“Hace 63 años estuve en la guerra de Corea”

“Hace 63 años estuve en la guerra de Corea”

Don Efraín Pintor es uno de los pocos colombianos que puede dar testimonio sobre la batalla en el lejano país que causó miles de muertos y cambió el rumbo de la historia

Por: Steven Rodríguez Moreno
enero 14, 2017
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“Hace 63 años estuve en la guerra de Corea”

“No cualquiera tiene el honor de arriesgar la vida y recibir agradecimientos”.

Don Efraín Pintor camina despacio, con el peso de sus 85 años, una gruesa ruana, un viejo sombrero Barbisio y las cotizas que ha usado toda la vida, camina por los senderos de sus casa a unos 20 minutos del pueblo, y recuerda mientras ve la iglesia a los lejos, cuando estuvo en la guerra de Corea, cuando vio morir compañeros, cuando arriesgó su vida peleando con unos enemigos desconocidos, en una tierra desconocida.

Efraín Pintor es uno de esos veteranos de guerra, uno de esos 1070 soldados colombianos que en mayo de 1951 partió hacia tierras coreanas, a la única guerra internacional en la que ha estado Colombia.

Don Efraín como le dicen los vecinos vive en una antigua casa en Siecha, una vereda del municipio de Chipaque Cundinamarca, vive con Teresa su hija, quien le cocina, su hijo Isaac es casado y tiene un monta llantas en el pueblo, él es quien siembra y cosecha la huerta que tienen junto a la casa.

Don Efraín y su hija viven de la agricultura, de un monta llantas y de una pensión que les otorga el gobierno de Corea en agradecimiento por su colaboración en esa guerra contra los “chinos” como dice él.

“Fue difícil”: dice “nos llevaron hasta el puerto y nos montaron como a unos 200 o más en un barco, estábamos organizados por grupos, ya sabíamos para donde íbamos, porque nos habían entrenado. Cuando llegamos a Seúl nos dieron más entrenamientos, pero ya sabíamos más o menos todo, porque había acabado de pasar lo de Gaitán aquí en Colombia y habíamos dado bala en el campo con los guerrillos”.

Hace varios años Don Efraín sufre de la próstata y tuvo que empezar a usar sonda, sus pulmones tampoco son los mismos de antes y hace pausas para hablar, sus manos tiemblan y su visión ya no es la misma que tenía cuando disparaba su fusil M1, en la batalla de Kumsumg en octubre de 1951.

Tiene un caballo al que ya no se puede subir, y que mejor alquila a los vecinos para llevar los bultos de los surcos al camión.

Hoy a sus 85 años visita muy seguido el pueblo; cada tercer día, su objetivo principal es ir a misa “uno tiene que encomendarse a Dios”; como lo hizo cuando después de que el decreto 3927 de diciembre de de 1950 creara el batallón Colombia de infantería, y un sacerdote impartiera bendiciones a todas las escuadras que partían a patrullar, pues posiblemente era la única y ultima protección o escudo que podría cuidar sus vidas.

130 bajas, 448 heridos, 69 desaparecidos, 28 prisioneros de guerra. Don Efraín vio caer a varios compañeros, cerca suyo explotaron las granadas  que mandaban los chinos. “una vez nos quedamos sin comida en el monte, y se nos empezaban a agotar las municiones, pero no podíamos salir del hueco donde estábamos porque los Chinos estaban cerca, no nos encontraron porque éramos como 7, de esos 7 hoy solo estoy vivo yo” “yo pensé que no volvería a Chipaque”.

Eliseo Mora es uno de sus únicos amigos vivos, quien también estuvo en el ejercito pero que “afortunadamente” no fue a Corea porque era muy joven, no estaba lo suficientemente preparado, Eliseo vive también en Chipaque,  usa un sombrero como el de Efraín y poco escucha, dice que varios de sus amigos murieron en esa guerra, en la que ni sabían porque peleaban, “el único que queda es Efraín, yo pensaba que no lo volvería a ver”.Es que la vida en el ejercito cuando uno es raso es muy difícil”, “el que tenía al menos primaria ya lo nombraban sargento, ya podía dirigir un batallón, nosotros no fuimos ni a la escuela”.

“La batalla más difícil fue la del  <Triangulo de hierro> por que el ejercito rojo envió mas de 3000 soldados, uno miraba que detrás de la montaña salían y salían soldados, y pensábamos que de esa no nos salvábamos, me provocaba salir corriendo” “ese día murieron la mayoría de mis compañeros, habían unas bases nuestras, el ejercitó rojo  atacó 3, yo me salvé.

En la habitación de Don Efraín hay una mesa con cuadros del sagrado corazón de Jesús y la virgen del Carmen, al lado unos medicamentos que Teresa le recuerda que debe tomar. Una pequeña cama y en la pared  una imagen del señor de Monserrate, al otro lado una fotografía muy antigua con su esposa, quien murió hace 9 años. Efraín se casó en 1954, poco después de llegar de la guerra.

En un antiguo “chifonier” guarda una medalla que le entregaron cuando regresó de Corea, la guarda con mucho cuidado y casi no me la deja sostener, porque se puede romper, y es lo único que le queda. Ni una foto tiene.

Teresa nos sirve un Chocolate y nos sentamos en una pequeña meza coja del pasadizo, Efraín me pregunta de donde vengo y espera que se retire Teresa para contarme que después de tantos años no le da miedo la muerte, “ igual he vivido mucho, a lo que si le temo es que si me muero, se muere mi pensión, y que va ser de mi hija, que va a ser de Teresa, si lo único que sabe hacer es cuidar de mi” “ eso me preocupa más que morirme”.

Don Efraín dice que le gustaría volver a Corea pero que es muy difícil, “debe ser muy caro y yo ya no aguanto un viaje así, me gustaría volver a Corea, poco se de cómo es ahora, pero dicen que allá fabrican carros y que es bonito… que ahora hay paz”.

Mientras tomamos el chocolate que nos sirvió Teresa, Efraín hace una pausa me mira y me dice: “dicen que en Seúl hay un monumento en honor a los colombianos, bonito verlo… al menos en fotos”, también hice una pausa con el chocolate, y busqué una foto en internet, el monumento reza: “Monumento dedicado a las fuerzas armadas colombianas en la guerra de Corea” también hay una lista de los caídos en combate. Aunque don Efraín no alcanza a ver dice que valió la pena.

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