Bogotá, reina indestronable de la chicha, que aprendió de niña los procesos y secretos de su preparación en los fogones de leña de doña Lepoldina Toscano, su señora madre, oriunda de Anolaima, Cundinamarca, primera Reina Nacional de la Chicha, entre tinajas de cobre y barriles de roble para su fermento, que luego almacenaban en vasijas de barro y en cimarrones de cuero y corcho para el fiambre de los peones en sus arduas jornadas.

Doña Ángela con sus presentaciones de chicha auténtica, de variados sabores. (Foto: archivo particular).

Chicha Doña Leo
Doña Ángela lleva produciendo chicha desde que era niña. Mientras estudiaba bachillerato, acompañaba a mamá Leo a venderla en la plazoleta del Chorro de Quevedo, cuando esta era un empedrado, y en los alrededores de la Concordia. Los domingos cargaba toneles en una carreta y se iba a vender chicha a la Media Torta, en la mejor época del teatro abierto al público, cuando desfilaban figuras rutilantes como Raphael de España, Camilo Sesto, Leo Dan, el dúo Pimpinela, Sandro de América, el listado es rotundo, amén de las estrellas nacionales del momento.

Cómicos, cuenteros, músicos, malabaristas, prestidigitadores, protagonistas del entretenimiento en la plazoleta. (Foto: Ricardo Rondón).

Esto recuerda doña Ángela Alarcón sentada en la pileta que Fray Francisco de Quevedo, el primer cura español que se encargó de catequizar y surtir de agua a indios y campesinos de la antigua comarca, como narran las crónicas de Cordovez Moure. Doña Ángela fue criada con "la sangre del maíz", como llamaban los bastiones de la siembra, y con el tetero de los siete granos que rendían con leche recién ordenada o aguadepanela, tal y como ella, madre soltera, valiente, vigorosa y decidida, crió a sus tres hijos, les dio estudio y los sacó adelante a punta de chicha, con su marca, "Chicha doña Leo", en honor a su madre y maestra, fallecida a los 89 años, el 20 de julio de 2021.

Chorote coronado, uno de los preciados trofeos de doña Ángela Alarcón Toscano, reina indestronable de la chicha. (Foto: archivo particular).

Amenazas de muerte 
Lo paradójicamente trágico del recuento, es que doña Ángela, Reina de la Chicha, representante de la Asociación de Pobladores de La Concordia y de la Junta de Acción Comunal (con su titular don Óscar Gutiérrez Guaqueta), defensora del patrimonio cultural y material de su comunidad, y alma y nervio de la tradición chichera, esté amenazada de muerte, y que después de 40 años de pertenecer al colectivo del Chorro de Quevedo, se haya visto obligada a instalarse en la calle, frente a un poste, en la parte baja de la Calle del Embudo, para ofrecer el producto que le da el sustento diario, como una perseguida.

Doña Ángela, hoy desplazada de su propio patio por la amenaza, vende su chicha frente a este poste. (Foto: Ricardo Rondón).

-¿Qué fue lo que pasó, doña Ángela?
"En mis 50 años, nadie me había sacado un cuchillo. Esto que está sucediendo en el Chorro de Quevedo viene desde la reactivación económica de la pandemia, con la llegada de chicheros piratas, de la localidad y venezolanos. Eso fue como si le hubiera caído otra peste a este lugar. Categorizados y reconocidos como maestros y maestras ancestrales de chicha, somos 25. Y los chicheros intrusos, pasan ya de los 50".

Doña Ángela junto al gran mural chichero del maestro grafitero Bocojo. (Foto: Ricardo Rondón).

-¿Qué tipo de chicha están vendiendo los piratas?
"Eso no es chicha. Eso es un cocimiento hechizo, un revuelto de harina de trigo, colorantes, saborizantes artificiales, y lo más peligroso: ¡alcohol! Todo eso lo preparan de un día para otro, cuando el proceso de fermentación de la chicha exige entre 20 y 25 días para el resultado de su maduración. Nuestra chicha es una bebida fermentada no destilada. El maíz porba, que se muele aquí mismo, tiene un cocimiento de cuatro horas, con el grado de melado de panela que se le va agregando en su medida. La chicha de colores está hecha de frutas naturales: uva, durazno, mora, maracuyá, fresa, arándanos, frutos rojos, chontaduro. Todo de la mejor calidad y en envases nuevos. Los chicheros piratas utilizan las mismas botellas que los usuarios arrojan a la basura. Usted se imagina el daño para el consumidor. Y con el alcohol, les puede ocasionar ceguera, y hasta la muerte".

En la legendaria Calle del Embudo, puerta grande del emporio chichero del barrio La Concordia. (Foto: Ricardo Rondón).

"Se han dado muchos casos de jóvenes y jovencitas, que después de tomar de esa menjunje les da mareo, vómito, diarrea. Ha habido situaciones emergentes en las que han tenido que llamar ambulancia. Se pasan quejas a la policía, se han llevado cualquier cantidad de peticiones a la Alcaldía de la Candelaria, pero no nos han solucionado nada. Estamos completamente desprotegidos como gremio y como habitantes de la localidad. Doña Ángela Quiroga, la alcaldesa, cita a reuniones, pero al final todo es carreta. Ella le expide permisos a todo el mundo para vender, sin revisar procedencias, sin inspeccionar las condiciones en las que se prepara la chicha, ni la calidad de los insumos que utilizan. Por poner en alerta lo que está pasando, me dijo: 'agradezca que le doy permiso de vender su chicha".

La chicha es la bebida predilecta de los jóvenes enamorados en sus frecuentes visitas al Chorro de Quevedo. (Foto: Ricardo Rondón).

"Aquí ha habido hasta machete. A Paco, compañero chichero, lo atacaron en su puesto, le pegaron en la cara y lo trataron como lo peor. A su señora la escupieron. Viene la policía, da una ronda, y todo vuelve a quedar igual. Lo más grav, es que con la fachada de la chicha adulterada, también ofrecen 'happybrownies' (tortas rellenas de marihuana), entre otras sustancias nocivas. Aquí estamos a punto de un estallido por esa venta de chicha ilegal y de todo lo demás, que crea zozobra, temor, inseguridad. Pero ante la amenaza, honor y valor. No podemos quedarnos callados. Una vida de esfuerzos y sacrificios para terminar acorralados por un grupo de maleantes, de jaladores, de proxenetas, eso no puede ser. Alguien más arriba que la alcaldesa tiene que enterarse de lo que estamos viviendo. Ayer hubo otra riña por invasión del territorio. Todavía hay huellas de sangre. Ojalá la doctora Claudia López tome cartas en el asunto".

Su majestad Julieta Barrera Bernal, maestra artesana, diseñadora de modas, joyera, hippie irredenta. (Foto: Ricardo Rondón).

"Esto se viene abajo"
Gregorio Fandiño, emprendedor gastronómico y líder del sector, se duele de que todo el esfuerzo que han hecho los comerciantes, antes y después de la reactivación derivada de la pandemia del coronavirus, se pierda por el azote de fuerzas oscuras que tienen sitiado el Chorro de Quevedo, y que con sus fechorías están obrando en el desprestigio de uno de los espacios más populares y frecuentados por lugareños y extranjeros, sobre todo los fines de semana, además de la gran afluencia de jóvenes universitarios. "Si no hay autoridad que nos represente, esto se viene abajo", sentencia Fandiño. "En vez de unir músculo y talento para embellecer la plazoleta, nos estamos asomando a su lamentable decadencia. Todo por la ausencia de actitud, orden y gestión de la autoridad que nos representa", concluye el empresario.

Gregorio Fandiño, líder y emprendedor gastronómico, de la mano de su esposa Laura Rubiano, en el Chorro de Quevedo. (Foto: Ricardo Rondón).

Del consorcio chichero ancestral hacen parte doña Gloria Cortés. Su hija, Johanna Martínez, es historiadora y documentalista, y desde su puesto de chicha, ubicada junto al viejo árbol de hojas cenizas, que le hace sombra a la consagrada Ermita del Palomar del Príncipe, ilustra a los visitantes sobre la historia del Chorro de Quevedo y sus protagonistas. También las hermanas Bulla, pioneras en la empedrada Calle del Embudo de los locales gastro-chicheros; igual que El Chalet, la Chichería de don Camilo Roncancio, la de doña Judith, la de las hermanas Carranza, la de doña Cecilia, El Rincón del Totumo, y La Bendita, chichería-museo de don Alfredo Ortiz, el popular Cacha, entre otros.

Johanna Martínez, chichera ancestral, historiadora y documentalista, guía turística del Chorro de Quevedo. (Foto: Ricardo Rondón).

A partir de los desafortunados acontecimientos en la Plaza del Chorro de Quevedo, un espacio que debería ser erigido por la administración local como un atractivo turístico, cultural y de entretenimiento de primer orden del centro histórico de Bogotá, llamamos al doctor Francisco Almanza, de la Secretaria de Salud del Distrito. De manera brusca y precipitada contestó que él no estaba autorizado para dar información al respecto, y nos remitió con la señora alcaldesa Ángela Quiroga, quien hacia el mediodía respondió por WhatsApp que estaba en una reunión. Al rato nos envió un audio Natalia Rubiano, su jefe de prensa, para asumir el encargo. Una tarde de espera. Ni alcaldesa ni asesora de comunicaciones se pronunciaron.

En la legendaria Calle del Embudo, puerta grande del emporio chichero del barrio La Concordia. (Foto: Ricardo Rondón).

Lamentable la indiferencia ante una situación crítica, cuando hay de por medio agresión y amenazas de muerte, como de las que viene siendo víctima doña Ángela Alarcón Toscano, quien corrobora la ineptitud y negligencia habitual de las autoridades competentes en sus gestiones y trámites prioritarios.

Chicha con sabor a patria frente a la Ermita del Palomar del Príncipe, en tiempos de pandemia. (Foto: Ricardo Rondón).

Festival de la Chicha y la Dicha 
En su laboratorio de cocimiento chichero, ubicado cuadra arriba de la plazoleta del Chorro, una estancia que brilla por su limpieza y orden, doña Ángela anuncia que el 25, 26 y 27 de junio se llevará a cabo el próximo Festival de la Chicha y la Dicha, tradicional en el parque principal del barrio La Perseverancia (calle 32, con carrera 44). Seguramente, por trayectoria y prestigio en ese y en otros festivales como el de La Concordia y el barrio Egipto, doña Ángela ceñirá por decisión unánime una nueva corona. Y me extiende la invitación para que la acompañe.

Las artes escénicas, otra de las atracciones de la plazoleta. (Foto: Ricardo Rondón).

Mientras tomamos otras fotos, me acerca un vaso de chicha de color rosado.
-¿De qué sabor es?, le pregunto.
-De frutos rojos. Pruébela y me cuenta. Y si sufre de gastritis, se la cura.
-¡Humm!, es un ponche, doña Ángela. ¿Cuál es el truco?
-No hay trucos. Son 40 años de experiencia, de sabiduría ancestral, es el legado de nuestras madres chicheras. Y es el amor y el agradecimiento con Dios y con la vida, que todos los días nos inspira y estimula a prepararla. ¿Le sirvo otro vasito...?
-Y sin chistar, le arrimo la totuma.
-Como decía doña Leo, mi santa madre: "Santa Bárbara bendita, abogada de los truenos, cuando la chicha se acaba, los cunchos también son buenos".

"Chichita también tomamos", parecen decir estos asiduos visitantes del Chorro de Quevedo. (Foto: Ricardo Rondón).

(Para asesorías de cultura del maíz, preparación de chicha ancestral y despachos de la bebida, pueden comunicarse con doña Ángela Alarcón Toscano a su celular: 3202851928)
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