¡¡8.000 millones!!
Opinión

¡¡8.000 millones!!

Personas que esperamos, crecemos y vamos muriendo. También podemos brindar, no creer, creer en algo nuevo y entrar por una grieta hacia otro lado de la historia

Por:
noviembre 17, 2022
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A ese número -hace 48 horas- acaban de llegar los habitantes de esta tierra. Hay un contador, uno que actualiza minuto a minuto la cifra; no es un Dios, o quizá sí, solo que en estos tiempos toma forma de un registrador que proyecta desde un algoritmo todopoderoso cuánta gente nace y cuánta muere.

El número 8.000 millones se llamará Patricia, o Juan Vicente, o Alexei Chichicov. Yo apenas recuerdo el nombre de unos cien, el cumpleaños de diez o el número telefónico de una cifra menor.

En general tantos millones, entre los que habitan de forma literal muchas almas muertas que no podrían confesar que han vivido, nacen para nacer, para crecer, aprender lo básico, reproducirse, comprar, desechar, volver a comprar, conseguir una casa, dos casas, un hijo, dos hijos, palidecer, votar, endeudarse, amar un día, odiar otro; y, por fin, morir.

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Muy pocos habrá que escriban una buena canción, menos aquellos de los que salga otra Escalera al Cielo, quienes reescriban Almas Muertas o El Extranjero, pocos que dibujen Venus más irradiante que la de Botticelli

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Muy pocos habrá que escriban una buena canción, menos aquellos de los que salga otra Escalera al Cielo, quienes reescriban Almas Muertas o El Extranjero, pocos que dibujen  Venus más irradiante que la de Botticelli o la de Bronzino y muchos en cambio, la gran mayoría, los que sueñen con parecerse u ocupar algún día el cargo de cualquiera de los políticos, de un viceministro lánguido, un funcionario de nivel medio con su sello o cualquier otro poderoso pasajero de esos que más repugnan  en jornadas nauseabundas de la existencia.

Aunque recuerdo tan pocos nombres propios, por ejemplo el de mis hijas que me regalan frases o una pintura propia en mañanas extraordinarias, creo saber que entre los 8.000 millones, apenas unos 80 millones de vivos (algo así como el 1 %), concentra, ha conseguido o tomado por la fuerza el 82 % de la riqueza que produce el mundo; los diez hombres más ricos  duplicaron su ingreso mientras se deterioró en estos últimos dos años el del 99 % de la humanidad, y tengo grabado que “lo que hay en la tierra daría para sanar el hambre de todos, pero es insuficiente para satisfacer la codicia de pocos”.

También sé, porque se nota, que la mayoría no cree en las democracias, ni en las dictaduras disfrazadas de democracias; no cree en los impuestos que tiene que pagar, en los gobiernos que se ve obligado a elegir o en los jueces que aplican su justicia. No todos van al colegio, una minoría llega a la universidad, varios cientos de millones en edad de saberlo todavía no saben leer o no comprenden lo que leen, pero hay casi un teléfono celular, un televisor o una tarjeta de crédito per cápita para poderse endeudar con los bancos que pertenecen a menos del 1 % de los pobladores del planeta, en general a depredadores con licencia para depredar.

De los 8.000 millones que en general se confunden entre los principios escritos y el mundo real, de esos 8.000 millones que en general no le comen más cuento a la libertad, la igualdad, la solidaridad o la equidad escritas en molde desde hace un poco más de 200 años como libreto teatral para las elecciones de cada tanto, unos 50 millones habitamos en Colombia. Ya saben lo que es eso: de la cima a la sima...

El Reloj del Apocalipsis, otro contador en este caso de la Junta de Ciencia y Seguridad de Científicos Atómicos, que mide desde una especie de microscopio de observación de bacterias en qué momento la tierra entra en colapso por el cambio climático o por un desastre nuclear, está a menos de 100 segundos del campanazo final. No es exageración: un torcijón de estómago de Putin, un mal viaje de Trump, o una chupeta que no le guste a Kim Jong-un pueden acelerar el segundero.

8.000 millones de personas esperamos, crecemos y vamos muriendo. También podemos brindar, no creer, creer en algo nuevo y entrar por una grieta hacia otro lado de la historia.

 

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