Jorge Enrique Lozano es un golfista destacado no solo por su lucidez al hablar y practicar este deporte, sino también por haber sido sobreviviente de un accidente aéreo en el año 1990 del vuelo 052 de Avianca.
En 1964 comenzó clases de golf en EE.UU. y en 1987 ganó su primera copa Chile individual (la más importante del Suramericano de Golf Senior), también ese año ganó por equipos, ambos títulos en Bogotá, es decir hace 30 años.
El accidente
“Iba en un vuelo de Medellín para New York. El día estaba lluvioso en New York y desde que pasamos Virginia el piloto le avisó a la torre de Kennedy que íbamos con poca gasolina porque habíamos tenido mucho viento en contra.” Comienza a rememorar Jorge, mientras sus pupilas se contraen y se pierden en el horizonte de sus recuerdos.
“Desde la torre de control le sugirió al piloto aterrizar en Boston, pero allá fue imposible. Sin embargo, en New York dimos varias vueltas para aterrizar, pero el piloto no encontró la pista, porque quien dio la orden no era el controlador sino un empleado de oficina y estaba de reemplazo” continúa Jorge su historia en uno de los momentos de mayor suspenso y tensión.
“El piloto maniobró disminuyendo la velocidad para poner la potencia de los motores. Al estabilizarse el avión, se apagaron los motores y nos estrellamos. Fueron 300 metros los que avanzamos dejando atrás las alas del avión. Yo quedé inconsciente, perdí mis dientes, me fracturé las costillas y al despertar no sentí mis piernas y no fui capaz de pararme” relató Jorge una escena donde pasaron muchas cosas, el vértigo de la caída, el sentimiento de frustración de no poder hacer nada, y el borrar la memoria tras el impacto, y luego el despertar con emociones encontradas de estar vivo entre más de 70 personas fallecidas.
Su recuperación tardó un buen tiempo, que se hizo larga en años, sobre todo para regresar a los campos de golf, incluso tuvo que volver a aprender a caminar.
Hoy Jorge con sus 87 años es uno de los más veteranos, junto con el ecuatoriano Julio Portilla, del Campeonato Sudamericano de Golf en el Club Campestre Llanogrande y el Club La Macarena en Antioquia. Jorge Lozano agradece a Dios la oportunidad de vida y de hacer parte de este certamen, también a su esposa quien le ayudó en su recuperación y al Golf que le ha brindado distracción y valiosas amistades para continuar disfrutando de este deporte hasta que se apague su vida y como dice él: “ Uno no sabe a qué horas se le va a terminar la cuerda”. Lo claro es que aún tiene mucha cuerda para contar sus historias y recorrer los campos de golf.
