Es muy probable que yo sea uno de los últimos “samuelistas” convencidos de este país. Qué lástima que Samuel Moreno siga en la cárcel, porque él ha sido una de las personas que más ha hecho para darle mal nombre a todos esos sistemas tipo metro y BRT; pero como en este país no tenemos memoria, ni siquiera ese logro le reconocemos a Sammy.
La razón es sencilla: cuando este visionario de la sostenibilidad urbana se apoderó de las banderas de la construcción de un metro en Bogotá, inmediatamente garantizamos un mal nombre para todo lo que oliera a metro. Fue tan buena su estrategia, que le ganó —repitiendo “metro, metro y metro” con una tartamudez admirable— a uno de los únicos expertos globales en transporte sostenible que ha tenido Colombia.
Digamos las cosas como son: ¿para qué necesitamos sistemas tipo metro en nuestras ciudades? ¿Para qué necesitamos sistemas BRT tipo Transmilenio, MIO o Megabús? Con la plata que vale construir una línea de BRT, podríamos hacer una autopista elevada que simbolice “progreso”. Con lo que vale una línea de metro podríamos construir hasta tres autopistas elevadas encima de algún río. No importa que esas autopistas se vayan a llenar de carros rápidamente por aquello del tráfico inducido, y tampoco importa que rompan la ciudad, que sepulten la interacción humana. ¿O es que usted aceptaría bajarse de la comodidad de su camioneta 4x4, para montarse a un metro? ¡Diga la verdad!
Sin embargo, debo aceptar que en este país los promotores de los sistemas tipo metro tienen un aliado muy potente: el Metro de Medellín. Para nosotros –los adictos al carro– es un problema muy grande que ese metro sea tan exitoso. No sólo está próximo a cumplir 20 años de operación, sino que es responsable de una de las mayores innovaciones recientes del transporte urbano en el mundo: el MetroCable.
Tratando de ser proactivos, en nuestra asociación “Defensores de la Auto-Adicción ONG” nos dimos a la tarea de regar el chisme de que ese tal sistema de cabinas podría ser muy peligroso. Casi logramos convencer a Samuel Moreno de anunciar la construcción de tres ‘NuleCables’, con lo cual seguramente habríamos logrado el mismo efecto ‘Moreno-metro’. Hasta Doña Gloria nos dio una mano tremenda con su elocuente salpicón oral; pero no, al final no hubo nada que hacer, el MetroCable se regó por el mundo.
Ahora, resulta que los mismos ciudadanos se están metiendo a esos MetroCables de Medellín, al Metro, y a las líneas de buses BRT de ese sistema a felicitar a los usuarios. ¿¡Por qué los felicitan!? ¿Están locos? ¿No ven que hay que tenerles lástima por usar el transporte colectivo moderno? Si no sacamos rápido a toda esa gente de ahí para montarla a su propio carro, nunca vamos a avanzar en este país. Para colmo de males, estos muchachitos le explican con carteles a los usuarios del sistema lo que implica la movilidad sostenible, les recuerdan que las ciudades “deben ser para la gente y no para los carros”, y finiquitan su historieta dándole un regalo a sus ‘alumnos’ (ver video).
http://www.youtube.com/watch?v=PeE_eMsDviA&feature=youtu.be
Ciudadanos dictan clases espontáneas en el Metro de Medellín.
¿Qué tal que en serio nos volcáramos en masa a apoyar los sistemas de transporte colectivo? ¡Uyy, que escalofrío!
