Resulta inquietante la postura que han tenido los medios de comunicación colombianos desde que Uber llegó a Colombia. Y es que cualquiera que eche un vistazo tanto a la prensa escrita como a la televisada se encontrará con que a diario hay noticias sobre los actos aparentemente delictivos de los taxistas, frente a la exaltación del afamado servicio que ha "revolucionado" la movilidad en muchas ciudades del mundo.
Cabe preguntarse entonces, ¿por qué? A fin de cuentas, los medios hegemónicos de nuestro país nunca se han caracterizado por su imparcialidad, profesionalismo u honradez, salvo honrosas excepciones que logran dignificar esa profesión tan vilipendiada. ¿Qué interés puede haber para llevar a cabo propaganda sistemática a la aplicación en cuestión? Yo, que tengo mi humilde opinión, que usted no tiene porqué creerse, me dispondré a contarle qué veo aquí:
Al parecer el magnífico servicio que aporta esa empresa no gusta mucho en países como Francia o España, donde ha sido ilegalizado Uberpop. ¿Por qué será que en países que han contado con un Estado del Bienestar este tipo de servicios se han estrellado contra una pared? No sé. A lo mejor tenga algo que ver el hecho de que en la transacción que hay entre el consumidor, el conductor y la empresa no se pagan más impuestos que aquellos que gravan la gasolina. ¿Y cuál es el problema? Pues, básicamente que son los impuestos una parte fundamental de los ingresos de un Estado, con los que éste ha de hacer frente a gastos que repercutan en beneficio de la sociedad. ¿Y los taxistas sí pagan impuestos? Ah, ahí le dejo la tarea.
Por otra parte, la cosa no termina ahí. ¿Tiene alguna protección legal el trabajador de Uber? Resulta fundamental aclarar que la movilidad en Bogotá, y en Colombia en general, deja mucho que desear, no sólo a nivel de servicio sino de condiciones laborales. Esto incluye también las condiciones en las que trabaja un taxista y su falta de prestaciones. ¿Tiene sentido reforzar esa lógica con una empresa más que no garantiza ningún derecho a sus trabajadores? Y es que, siguiendo esta lógica, que irrumpa al mercado del transporte una empresa, en condición de competencia desleal, de forma ilegal en tanto que fija tarifas y por ello usurpa funciones públicas y además obviando que los trabajadores deberían tener una serie de derechos básicos, resulta irrisorio.
También está la cuestión de clase. ¿No se han dado cuenta de cómo los medios han englobado a todos los taxistas en una suerte de banda criminal conformada por "ñeros" y agresivos desadaptados? Frente a estos "parceritos", nos cuentan cómo ha desembarcado en el país una flota de bellos carros con conductores amables que le ponen la canción que le gusta. Se trata de la criminalización de un colectivo de trabajadores en pos de una empresa que se caracteriza por el no pago de impuestos. ¿Tiene algún sentido? Me cuentan, porque yo no lo veo. La cuestión fundamental es el papel que han jugado los medios de comunicación en crear esa imagen en el imaginario colectivo. ¿Por qué les interesa crear esa opinión? ¿O me van a decir todos ustedes que todos los taxistas que han conocido son unos hijuetantas y que yo soy el único tipo con suerte que se ha topado con gente decente?
Decía un tal Martin Heidegger que "la existencia auténtica es aquella que se decide a partir de sí", es decir, que no se decide desde fuera. ¿Usted piensa o es pensado? ¿Usted emite sus ideas o emite las de los medios de comunicación? Yo no soy quién para decirle si usted piensa o no, pero tenga cuidado, no vaya a ser que esté reproduciendo el discurso de un monopolio, discurso con el que a usted lo llevan bombardeando ya una buena temporada.
