Por estos días el mundo vive una pesadilla casi apocalíptica, siente presenciar en carne propia una película de terror que tiene paralizado hasta el más iconoclasta o desconfiado. Un virus lo tiene sometido dese hace varios meses, y a medida que pasan los días la incertidumbre, hace de las suyas. Nadie sabe que va a pasar, porque la ciencia médica no ha encontrado su antídoto. Los más esperanzados creen que todo esto es pasajero, así como en el pasado se superó la peste negra, el sarampión, la viruela y cuanto mal haya sometido a esta desastrosa humanidad.
Culpar a China resulta bastante ridículo, si se tiene en cuenta que no se sabe a ciencia cierta de donde viene el virus. Lo cierto es que algunos crean teorías conspirativas, se atreven a decir que se busca acabar con la economía del gigante asiático, que se quiere reducir la población mundial y que un laboratorio X es el responsable de los desastres de esta pandemia. La información circula como un río de aguas profundas, las redes sociales nos bombardean con cualquier tipo de ocurrencias, y mientras tanto allí va el pobre hombre del común que no sabe cuál es el verdadero mal que lo afecta.
Si este hombre comprendiera que aparte de la pandemia que hoy lo somete, hay otra peste de la que no se ha podido liberar desde hace décadas, se preocuparía de los políticos como ahora se preocupa por el Coronavirus. Aquí en Colombia, por ejemplo, estamos muy acostumbrados a líderes incompetentes, corruptos y clientelistas, pero aun así nos importa nada de lo que nos hagan estos grandes señores que negocian con la banca y trabajan por los intereses de su propio bolsillo. Creo que esta es la peste que de verdad nos tiene de rodillas, puesto que no nos deja avanzar como sociedad y es feliz viéndonos vivir en medio de la desigualdad que unos cuantos quieren fomentar.
En el siglo XXI, el uribismo no fomentan nada bueno. Están en contra de la paz, de sanar las heridas del conflicto, de crear una sociedad más justa, en fin, de ofrecerle a las nuevas generaciones una versión más decente de este sufrido país. Ojalá despertemos cuanto antes, pues la cura está en nuestras manos. Por eso no se debe votar por el latifundista ávido de poder.
