El recalentamiento acelerado de la tierra dispara las temperaturas, encendiendo las alarmas del problema ambiental para descartar el uso de minerales e hidrocarburos, generadores de energía eléctrica. Un alivio para los departamentos del César y La Guajira, victimas de las destrucciones del suelo en sus territorios rurales, por efectos de las explotaciones de carbón, en extensiones y expansiones productivas en las operaciones mineras.
El carbón definitivamente lo limitan, en cuanto al término de consumo internacional, hasta el año 2030. El uso del carbón en las generaciones energía eléctricas lo recortaron de conformidad con el acuerdo inicial que se había estipulado para el año 2050, sustituyendo la energía tradicional por sistemas de energías eléctricas naturales y limpias, a base de sol y aire (solar – eólica) para descontaminar la polución de carbonos que deterioran el medio ambiente, el ecosistema y la biodiversidad. De igual forma, extermina el agua, la flora, la fauna y por último la vida humana. Como consecuencia de las contaminaciones en muchas ocasiones se está generando cáncer, como está sucediendo en los territorios mineros por descuido y negligencia de las autoridades ambientales y de salud, que se hacen los de la vista gorda en el predominio de los intereses particulares sobre el interés general ambiental.
La industria minera se origina e implementa por los beneficios económicos que genera a la nación con impuestos y regalías. Los resultados de las explotaciones dependen de debilidades de las autoridades competentes y corrupciones imperantes de gobiernos que no valoraron los factores y elementos relacionados con los daños frente a beneficios y protecciones que garantizan a los operadores. ¿Cuántos arroyos, lagunas, manantiales, acequias, caños, fuentes y corrientes de agua han desaparecidos o se secaron de manera irreversible como consecuencias de las explotaciones mineras?
El contrato de explotación en La Guajira con la multinacional carbones del Cerrejón fenece en el año 2033 y en términos similares también termina el contrato de la Drummond en el César, las dos minas a cielo abierto más grande de América Latina.
Alemania, China, Rusia, la India, Polonia y otros países de Europa y Asia comenzaron a suspender gradualmente las explotaciones mineras de carbón en acuerdo con los países consumidores del producto energético. Lo anterior, en cumplimiento de los acuerdos de Kioto y París para frenar los efectos nocivos del cambio climático en el rescate del restablecimiento del medioambiente que se está degenerado por el mal uso de los humanos, quienes por fin comienzan a reflexionar para lograr acuerdo mancomunados sin el apoyo excepcional de los Estados Unidos porque el presidente Donald Trump le retiró el apoyo, avalado por su antecesor Barak Obama, constituyéndose la única nación entre los países en el mundo que se niega a consolidar acuerdos en beneficio del medio ambiente general por actitudes: temerarias, incoherentes, inconsecuentes, radicales y de mala fe.
En quince años, que duran poco tiempo en pasar, estarían finalizando las explotaciones de carbón en La Guajira, sin que puedan existir prórrogas para alargar la explotación a 30 o 50 años más. Si el mercado de los consumidores de carbón se cierra, ¿quién va explotar minería de carbón? No debemos esperar en La Guajira a que lleguen los 15 años y que no sepamos qué hacer, apelando a los lamentos, cuando desvinculen el personal guajiro que labora en las actividades de operaciones mineras en el proyecto minero el Cerrejón, dejándose de percibir los recursos económicos de muchos trabajadores que habitan en los municipios de La Guajira.
En La Guajira se necesita planificar con urgencia un Plan de Ordenamiento Territorial Departamental que apruebe la Asamblea Departamental para clasificar los usos de territorios municipales e indígenas en áreas o zonas: agrícolas, industriales, portuarias y turísticos. De la misma manera, es necesario comenzar a promover el uso de la energía alternativa eólica y solar en La Guajira como fórmula contingente para nivelar el estado emergente en que quedamos con la terminación de las fuentes de trabajo que dejan de existir. No podemos dormirnos, ni apagarnos, cuando tenemos por delante en La Guajira la alternativa de generación, explotación y utilización de energía eólica y solar, con salida al mar Caribe, en privilegio fronterizo.
El carbón nos llenó ilusiones, dejándonos un panorama negro, de ruinas, desalojos humanos, enfermedades y frustraciones, que podrían cristalizarse con las sustituciones de la energía tradicional por la natural, ya que gozamos de muchas fuentes energéticas en La Guajira. Eso sí, siempre y cuando el cambio no nos ahogue, carbonice o arrebate los derechos, en igual forma como ocurrió con las regalías. Si no nos preparamos a defender el territorio peninsular con sentido de pertenencia, ¿a qué recurrimos?, ¿mendicidad o compasión?
