Acá prefieren a borrachos como Asprilla que a verdaderas campeonas como Yoreli Rincón

Acá prefieren a borrachos como Asprilla que a verdaderas campeonas como Yoreli Rincón

Necesitamos una liga decente que potencie a las jugadoras y fortalezca a la Selección Nacional, mujeres que puedan vivir de lo que mejor saben hacer: patear una pelota

Por: Nicolai Alejandro López
diciembre 05, 2018
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Acá prefieren a borrachos como Asprilla que a verdaderas campeonas como Yoreli Rincón
Foto: Twitter @10yorelirincon

Quinto penal, si lo hace Yoreli quedan campeonas, si, por el contrario, lo tira o se lo atajan, el sufrimiento continúa. Es el quinto penal en la final de la Copa Libertadores Femenina, 12 pasos que separan al mejor club colombiano del 2018 de la gloria. La verdad que mi intención no es hacer una crónica de los agónicos penales, ni mucho menos de cómo el equipo opita llegó a la paridad después de empezar perdiendo con las bicampeonas del torneo, no. Mi intención es desnudar las miserias por las que tienen que atravesar jugadoras como Yoreli Rincón, Gavy Santos o la querida Melissa Herrera, que tuvo que irse de Independiente Santa Fe porque las expectativas económicas no llegaban a ser ni un ápice de lo que le habían prometido. Ahora, si esto sucede con las figuras, ¿qué pasa entonces con las jugadoras promedio? Aquellas que se rompen el lomo día a día para poder salir del amateurismo y poder fichar en un equipo profesional. Para eso vamos por el principio.

El fútbol profesional femenino en América Latina tiene una historia incipiente de 13 años, fue Brasil —el país anfitrión del torneo 2018— el que inició el largo camino de la profesionalización al ver el potencial de jugadoras que tenían que migrar a los Estados Unidos o Europa para poder tener una carrera como futbolistas. Es la Federación Brasileña la que empieza a presionar a los equipos profesionales para que organicen planteles femeninos de alta competencia y así crear una liga profesional, jugadoras que percibirían sueldos y viáticos y dejando de jugar por el mero “amor a la camiseta”. De ahí en adelante el fútbol femenino empezó a ser tenido en cuenta en los países sudamericanos. Chile, Uruguay y Paraguay fueron los que siguieron los pasos del fútbol carioca y apostaron por la profesionalización en sus países, ligas fuertes y bien armadas que buscaron jugadoras en el exterior y que empezaron a desterrar de las tribunas el prejuicio de que “las mujeres no pueden jugar a la pelota”.

En Colombia el trabajo fue doblemente arduo, desde el 2008 Formas Intimas era el equipo femenino que representaba a todo el país, es más, tenía más peso que la Selección Colombia femenina, armada a retazos y sostenida por las jugadoras que deseaban portar la camiseta amarilla. Fue Formas el equipo que representó a Colombia en la primera edición de la Copa Libertadores 2009 y la que siguió haciéndolo hasta la profesionalización del fútbol en 2017. Sería Jorge Perdomo, presidente de aquel momento de la Dimayor, el que se encargaría de dar el último empujón al crear la Comisión de Fútbol Femenino en 2016, para que luego en 2017 la liga femenina fuera una realidad, y el equipo Independiente Santa Fe se coronara como primer campeón del torneo.

En ese 2017 hubo récord de asistencia en los estadios, los prejuicios se dejaron de lado y los clubes que aún no tenían equipos femeninos vieron la oportunidad económica para crearlos. Además, la Conmebol ya presionaba para que los clubes que quisieran participar en los torneos internacionales tuvieran sí o sí un equipo femenino. Fue por entonces que la Dimayor ya sin Perdomo y ahora con Jorge Enrique Vélez a la cabeza dejó de priorizar la liga, eso se tradujo en menos controles hacia los clubes que hacían contratos a plazo fijo por 3 meses y en muchos casos, se adueñaban del pase de las jugadoras obligándolas a pagar “derechos de formación”, algo completamente ilógico en una liga con menos de 2 años de existencia. Sumado a esto, los contratos dejaron de ser rentables tanto para los equipos como para las jugadoras, es por eso que en una liga como la colombiana, donde todos los clubes son Sociedades Anónimas Deportivas, la inversión de capitales privados es la que garantiza el sostenimiento de estos proyectos y la realidad es que hoy por hoy esa inversión no existe.

Por eso debemos escuchar atentamente lo que dicen nuestras campeonas, prender las luces de alerta y presionar para que los directivos de la Dimayor y de los clubes asuman íntegramente la responsabilidad económica que demanda el fútbol femenino. No solo eso, que garanticen contratos anuales y salarios acordes a lo que gana un jugador profesional, la brecha de la desigualdad se combate también de esa forma. Necesitamos una liga decente que potencie a las jugadoras y de paso que fortalezca a la Selección Nacional, mujeres que puedan vivir de lo que mejor saben hacer: patear una pelota.

“Ellos salen siempre con camisetas de la Selección pero con los hombres y no con nosotras. Si la Liga se acaba, como muchos quieren, quedarán muchas mujeres desempleadas. Por eso necesitamos apoyo”. Este mensaje de la capitana Yoreli Rincón no es solo para el presidente Iván Duque y los directivos del fútbol, es un mensaje también para todos nosotros. Así que en 2019 apoyemos a nuestros equipos femeninos en la cancha y en la tribuna, depende de todos los hinchas que esto siga creciendo.

Por último, un llamado al Club Atlético Huila S.A, los USD 55 mil que ganaron como premio las chicas por ser el primer equipo en Colombia que alza la Copa Libertadores, les corresponde única y exclusivamente a ellas. Si el equipo masculino quiere hacer uso de ese monto, que se lo gane en la cancha sudando y entregando todo, como lo hicieron las chicas en Brasil. Es un despropósito que el premio que les corresponde a ellas vaya para los hombres del Atlético Huila.

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