Adiós a la poderosa Angela Merkel

Adiós a la poderosa Angela Merkel

Durante 16 años fue la canciller de Alemania y llegó a ser la mujer más influyente del mundo, ahora se retira sin antes intentar dejar sucesor. ¿A qué se dedicará?

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septiembre 26, 2021
Adiós a la poderosa Angela Merkel

Sin hacer ruido, con la misma chaqueta de colores y un prolongado adiós de dos años, Angela Merkel se está yendo de la primera línea sin estridencias. A pesar de haber sido por 16 años la canciller de Alemania, la líder más reconocida de Europa, la mujer más poderosa del mundo nueve veces consecutivas en el ranking de Forbes.

Cuando el 26 de septiembre se cerraron las urnas para conocer el nombre de su sucesor, empezó el principio del fin de la era Merkel, y un nuevo periodo en la vida de la mujer que los alemanes cariñosamente llaman mutti (mamá), y que hicieron de ella el símbolo de la “mamicracia”.

Tan difícil como imaginar a Alemania sin Merkel es saber a qué se dedicará. Alguna vez bromeó con que le gustaría hacer el desayuno y disfrutarlo con su marido, Joaquim Sauer, un catedrático de Química Cuántica, a quien llaman “El fantasma de la ópera”, porque solo se ve con ella en público cuando van a la ópera, y ni siquiera la acompañó a su posesión como canciller en el Reichstag el 22 de noviembre de 2005.

Hace unos meses, cuando Merkel fue a Washington a recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Johns Hopkins, dejó entrever que lo primero que quería hacer era tomarse una pausa y no aceptar invitaciones. "Creo que eso me va a gustar mucho”. Será el descanso después del torbellino de la política mundial donde compartió escenario con los presidentes de Estados Unidos Bush Jr., Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. “Cuanto más conocía a Angela Merkel, más me gustaba; la encontraba sólida, honesta, intelectualmente rigurosa y amable por instinto”, escribió Obama en sus memorias. Con Emmanuel Macron hubo empatía total, Theresa May fue su amiga, y con Vladimir Putin, su émulo en el poder, tuvo una complicada relación de altibajos.

Con Joachim Sauer seguirá yendo, como cada agosto, al Festival de Salzburgo, con ese kimono colorido que compró en Estados Unidos hace 23 años y ya ha lucido cinco veces. Con él seguirá viviendo en el centro de Berlín, no habrá mudanza, porque desde un principio renunció a la vivienda oficial y su residencia es un apartamento frente al Museo de Pérgamo. Allí estarán por lo menos hasta el año entrante porque él, que es profesor emérito de la Universidad Humboldt, no piensa jubilarse todavía, y a sus 72 años le prolongaron su contrato de investigador senior hasta el 2022.

Como cualquier ama de casa alemana, seguirá haciendo el mercado en el súper

 

Como cualquier ama de casa alemana irá al supermercado y cocinará un “delicioso pastel de ciruela” —eso dicen— y la tradicional sopa de papas mientras escucha música clásica. Los fines de semana viajará a la austera casita con jardín de 50 metros cuadrados que compró a las afueras de Berlín, donde cultiva fresas y papas y suele poner la radio para escuchar la ronda de conexiones con los principales partidos de la Bundesliga y hacerle fuerza a su Borussia Dortmunt del alma. No los ve por tele, porque es una diestra radioescucha que memoriza, domingo a domingo, la clasificación de la liga alemana mientras trabaja en su jardín, contó la revista Bild der Frau, para demostrar que la canciller es humana.

En su nuevo y bien merecido tiempo libre quiere pensar "en lo que realmente me interesa”. En los últimos 16 años tuvo muy poco tiempo para eso. Con una sonrisa cómplice les dijo a los periodistas en Washington: "Después trataré tal vez de leer, y se me cerrarán los ojos, porque estoy cansada. Entonces trataré de dormir un poco, y luego veremos dónde aparezco”. Nunca se le cerraron los ojos en las largas reuniones donde todos sabían que jamás se levantaría sin dejar cerrado el tema.

Ahora tendrá más tiempo para el senderismo al lado de su esposo, Joaquim Sauer

Angela tendrá más tiempo para el senderismo que es uno de sus hobbies. Quizá en medio de esas caminatas recordará por qué la llaman la canciller de las crisis y esas frases que ya son célebres. En la muy dura hecatombe financiera del 2008, defendiendo el euro: "Si el euro fracasa, Europa fracasa”; en la de los refugiados fue famosa «wir schaffen das» (algo así como una versión alemana del yes, we can); y en la pandemia por el confinamiento a los mayores de 70, “Encerrar a nuestros mayores como estrategia de salida a la normalidad es inaceptable desde el punto de vista ético y moral”.

Merkel, que tiene 67 años, no tendrá que preocuparse por sus finanzas. Hoy gana 25.000 euros por mes, más 10.000 como diputada del Parlamento, al que pertenece desde hace más de 30 años. Cuando deje de trabajar, seguirá recibiendo su salario durante tres meses, y luego la mitad durante un máximo de 21 meses como salario de transición. Los cálculos que le hizo DW para después, con base en los muy exactos -con cinco decimales- en la Ley Ministerial de la Nación, de 1953, según los cuales corresponde, luego de un mínimo de cuatro años en el cargo, un 27,74 por ciento y por cada año un aumento de 2,39167 por ciento, hasta un importe máximo del 71,75 por ciento. Al fin de cuentas Angela Merkel podrá contar con cerca de 15.000 euros por mes. Además de protección personal toda su vida, un automóvil con chofer. oficina en el Parlamento con una persona a cargo, dos asesores técnicos y un mecanógrafo.

 

Aficionada al fútbol, que oye por radio los domingos, no se perdió el Mundial de Brasil

 Aunque diga que disfrutará los placeres domésticos y el sueño reparador, pocos ven a Merkel solo haciendo pasteles y oyendo radio en jeans y camiseta. Sus antecesores pueden dar una pista de su futuro. Helmut Schmidt se volvió editor del diario Die Zeit en 1982, y sus conferencias no costaban menos de 15.000 dólares, Helmut Kohl fundó una consultora política que matizaba como lobista, Gerard Schröder levantó ampollas cuando poco después dejar la cancillería aceptó trabajar con la compañía del gasoducto Nord Stream, filial de la rusa Gazprom, después de haber sido abanderado de su construcción. Ella, acostumbrada a romper récords, feminista confesa —desde hace unos días— podría convertirse en la primera mujer presidenta de Alemania.

“La alemana tranquila”, la llamó en un soberbio perfil The New Yorker en el 2014, y no hay duda que su liderazgo tranquilo será la impronta de su mandato, que fue talanquera de los populismos y soporte de la democracia -aunque sus críticos no dejen de señalar las relaciones con Rusia y China-. El domingo disputaron su sucesión tres candidatos: Armin Laschet, un apacible católico de Renania, de los democristianos de Merkel, Olaf Scholz, el afable exalcalde de Hamburgo, líder de sus rivales históricos, el Partido Socialdemócrata; y Annalena Baerbock, una joven legisladora de Hannover, cabeza del Partido Verde. Voto a voto Sholtz y Lashet dirimieron la mayoría.

Pero Angela Merkel no se va este domingo para casa. Se quedará hasta que se forme un nuevo gobierno, lo cual puede durar unas cinco semanas o unos cinco meses, como en el 2017.  Si llegase hasta el 17 de diciembre, su largo mandato habría superado el récord de su mentor, Helmut Kohl, el canciller demócrata cristiano que la llevó a su gabinete y la llamaba “esa chica”. Adiós, Angela.

 

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