¿En qué momento se extravió el presidente de su labor epidemiológica en la que venía desempeñándose desde hace cuatro meses largos cuándo empezó allegar el contagio del coronavirus a Colombia?
¿En qué momento se salió Duque de su propio libreto en el que de una manera juiciosa había planteado un retorno regulado y controlado a la normalidad económica?
¿En qué momento el protagonismo ganado gracias al programa diario de variedades a las 6:00 de la tarde lo hizo confundir sus estrategias para dominar el coronavirus con las estrategias para reactivar la economía?
¿En qué momento y quién le sopló al presidente que la forma ideal para reactivar el deprimido sistema económico era tomar el atajo fácil de implementar 3 días de compras masivas con la oferta de eliminar el IVA para algunos productos?
¿Cómo podrá ahora aplanar la curva de contagio y de muertes si el instrumento más valioso con que contaba, que era el aislamiento preventivo obligatorio, se rompió en mil pedazos gracias a su propia torpeza?
La verdad es que a Iván Duque le estaba yendo bien en el manejo de la pandemia en Colombia. Puede que nada más le fuera bien, pero en esto sí y lo reconocemos hasta los más duros críticos de sus casi dos años de gestión. Comparado con los países latinoamericanos y del Caribe el nuestro venía manejando una tasa de contagio relativamente baja y una tasa de mortalidad muy controlada. Nada como las tragedias de otros países, con niveles de desarrollo muy superior, a los que por la estulticia de sus gobernantes o por lentitud en las medidas, se les dispararon ambos indicadores.
________________________________________________________________________________
Más bobada aún, presidente, es que esta semana se la hayan gastado en acusaciones entre autoridades locales y nacionales, culpándose de la desbordada de compradores el día sin IVA
________________________________________________________________________________
Veníamos sintiéndonos, por fin, un país “sensato” y Duque había encontrado algo en lo que sabía más que Uribe sin tener que depender de sus opiniones: el manejo de la pandemia de la mano de su ministro de Salud, de los gobernadores y alcaldes y gracias a una renovada confianza de la ciudadanía en su Gobierno.
Pero de repente sintió que esto era demasiado bueno, que había cogido al toro por los cuernos y que empezaba a repuntar en las encuestas como un estadista qué piensa en las próximas generaciones antes que en las próximas votaciones. Y con la autoestima en alto, le llegaron los cantos de sirena de los gremios aconsejándole que así como dirigía la estrategia para enfrentar al COVID-19 podía ponerse al frente de la estrategia para la recuperación económica de inmediato. y les hizo caso, para arrepentirse 24 horas después de haber incendiado el país con movilizaciones masivas, ya no para protestar por su mal Gobierno, sí no para gastarse la platica de la prima o hipotecar la economía familiar ya bastante deteriorada.
Se produjeron avalanchas de compradores y compradoras que desconociendo, casi todos los protocolos de seguridad, se lanzaron a una alocada carrera por adquirir celulares, neveras o computadores. Por supuesto estas avalanchas traerán (ojalá no sea así) una empinada de la curva de contagios y de la curva de muertes.
¡Tan bien que íbamos y usted haciendo bobadas! Pero más bobada aún, presidente, es que esta semana se la hayan gastado en acusaciones entre las autoridades locales y las nacionales, culpándose mutuamente de la desbordada de compradores el día sin IVA. Y mucho peor aún es que, el tiempo que no se gastó en acusaciones, se esté gastando en planear, a toda carrera, los dos nuevos días sin IVA que aún nos quedan por sufrir.
