Le tomó cinco años hacer su robot. El camino no fue fácil. El primer prototipo que Rafael Jairo Vides, un estudiante del Sena de 26 años nacido en Apartadó, entregó, su creación no era capaz de escalar ninguna duna ni tenía una señal inhalámbrica que permitiera detonar la bomba desde un lugar remoto. Dos años después, protegidos de un escudo blindado y controlado desde cualquier celular que tenga bluetooth, el artefacto se maneja sin ningún problema a distancia. Cuando detecta la bomba el robot levanta un bracito, acciona su escudo blindado y la bomba explota. El robot es capaz de resistir hasta más de cincuenta explosiones. Con el tiempo, como si fuera un organismo vivo fue evolucionado y le salieron alas. Con su invento Vides y su compañero Ferney López evitarían los problemas que conlleva desactivar minas. Hace tres años un soldado estalló en mil pedazos intentándolo.
Los reconocimientos que ha tenido su invento han sido innumerables: en el 2011 obtuvieron el Antójate de Antioquia, dos años después ganaron el Quien se le mide, en el 2013 El somos talento Tecnoparque y en el 2014 el Fondo Emprender. Cerca de 20 millones invirtieron en su proyecto, una nimiedad teniendo en cuenta los presupuestos que se manejan en este tipo de proyectos tecnológicos en el mundo. Una de esas distinciones les permitió a Vides y a López dejar Apartadó e irse a Medellín a especializase en ingeniería inversa y desarrollo de equipos rápidos en la Universidad Eafit en donde ya se graduaron.
Foto: archivo El Tiempo
El potencial del robot es enorme pero los tres muchachos de Urabá no podían avanzar sino buscaban alianzas. Los científicos inventaron un sensor capaz de olfatear minas enterradas diez centímetros en el suelo. Incluso de un momento a otro el robot también podía volar. Sin embargo Vides y López no lo podían hacer solos. Por eso se unieron a Luisa Fernanda Ruiz, estudiante de maestría en Ingeniería de Telecomunicaciones y Edwin Alfonso Arenas, estudiante de ingeniería electrónica, ambos inscritos en la Universidad Industrial de Santander. Ellos le aportaron al Sabueso volador antiminas, como bautizaron el invento, una nariz electrónica que les permite detectar las víctimas. Este equipo es uno de los diez finalistas del concurso El gran inventor patrocinado por Claro.
El sabueso tiene pinta más de libélula que de perro. Se puede alzar hasta 1.500 metros y se maneja con relativa facilidad desde cualquier portátil.
Con la era de paz que se avecina el desminado va a ser fundamental para erigir la nueva Colombia. El invento de Rafael Jairo Vides, que no para de perfeccionarse, va a ser una herramienta indispensable para limpiar el país de estas armas silenciosas, invisibles, crueles y, sobre todo, letales.
