Cartagena es un vasto municipio costero con cerca de 385 kilómetros de litorales, considerando playas, islas, bahías, canales, ciénagas y lagunas, entre otros. Entendiendo estas dimensiones y leyendo casi a diario las noticias relativas al alto deterioro de muchos de esos cuerpos de agua, me asalta la pregunta: ¿por qué Cartagena no tiene su propia draga?
Y no, tranquilos, la idea de la columna no es que la ciudad adquiera una draga, como la china que hace muchos años realizó dragados en la ciudad, pero sí abrir el debate sobre la adquisición de una draga más pequeña, que ayude, de manera permanente, a mantener despejados nuestros cuerpos de agua.
Por citar solo algunos de los que presentan más problemas, están: el sistema del canal Juan Angola, el sistema del canal de Bazurto y la ciénaga de Las Quintas, El Laguito y… bueno, todas las deltas que se presentan en los descoles de los canales pluviales en la ciénaga de la Virgen.
Solo con estos sistemas, la draga estaría en operación aplicando mantenimientos los 365 días; y traigo a colación esto, porque recientemente tuve la oportunidad de conocer, a través de una conferencia, la propuesta que expuso la empresa cartagenera Khalela a la alcaldía, ofreciéndole el equipo Watermaster.
En esta videoconferencia, organizada para Fedevecinos, Fabio Zapata, gerente de la empresa, nos contó la experiencia que tuvo con la CAR de Cundinamarca, donde esta última adquirió un equipo como el arriba señalado para emprender el mejoramiento ambiental de varios ríos, cuencas y humedales en Bogotá y su zona de influencia.
Es aquí cuando llego a la conclusión de que, si una zona en el interior del país visionó la compra de una draga obteniendo resultados favorables, ¿por qué aquí no lo podemos hacer, con tantos kilómetros de litoral?
Cartagena presenta grandes retos en materia ambiental, y un rezago considerable en acciones que reviertan el deterioro palpable de muchos ecosistemas.
Las razones, en su mayoría económicas, nos abren la posibilidad de que, a través de esfuerzos mancomunados entre las diferentes autoridades ambientales (EPA, Cardique), la alcaldía y el Ministerio del Medio Ambiente, se logren los consensos necesarios para que todos rememos hacia una misma dirección y logremos restablecer los equilibrios ambientales perdidos en muchas zonas de nuestro amplio litoral.
Ideas como esta son las que se necesitan. Si ciudades sin costa pueden, nosotros más aún. Y no solo eso: es más factible, desde el punto de vista económico, adquirir un equipo que abrir innumerables (y muchas veces leoninos) procesos de licitación, que al poco tiempo se pierden por física falta de mantenimiento en las obras ejecutadas. Es hora de pensar en grande.
