Hace unos días fui abordado por un conocido, quien me invitó a unirme a la marcha del próximo 21 de noviembre. Como ando siempre desconectado de la realidad del país, no me quedó más opción que preguntarle: “¿De qué me hablas, viejo?”. Mi conocido me indicó que la marcha era contra “el paquetazo que nos metieron en las elecciones”.
Estuve de acuerdo. Claramente las últimas opciones fueron manipuladas porque no ganó el centro democrático, y yo, como la gente de bien de este país, siempre voto por ese partido, y como dijo nuestro presidente eterno: “Seguiremos luchando por la democracia”, que traducido sería algo como: “Cuando no ganamos nosotros no es democracia. Así que me preparé para la marcha, con mi camiseta de la selección Colombia y mi sombrero aguadeño. Luego me enteré de que no era así, que la marcha era contra el gobierno actual. Sopesé las razones y me di cuenta de que no tengo motivos para unirme a la marcha; así como estamos, estamos bien. Trataré entonces de enumerar aquí las razones que me llevaron a tomar tal determinación:
Soy católico y no voy a unirme a una marcha que inicia con un ritual satánico en Antioquia, liderado por unos jóvenes universitarios que presumen de artistas, pero seguramente son vándalos castrochavistas. Afortunadamente José Félix Lafaurie nos alertó sobre ese sacrílego acontecimiento.
No voy a seguir las indicaciones del Foro de Sao Paulo, ese concilio comunista que pretende desestabilizar el gobierno de nuestro presidente Uribe, perdón: Duque. Aunque no sé bien qué es ese foro o quiénes lo componen.
Creo en la academia y en los aforismos de librepensadores como María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, y si esos jóvenes vándalos guerrilleros de universidades quieren ir a marchar, hay que proceder como sugirió Pacho Santos: electrocutarlos con un taser y listo, problema resuelto.
Si el asunto es por los niños que se murieron, eso sucede en todas las guerras y es natural. Además, la culpa es de ellos por ser guerrilleros, no del estado que debe protegerlos ni del grupo criminal que los reclutó. Ahí tienen la paz de Santos.
Si siguen preguntando por Andrés Felipe Arias, les recuerdo que dar los subsidios a los ricos no es delito; puede ser una práctica que a muchos no les guste pero delito no es, y el pobre hombre ha afrontado un drama humano que ya es suficiente castigo; debe quedar libre.
Si esos jóvenes siguen pensando que pueden tener todo gratis, universidad y todo, les recuerdo que el estado ya hizo un gran esfuerzo con el programa “ser pilo paga”, y ellos pudieron acceder a educación de calidad, junto con todos los billones que ingresaron a las universidades privadas, las únicas que no forman comunistas.
Si la marcha es porque hay niños que no comen y les escandaliza que en el Vichada los niños coman basura, me hago la pregunta: ¿al fin qué?, ¿comen o no comen? Los indígenas no hacen más que expulsar a nuestras amadas fuerzas militares y después se quejan.
Así pues, con tantos motivos prefiero quedarme a producir. Así sea el salario mínimo más bajo de América Latina y nuestros precios en la canasta familiar estén tan disparados, prefiero producir antes de permitir que el país caiga en las garras del castro chavismo que está arruinando Latinoamérica.
