Adiós al rey de la rumba narco en la Medellín de Pablo Escobar

Adiós al rey de la rumba narco en la Medellín de Pablo Escobar

Fue en Kevin's, la discoteca de Pelusa, el narco que acaba de ser asesinado, donde se llevó a cabo la Cumbre de Extraditables que determinó la más cruel de las guerras

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abril 27, 2017
Adiós al rey de la rumba narco en la Medellín de Pablo Escobar

En enero de 1983 no se hablaba de otra cosa en Medellín que de la inauguración de Kevin’s, una discoteca de 4.000 metros cuadrados que habían construido sobre el derruido estadero "Las Lomas", en la variante de San Diego vía a Las Palmas. El dueño era un hombre de 45 años, alto, de espaldas anchas, arrogante y del que decían era  “mágico” —nombre con el que se conocía en esa época a los narcos—, muy cercano al más poderoso de todos los traficantes de Colombia: Pablo Emilio Escobar Gaviria.

A José Antonio Ocampo Obando, mejor conocido como “Pelusa”, no había mujer que se le resistiera. Fue el primero en tener en Colombia un Ferrari Testarrosa y con sus prósperos negocios compró en Necoclí una isla a la que bautizó la Virgen del Cobre. Esta era una de las fincas ganaderas más conocidas del país, un lugar que sería escenario, a mediados de los años noventa, de las reuniones de Freddy Rendón Henao, alias el Alemán, con la banda criminal Héroes del Castillo. El Alemán además realizaba en este predio subastas con las mejores reses para financiar su guerra contrainsurgente, pero eso sería muchos años después de la época dorada de la rumba narco en Medellín.

Ocampo Obando, a principios de los años ochenta, era muy cercano al Cartel de Medellín. Nadie lo buscaba, no había ningún proceso en su contra, pero todos conocían su amistad con Escobar y con Lehder. Esa Medellín, que se adentraba sin saberlo en la peor de sus guerras, solo tenía otros dos sitios de rumba para complacer “mágicos”. Estaba La Rinconada en el vecino municipio de Girardota y Lucky 77 por la avenida San Juan. Kevin’s estaba construida para llevarse por delante a cualquier rival que tuviera al frente.

Para inaugurar el local quería traer a Raphael, quien era entonces el cantante en lengua hispana más importante del mundo. Las negociaciones se demoraron más de lo previsto así que “Pelusa” se tuvo que conformar con el baladista argentino Diego Verdaguer y con el español Juan Ernesto Mochi. La discoteca estuvo a reventar, pero un rumor fastidió a Ocampo Obando: él había prometido al más grande de todos y en su lugar había llevado segundones. Tocado en su orgullo se desquitaría solo unas semanas después.

El 10 de febrero de 1983, Obando y tres de sus amigos más cercanos fueron al aeropuerto Olaya Herrera a recoger a Raphael. Las presentaciones se harían el 11, 12 y 13 de febrero. Le dieron una suite en la Intercontinental y en la noche de ese mismo día lo llevaron a la discoteca para que conociera el lugar donde se realizaría los shows. Aprovechando la escasa luz del local y disfrazado con una gorra nadie conoció al cantante. Se sentaron en una mesa al lado del escenario que quedaba en el segundo nivel de la disco. De un momento a otro empezaron a escucharse gritos, saludos. Los bailarines pararon de bailar y se unieron al coro: “Llegó Pablo, viva Pablo”. El Capo se ubicó en una mesa al lado de Raphael. Repartía saludos y, después de cerrar el local, pagó la cuenta de todas las mesas. Nadie miraba al cantante, todas las miradas eran para Pablo.

Entre febrero de 1983 y marzo de 1984, cuando empezó su huida perpetua después de ordenar el asesinato de Rodrigo Lara Bonilla, Pablo Escobar hizo de Kevin’s su oficina, su centro de operaciones y su rumbeadero. Desde allí se ordenaron asesinatos y hasta envíos de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. Era la época en la que Escobar aún soñaba con ser presidente de Colombia, cuando era suplente de la Cámara de Representantes y entró sin problemas al congreso de la República. Con su Renault 18 color habano construía, sobre el basurero municipal, el barrio que llevaba su nombre y que era la joya de la corona de su proyecto Medellín sin tugurios. Los días de Kevin’s fueron los más felices para el capo.

Las rumbas duraban días. Con el que más se vio fue con Carlos Lehder. Dos horas antes de que los dos capos ocuparan su mesa al lado del escenario el equipo de seguridad, preparaba todo para evitar sobresaltos. "Pelusa" había mandado a construir una salida secreta, justo al lado del escenario, para que sus clientes se sintieran más tranquilos.

Aunque en Kevin’s se presentó el Joe Arroyo, Héctor Lavoe y hasta el Gran Combo, el evento más importante que se dio allí fue en agosto de 1983: el primero Foro Nacional de Extraditables. Este contó con el pleno del Cartel de Medellín: Rodríguez Gacha, los tres hermanos Ochoa y Carlos Lehder. Además, la reunión fue cubierta por periodistas de Semana. De hecho, la moderadora era la periodista Virginia Vallejo, la estrella de la televisión quien en ese momento sostenía una relación con Escobar. Al Foro también asistió el ex magistrado Humberto Barrera Domínguez y el exparlamentario anapista Gabriel Zapata Izasa.

Cuando la guerra arreció en Medellín, Kevin’s se fue apagando. Ocampo Obando se dedicó cada vez más a su finca ganadera y salió inmune a los señalamientos que le hicieron de su participación en el Cartel de Medellín. También, a los dos intentos de extinción de dominio que sufrió en la década pasada con La virgen del cobre. Su firma industrial Pecuaria Ltda, sobrevivió a todos los cuestionamientos que se le plantearon.

Ocampo Obando sobrellevaba con tranquilidad sus 79 años. Sin embargo, el pasado sábado 22 de abril, un sicario le descargó su proveedor en la cabeza mientras esperaba su turno en una estación de gasolina en Las Palmas. Con él se cerró otro capítulo de la escabrosa historia de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín.

 

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