Apenas se calme este caos violento ocasionado por la oposición extremista y radical, es necesario que sectores democráticos sensatos convoquen una marcha gigantesca en apoyo a las instituciones y contra el terrorismo urbano.
Necesitamos mostrarle al mundo que en Colombia no hay ninguna dictadura ni masacres sistemáticas contra nadie. No podemos permitir que el planeta crea que en nuestro país ejerce un gobierno abusador y asesino como muestra la narrativa izquierdista.
Llega la hora en que los sectores democráticos de centro, de derecha, los partidos tradicionales, el ciudadano del común, las iglesias, los gremios, los hogares, etc., lideren la organización de una movilización serena, pero contundente para demostrar que en nuestra nación no hay ninguna violación continua de los DD. HH., como quiere hacer creer la oposición.
Es evidente el ataque planeado e inmisericorde contra la institucionalidad y contra el aparato productor del país. Quieren destruirlos. Esos enemigos están envalentonados y no dan tregua. Lo de la reforma tributaria apenas fue un parapeto de inicio de sus canalladas.
Es pertinente enfrenarlos con civilismo genuino. La espada para esa lucha será nuestro corazón justo y nuestras armas el amor por Colombia, la palabra, la fe y la integridad. Esa estratégica combinación es invencible.
Hay que hacer una marcha como la del 4 de febrero de 2008. Una manifestación multitudinaria en apoyo a las FF. AA., a la institucionalidad, a los gremios, al comercio, a la industria, a la familia, a los principios y valores, etc. Ya la hicimos una vez, repitámosla ahora con mayor convocatoria, mayor pasión y mayor compromiso con nuestra patria. Una manifestación para unir al país, para estar juntos y en armonía.
¿Por qué no ser valientes? Tenemos la verdad, las instituciones, la justicia y el orden de nuestro lado.
Invito a los líderes sanos, a los sensatos, a los que no mandan a quemar cais, ni propiedad privada ni bienes públicos, ni a atacar a la fuerza publica, para que en una plegaria fervorosa nos unamos y demostremos a los necios, violentos y al mundo, que Colombia no es la horrible y violenta locura de estos primeros días de mayo. Ahí queda la propuesta. Pongan la fecha y nosotros marcharemos.
