Mucho se habló del joven Sergio Urrego cuando se quitó la vida hace ya dos años, en lo que él mismo llamaría “uno de los actos más valientes que puede llegar a cometer el ser humano y la única salida que existe de un infierno terrenal”. Su acto desesperado se convirtió en un símbolo del impacto que puede tener el matoneo en la vida de un joven, y, a su vez, en un vocero de la diversidad sexual y del respeto que merece todo individuo, sin importar las diferencias. Algo que efectivamente le hace falta al país del sagrado corazón. Su nombre volvió a resonar tras el mandato de la Corte Constitucional de promover un ambiente libre de discriminación en los colegios. Cualquiera se preguntaría, ¿Quién en su sano juicio podría oponerse a dicho dictamen? Si se lee “libre de discriminación” debe entenderse que los jóvenes deben respetarse sin importar su raza, religión, estrato social, orientación sexual, equipo de fútbol y demás etiquetas que nos ponemos las personas. Y aunque no parezca, sé que la mayoría está de acuerdo en ello.
Hace unos días el país volvió a polarizarse entre dos bandos. Y el nombre de Sergio se ha pronunciado por un lado y por otro. Un joven que hace un par de años era solamente un muchacho anónimo, que se enfrentaba a los demonios propios de la adolescencia, hoy parece ser conocido por todos. El perfil póstumo de Facebook de Sergio muestra, entre otras fuentes, una forma de conocer a este muchacho que “eligió no elegir la vida”. Sergio se mostraba, entre otras cosas, como un joven ávido por la lectura y el arte, simpatizante del anarquismo y el socialismo. Sus resultados del ICFES son muestra de sus capacidades académicas. Sin embargo, así como las redes sociales no enseñan a plenitud quién es realmente una persona, los medios tampoco han sabido contarnos quién era realmente Sergio David Urrego Reyes. Su nombre y su persona parecen ser hoy un bien de uso público, pero solo nos han contado una parte de la historia.
Entre los matices de esta historia, llama la atención como la educación busca librar a los niños y adolescentes de las “ataduras” de libros como La Biblia (como dice una de sus notas ciudadanas: “Cuando Cristo salga de las escuelas, Colombia será un país civilizado”) pero aplaude y permite que jóvenes en plena formación llenen sus cabezas con conceptos de temas tan delicados como el suicidio, sin el suficiente seguimiento, y justificarlo porque, en palabras de Alba Reyes: “es su literatura y sus ideas”. Ejemplos como este muestran un sesgo muy amplio entre lo vetado y lo permitido.
En cuanto a literatura y suicidio, el escritor caleño Andrés Caicedo afirmaba que vivir más de 25 años es una insensatez. Sergio en sus palabras, bajo el umbral ocho años más porque “vivir más de 17 años no tiene sentido”.“Estoy verdaderamente cansado y harto de mi familia, la detesto, la odio, mi deseo es que sufran eternamente, sufran en la inmortalidad o en la estupidez de sus problemas superfluos” ¿Son estás las palabras de un joven lector solamente? A la luz de palabras como estas ¿Necesitaba Sergio asesoría psicológica como el colegio se lo indicó?
Para que Sergio sea un verdadero símbolo (y creo que tiene que serlo) debería de conocerse su historia completa. ¿Dónde nació? ¿Cómo fue su niñez? ¿Con quién vivió sus años más difíciles? ¿Qué relación tenía con su Padre, con su Mamá? ¿Qué encontraba Sergio al llegar a casa, cuando se terminaba una difícil jornada escolar, además de la candidez de su anciana abuelita? Algunos dirán que debe respetarse su intimidad y la de su familia peron ¿No se ha profanado ya esa intimidad?
¿Será esta una historia de discriminación solamente? ¿Por qué Alba Reyes, mamá de Sergio, y aquellos que dicen conocer a Sergio tan bien (como los miembros Colombia Diversa) le cuentan al país esa parte que no se conoce?
Quizás al conocer toda la historia, Sergio se convierta en un verdadero estandarte para el país, para generar verdadera convivencia, para entender el efecto del matoneo en el desarrollo de un joven y del impacto para un adolescente al vivir en una familia fragmentada. Quizás en ese punto se den la mano, los promotores de la tolerancia y los abanderados de la familia. Posiblemente Sergio se convierta en algo más que un símbolo en contra de la discriminación, para convertirse también en un símbolo de lo que los jóvenes necesitan encontrar en su familia cuando se empiezan a enfrentar con el mundo.
#Yosoysergiourrego
