Adriana y Marcela se quieren casar

Adriana y Marcela se quieren casar

Dos mujeres que quieren estrenar el matrimonio igualitario se confiesan con Catalina Ruiz-Navarro.

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junio 20, 2013
Adriana y Marcela se quieren casar

Adriana González y Marcela Rojas son una las cinco parejas que presentaron sus papeles en el juzgado municipal para radicar demandas de matrimonio igualitario. En la víspera me recibieron en la intimidad de su casa para hablar de su amor, y del cambio histórico que comienza hoy para la comunidad LGBTI.

—Primero dijimos que iba a ser el viernes. Ayer se decidió que fuera mañana. Es que la Sentencia de la Corte es tan ambigua que ni siquiera se sabe si a “partir del 20” se refiere al mismo 20 o después.-—Me dice Adriana.

Hace dos años la Corte Constitucional lanzó una polémica sentencia en la que reconoce a las parejas del mismo sexo como familia y pedía al Congreso legislar sobre el matrimonio igualitario antes del 20 de junio de 2013, de lo contrario, dice la sentencia, las parejas podrán acudir a casarse a las notarías. El polémico proyecto legislativo se hundió en los debates y dejó una confusa laguna jurídica en la que no se sabe si la unión de dos personas del mismo sexo es unión solemne o matrimonio.

Dos de las parejas que radicaron demandas para el matrimonio igualitario en los juzgados del circuito. De morado, Elizabeth Castillo y Claudia Zea, de naranja, Adriana González y Marcela Rojas. Foto: Jorge Gallardo.  - Adriana y Marcela se quieren casar

Dos de las parejas que radicaron demandas para el matrimonio igualitario en los juzgados del circuito. De morado, Elizabeth Castillo y Claudia Zea, de naranja, Adriana González y Marcela Rojas.

—Queríamos ir al salón de belleza porque Marcela tiene un poco de nervios. Pero yo no quiero correr, estoy muy cansada y prefiero llegar mañana desarreglada que ojerosa. La gente se espera que vayamos muy elegantes pero es que este todavía no es el matrimonio, solo vamos a radicar los papeles.

—Y después es una ruleta rusa.— Añade Marcela —Le puede llegar a un juez que decida casarnos o a uno que no. Los jueces pueden hacer una libre interpretación de la sentencia de la Corte. Después de que nos digan en qué juzgado quedó, el juzgado tiene unos tiempos para aceptar el caso o no aceptarlo. Puede no aceptarlos por vicios, que esté mal presentada la sustentación de la demanda.

—¿Y qué es lo que hay que sustentar en la demanda?—, le pregunto.

—Pues mira, si nosotros fuéramos heterosexuales no habría que sustentar nada. Pero en cambio tenemos una demanda de 18 páginas con todos los argumentos citados de sentencias de la Corte, y los contra argumentos, y la explicación de por qué esos contra argumentos no tienen justificación. Si nosotras fuéramos heterosexuales iríamos a una notaría.

—Pero ya en las notarías nos van a hacer unión solemne y eso no es nada.- Dice Adriana. —Ni siquiera te piden el registro civil para matrimonio. Y nosotras tenemos una unión marital de hecho, hicimos las escrituras hace 6 años y si hacemos la unión solemne quedamos con menos derechos.

—Bueno, y ¿por qué no contentarse con la unión marital de hecho?

—Así solo compartimos el 50-50. Con el matrimonio es más, como un 25% más, podemos heredar y además es inmediato. Y no tendríamos que probar nada. Con la unión marital de hecho hay que llevar testigos que comprueben que vivimos juntas como pareja. El juez puede decir que simplemente somos amigas que comparten una casa. El otro día yo decía que nos va a tocar grabarnos teniendo sexo porque es la única verdadera diferencia.

Adriana y Marcela hablan con los medios. - Adriana y Marcela se quieren casar

Adriana y Marcela hablan con los medios.

—¿Y qué va a pasar cuando radiquen los papeles?

—Entregamos el papel y nos dan un juzgado. Después toca estar yendo al juzgado y de pronto nos lo pueden devolver. Depende del juez. Puede aparecer un juez que diga ah bueno les hago el contrato de unión solemne. Y ahí no firmamos porque perdemos derechos. Entonces pondríamos una tutela. Y pueden decir que sí o que no. Y si dicen que no pondremos otra tutela.

—¿Y por qué casarse en tiempos en que supuestamente nadie se quiere casar?

—Es mentira que nadie se quiera casar. Nosotras empezamos a vivir juntas y empezamos a sentir que era para toda la vida. Suena cursi pero así fue. Cuando una pareja heterosexual siente eso pues se casa. Y nosotras no podemos. O bueno, no podemos todavía.

—¿Cuánto llevan juntas? pregunto.

—8 años. Desde el primer día.—Contesta Marcela.

—Yo me acuerdo la primera vez que estuve con Marcela. Esa noche le dije, quédate a dormir conmigo.- Cuenta Adriana y Marcela sigue —Y es que yo no dormía fuera de mi casa. No podía dejar a mi hijo solo. Yo soy madre soltera y él en esa época tenía 17.

—A la siguiente noche, desde ahí, se quedó a dormir conmigo.— dice Adriana.

—Le conté a mi hijo. Era un muchacho de 17 años que además conocía a Adriana y sabía que ella era lesbiana.

—¿Y no sabía que tú eras lesbiana? Le pregunto a Marcela.

—No. Ni yo sabía. Yo salía con hombres. Pero de Adriana me enamoré.

—¿Qué te dijo tu hijo?

—Yo le dije “¡me enamoré!”, y me dijo “yo sé de quién”, muerto de la risa. Yo le dije “pero déjame decirte a mí, que lo tengo que poner en palabras y esto es lo más difícil que he tenido que hacer desde que le dije a mi mamá que estaba embarazada a los 18 años.” Cuando le dije que era de Adriana me dijo “yo sabía”. Yo salí del clóset con mi hijo y todo a la vez, porque me enamoré. Le dije, “si tú no puedes con esto yo dejo a Adriana, para mí lo primero eres tú, pero dímelo ahora y no cuando sea demasiado tarde. Él me dijo algo muy lindo: “mami, tu llevas 17 años haciendo todo para que yo sea feliz, es la hora de que tu seas feliz.”

—¿Crees que esa facilidad de aceptación en tu hijo responde a un cambio generacional?

—No, hay muchos jóvenes muy conservadores, las iglesias cristianas por ejemplo están llenísimas.— Me contesta Marcela. —Pero también hay otros tolerantes como mi hijo, y sus amigos, que saben que somos una familia y ya les parece normal.

David las acompañó al juzgado, orgulloso. Ya tiene 25 años y tras radicar los papeles le da un fuerte abrazo a sus mamás. —Qué bueno que no me tocó de pajecito —comenta bromeando.

Demanda por matrimonio igualitario de Elizabeth Castillo y Claudia Zea. - Adriana y Marcela se quieren casar

Demanda por matrimonio igualitario de Elizabeth Castillo y Claudia Zea.

—Bueno, y la pregunta final: ¿por qué salir a ser carne de cañón?

Marcela me contesta. —Vamos a hacer esto mañana porque no hay quién más. Somos cinco parejas las que vamos, pero conocemos al menos a 30-40 personas que se quieren casar. No lo van a hacer mañana. Muchos de ellos están en el clóset, otros tienen miedo de que los vayan a echar del trabajo, otros por el estigma de ser identificados como gais o lesbianas. Adriana me dijo “yo estoy mamada, yo no quiero medios, yo quiero que esto sea para nosotras.”, y yo le dije “sí Adri, estoy de acuerdo, pero si no somos nosotras ¿quién?”.

Adriana toma la palabra: —Lo que quisiera decir de este proceso, es que el matrimonio para nosotras significa realmente un reconocimiento de lo que somos como pareja. No solo nosotras, sino muchos ciudadanos en este país. Apostarle al matrimonio es un aporte a la construcción de paz. Nosotros nos metemos en esto porque confiamos en que el país, de alguna manera, pueda hacer una reflexión sobre lo que significa vivir en una democracia. Inclusive en el congreso cuando lo discutieron la gente pudo ver familias comprometidas con el amor de los otros. El rechazo sólo viene de un ámbito moral, de la vida privada que no le interesa a nadie pero no sobre los argumentos reales de la vida, de la democracia, de lo que significa vivir en un país moderno, constitucional y laico.

Y termina: —Para nosotros es más importante casarnos que para un hetereosexual porque nosotras con el matrimonio tenemos un reconocimiento cultural, social, político. No queremos mas derechos que los heterosexuales queremos los mismos derechos.— Termina Marcela.

Adriana y Marcela radican los papeles en el juzgado del circuito.  - Adriana y Marcela se quieren casar

Adriana y Marcela radican los papeles en el juzgado del circuito.

Adriana y Marcela se han estado coqueteando durante toda la entrevista. Toman a sorbitos una cerveza y pican con nervios una improvisada tabla de quesos. Sus respuestas se interrumpen por la cantidad de medios que las llaman, y mientras una habla, la otra agenda entrevistas para las seis de la mañana. Pero antes que todo eso, está la vida real y su perra, Malena, empieza a exigir salir a pasear.

Me despido de ellas para encontrarlas a la mañana siguiente en los juzgados del circuito. Llevan ambas camiseta anaranjadas y se ven emocionadas y felices, aún en medio del asedio de los medios que las cercan con sus micrófonos y les repiten las mismas preguntas, una y otra vez.

Radican sus papeles en la ventanilla 8.

—Y ahora, ¡a esperar! Esto es una ruleta rusa. Cruzaremos los dedos para podernos casar.

Fotos: Jorge Gallardo.

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