La investigación por el envenenamiento con talio que causó la muerte de dos niñas de 13 años en el norte de Bogotá sigue revelando nuevos detalles sobre cómo se habría ejecutado el crimen. La Fiscalía General de la Nación avanza en la reconstrucción de los hechos ocurridos entre el 5 y el 9 de abril de 2025, cuando unas frambuesas contaminadas llegaron como supuesto regalo a un apartamento del barrio Rosales.
Por el caso existe una orden de captura internacional y una circular roja de Interpol contra Zulma Guzmán Castro, señalada como principal sospechosa. La mujer, quien sostuvo una relación extramatrimonial con Juan de Bedout, padre de una de las menores fallecidas, permanece prófuga, mientras insiste públicamente en su inocencia.
De acuerdo con el expediente, las frambuesas cubiertas con chocolate contenían altísimas concentraciones de talio, un metal pesado prohibido en Colombia desde los años setenta por su extrema toxicidad. El consumo del alimento provocó la muerte de dos niñas y dejó gravemente enfermas a otras dos personas de la misma familia.
El domiciliario: ficha clave en la investigación del talio
Uno de los avances clave en la investigación fue la ubicación del domiciliario que entregó el paquete. El repartidor, que conservaba su número telefónico pese a haber cambiado de empleo, permitió a los investigadores rastrear los contactos desde los que se coordinó la entrega. Los teléfonos están asociados a un correo electrónico con conexiones en España, según fuentes judiciales.
El testigo relató que las frutas llegaron congeladas y que recibió una propina adicional por la entrega. A partir de los números extraídos de su celular, las autoridades establecieron vínculos directos con Zulma Guzmán y con otra mujer, conocida como ‘Zenai’, quien sería citada a declarar. La hipótesis es que esta última habría monitoreado la entrega del paquete.
Las pesquisas técnicas también detectaron señales en el Reino Unido y Argentina, país donde Guzmán habría residido por temporadas. Uno de los dispositivos analizados fue ubicado cerca de un centro odontológico y una clínica veterinaria frecuentados por la empresaria, lo que reforzó la solicitud de cooperación internacional.
El hijo de Bedout, el blanco al que iban las frambuesas
Según información conocida durante el proceso, las frambuesas no habrían estado destinadas inicialmente a las niñas, sino a Martín de Bedout, hijo de Juan de Bedout y hermano de una de las víctimas. Sin embargo, el alimento fue consumido por varios miembros de la familia, lo que amplió el número de afectados y permitió conservar muestras suficientes para confirmar la presencia del veneno.
Los investigadores establecieron que las dosis de talio eran letales. De acuerdo con el testimonio del padre, una de las niñas consumió ocho frambuesas, otra cinco, una tercera sobreviviente tres y el hijo menor solo una. Esa diferencia fue determinante para que algunos lograran sobrevivir.
¿No fue la primera muerte con talio?
El caso también abrió una nueva línea de investigación relacionada con la muerte de la madre de una de las menores, ocurrida en 2021. En su momento, exámenes médicos detectaron niveles elevados de talio en su organismo, aunque la mujer falleció tras una recaída asociada a un tumor previo. La cremación impidió realizar análisis posteriores.
Expertos en toxicología han reiterado que el talio es difícil de identificar clínicamente, pues sus síntomas iniciales se confunden con una intoxicación alimentaria común. Además, en Colombia no existen pruebas de rutina para detectarlo y los antídotos son de difícil acceso.
Mientras la Fiscalía continúa recolectando pruebas para identificar a todos los responsables materiales e intelectuales, las autoridades internacionales mantienen activa la búsqueda de Zulma Guzmán Castro. El caso, que ha conmocionado a la opinión pública, sigue bajo reserva judicial mientras se esclarece el alcance total del plan que terminó con la vida de dos menores en Bogotá.
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