A Petro es un peligro tenerlo como senador

A Petro es un peligro tenerlo como senador

"Mientras exista esa izquierda en este país no habrá paz, ni mucho menos justicia"

Por: Lucas Durán Hernández - @LucasDH41
diciembre 20, 2020
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A Petro es un peligro tenerlo como senador
Foto: Las2orillas

“Fue rebelde desde pequeño”, esas fueron las palabras exactas que Gustavo Petro Sierra utilizó para describir a su hijo en una entrevista con Jairo Serna de El Tiempo en el año 2011. Cuando tenía 8 años, su hijo escribió una novela sobre el hijo de unos inmigrantes que fueron fusilados, y aquí podemos ver su verdadera orientación política, y los valores que lo acompañaron desde sus tiempos como guerrillero en el M-19, hasta su posesión como senador después de su fallida campaña presidencial en el 2018, en la que mostró su agilidad como orador y su dominio sobre la ideología marxista-populista que ha dominado el discurso de nuestro continente desde que Fidel Castro y su nefasta revolución consolidó el poder en Cuba en 1959, y que amenaza con desmantelar todo el progreso que el estado republicano ha asegurado durante décadas.

Un hombre que simboliza el marxismo en Colombia, y probablemente su más famoso promotor desde Jorge Eliécer Gaitán, el debe ser causa de preocupación para los colombianos decentes, pues 8 millones de personas apoyaron su causa en el 2018, tan maquillada por la “democratización” de los recursos financieros en nuestro país, y la típica promesa de acabar con las élites que supuestamente han existido durante doscientos años en la política Colombiana. Todo esto es clásico en la fachada populista que promete un mejor país, pero que únicamente termina consumiendo las arcas del estado en pocos años, y se terminan consolidando en el poder a través de la fuerza militar. Hablar sobre democracia los hace sonar nobles, nos hace pensar que le estamos dando voz y representación a todos, ¿pero entonces por qué los que utilizan esta palabra 7 veces al día detestan abiertamente el sistema republicano y democrático de los EE. UU. que siempre tildan de “imperialista” y “fascista”? Es simple, la democracia que ellos apoyan es intrínsecamente diferente a la liberal, pues estoy hablando de la pura, es el sistema en el que un 51% puede pisotear y vulnerar los derechos de el otro 49%, y donde no hay límites constitucionales para detenerlos, no podemos olvidar que el mismo Vladimir Lenin, ante el estupefacto mundo que acababa de ver una potencia caer en manos del Bolchevismo, proclamó que “la democracia era absolutamente indispensable para el socialismo”, y que Giovanni Gentile, el padre intelectual del fascismo italiano y el corporativismo económico, detestaba la democracia liberal, a la que acusaba de ser narcisista e individualista. La izquierda moderna que prevalece en el discurso político latinoamericano siempre se escuda en el moralismo democrático, pues eso atrae al centrismo bienpensante y a los que no entienden economía básica, pues la única forma de “democratizar” algo, es nacionalizarlo, esperando que los que van a tomar las decisiones (hipotéticamente el pueblo) sepan más sobre una industria que un individuo que lleva décadas en ella. En esto concluye el primer punto, pues el “capitalismo democrático” es únicamente un eufemismo, un disfraz que busca cubrir lo que realmente quieren implementar los militantes de izquierda, en nuestro caso Gustavo Petro Urrego, que es el socialismo estatista, con la expropiación masiva y la nacionalización de industrias y compañías. 

Segundo, está su conveniente “odio” hacia la dictadura venezolana, no es sorpresa que, cuando el infame Hugo Chávez visitó el Puente de Boyacá, la persona que lo acompañó y se tomó fotos con el fue el mismísimo Petro, que años después intentaría disimular sus simpatías y la cercanía ideológica con la narcodictadura, cuando le preguntaron "¿usted considera a Chávez como un dictador?", únicamente respondió hablando sobre el cambio climático, para después quedarse boquiabierto cuando lo interrumpieron para repetirle la pregunta. Gustavo Petro Urrego también se ha caracterizado por las fuertes críticas que le hizo al gobierno de Álvaro Uribe, específicamente a los “falsos positivos”, de los cuales hay certeza que fueron alrededor de 2,300, una cifra que la Fiscalía y la JEP han establecido conjuntamente. Lo extraño es que nunca se haya pronunciado sobre los más de 18,000 desaparecidos en Venezuela en los últimos años, ni mucho menos los más de 500 presos políticos que el régimen de Maduro ha encarcelado, algo que no ocurrió ni ocurrirá bajo un gobierno Uribista. Sin embargo, lo que Petro tiene hacia el chavismo no es apatía, pues les recuerdo que Diosdado Cabello, la mano derecha (bueno, la izquierda) de Nicolás Maduro, admitió en televisión ante su desangrado pueblo que “ese señor (Petro) vino a pedir apoyo pa’ su campaña - para acá, pa’ Venezuela; pero que ahora los chavistas lo hieren…”, una acusación que Petro (obviamente) negó, dadas las alarmantes circunstancias de los ciudadanos Venezolanos, y, una vez más, intentando en vano de desvincularse con la dictadura. Todo esto provocó una reciente investigación por parte del CNE y la Superintendencia de Sociedades a la campaña de Petro y sus vínculos con la compañía Monómeros S.A., la cual pertenece mayoritariamente a una filial de PDVSA, en efecto, por la boca muere el pez.

Aparte de esto, están los sospechosos vínculos que nuestro protagonista tiene con el empresario Álex Saab, no podemos olvidar que el detenido era amigo personal de Piedad Córdoba, y que se ganó la fama entre la izquierda por ayudar a las FARC a lavar su ensangrentado dinero. Tampoco podemos olvidar que en el 2018, Rafael Ramírez, un miembro de la oposición al gobierno bolivariano anunció que iba a investigar los vínculos entre Saab y Petro, debido a que “no consideraban apropiado que un político extranjero se haya beneficiado del hambre de los venezolanos”, algo que no es descabellado, considerando que Álex Saab firmó un multimillonario contrato de 4.5 mil millones con la empresa Trenaco, que, en ese momento, era dirigida por el concuñado de nada más ni nada menos que Gustavo Petro, la misma empresa que en el 2015 buscó firmar un lucrativo contrato con el gobierno Venezolano para que estos le otorgaran el control sobre más de 600 pozos en la Faja del Orinoco. Saab tenía una gran reputación entre las filas de las FARC, justamente por su servicio monetario fue que el chavismo decidió contratarlo, algo que no debemos ignorar cuando analizamos los nexos de Gustavo; si este pide la renuncia de Marta Lucía Ramírez por un crimen que su hermano cometió hace 20 años, ¿no debería entonces renunciar al senado el hombre en mención por haber hecho negocios con un criminal de igual magnitud al Ñeñe Hernández (en sus propias palabras), especialmente cuando su familia se benefició? El periodista Juan Felipe Vélez lo dijo impecablemente, “antes de acusar de forma difusa a medio congreso por vínculos con el narcotráfico, debería enfocar mejor sus fuerzas en explicar… los negocios de su concuñado con el probado testaferro de Nicolás Maduro”, de igual manera, el actual senador salió a decir que “no tenía vínculos con Carlos Gutiérrez Robayo”, quien, casualmente, también tiene su nombre regado en el escándalo de los Panama Papers, y la finca del embajador colombiano en Uruguay. Con su típico descaro, negó las graves acusaciones, a pesar de que se han conocido durante años, y este siempre fue un amigo cercano de su esposa y su familia en general, a uno lo deja verdaderamente atónito ver a millones de colombianos seguir ciegamente a un autoproclamado socialista que apoyó la revolución bolivariana incluso mientras fue alcalde de Bogotá.

Hablando de narcotráfico y corrupción

Es sorprendente el poder que 30 tuits al día tienen, pues al parecer los “idiotas útiles” de la izquierda (una expresión de Lenin) olvidaron ese video de Petro recibiendo dinero en un sombrío cuarto, que se publicó en el 2018. Petro, viendo como este video comprometía su credibilidad y toda su carrera política, respondió que ese dinero era un préstamo del arquitecto Simón Vélez, quien después publicó un video en el que decía explícitamente que nunca le prestó dinero a Gustavo Petro, y que de sus bolsillos no salió “ni un peso para su causa”, eso sí, dijo que lo ayudó a conseguir dinero, pero que años después, se arrepentía profundamente, debido a que “esa izquierda va hacia una dictadura tipo Venezuela”. Como una nota interesante, Clara López y Jorge Robledo, miembros del antiguo partido de Petro y militantes de izquierda, conocían la existencia de ese video según el arquitecto, que se los comentó personalmente, pero estos nunca condenaron sus actos o buscaron justicia, lo cual dice mucho sobre la “democracia” y la “justicia” que promueven. Es interesante también oír al hijo de Pablo Escobar sobre el odio de su papá contra Uribe, y al mismo tiempo, revelar los pagos que Pablo Escobar le hizo al M-19 (al que Petro perteneció) de dos millones de dólares para que tomaran el Palacio de Justicia, y lo quemaran a el, y a todos los magistrados, hasta que no quedara ni un solo pedazo de evidencia que pudiera ser utilizada para extraditarlo. Gustavo siempre negó que el participó en la sangrienta toma del palacio, pero, como nos muestran los periódicos de la época, el hacía parte de los altos rangos del M-19, y siempre se sospechó que el ayudó en la planeación del acto terrorista; pero, ¿que se puede esperar de un hombre que fue detenido con armas ilegales y propaganda política cuando no superaba los 30 años de edad y que perteneció al grupo armado que tomó la embajada de la República Dominicana? El descaro, sin embargo, no acaba ahí, cuando el senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez hizo públicos los tres encuentros entre el líder paramilitar Carlos Castaño Gil y Gustavo Petro, para “establecer objetivos políticos y hacer declaraciones en su contra”, el exalcalde dijo que solo fue una vez, lo cual sigue siendo una reunión con un líder paramilitar para orientar las declaraciones políticas que muy probablemente fueron fabricadas de antemano. Es irónico ver a un senador que arremete constantemente contra la derecha por nexos con el narcotráfico y el paramilitarismo, negar de forma abierta sus evidentes vínculos con ambos grupos criminales, y al mismo tiempo minimizar todas las atrocidades y controversias que lo perseguirán hasta la tumba.

Ahora, el senador que dejó a Bogotá plagada de homicidios, de basura, y de deuda, recibió donaciones de 300.000 pesos por individuos que no podían donar a las campañas políticas, debido a sus cargos en instituciones públicas, y, cuando el CNE y la Fiscalía General dicidieron investigarlo, este salió a atacar (por Twitter, pues ese es el único lugar donde sus ignorantes seguidores lo apoyan y le hacen caso) a las instituciones de control, porque no han investigado la ñeñepolítica, que ni siquiera tuvo compra de votos. Y, una vez más, minimizar las violaciones a la ley que su bando cometió. Es un peligro tenerlo como senador, y cada día ver sus agitadores ataques que buscan destruir el imperio de la ley y el proceso republicano. Aunque debería preocupar a todos los colombianos decentes, también podemos aprender de eso, pues nos deja ver su adoración por la hipérbole y el caos, por cambiar los temas y siempre echarle la culpa a los demás, de rechazar los resultados de procesos democráticos como la elección de Iván Duque y Arturo Char, y ordenarle a sus millones de secuaces a salir a las calles, a vandalizar la propiedad pública y privada que los colombianos honestos y trabajadores han construido durante décadas. 

Mientras exista esa izquierda en este país no habrá paz, ni mucho menos justicia. 

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